Cine
Misión Imposible 5 "Nación secreta": Tom Cruise no envejece
Directores de éxito se han enfrentado durante 19 largos años a las diferentes entregas de una de las sagas más famosas del cine contemporáneo.
Mientras Brian De Palma creó una oda a la tensión cinematográfica y al material original en 1996, John Woo llevó la franquicia al hastío mediante saturación de cámara lenta y palomas, y con absurdas justas de motos y aburridos dramas románticos, y J.J. Abramos le devolvió prestigio dirigiendo la tercera parte y produciendo la cuarta, que dirigió con solvencia Brad Bird. Con ésta -la quinta-, la saga vuelve al nivel de calidad que estas películas de puro cine evasivo (ahora parte de la cultura popular) merecen.
En “Nación secreta”, un ejemplo perfecto de cine de entretenimiento en estado de éxtasis, no falla prácticamente nada. Tom Cruise aparece mimetizado absolutamente con su personaje. El guión y la dirección de Mc Quarrie brillan sobre todo en las escenas de acción: tanto su montaje como su planificación son una maravilla, evitando a toda costa pérdida de información y la edición emborronada.
También es remarcable la fotografía una vez más de Robert Elswitt, que es capaz de retratar de forma bella las múltiples localizaciones por las que se mueve el héroe de la función, Ethan Hunt. Risas, emoción e ingenio son los ingredientes que convierten a Nación secreta en quizás la parte más disfrutable de toda la saga.
En esta quinta entrega, la franquicia parece haberse revitalizado, y hasta cierto punto, pulido lo que ya se había encaminado en su predecesora “Protócolo fantasma”. La quinta parte ha conseguido encontrar el tono adecuado acercándose más a la comedia sin alejarse del espíritu del cine de espionaje que hizo grande a la original De Palma (1996). Además se añade unas secuencias de acción que son fuerza pura (Visual, conceptual y en coreografía).
En mi ímpetu de intentar definir en pocas palabras las sensaciones finales que transmite la película, las primeras que aparecen (por la condición de cine sin pretensiones metafísicas) siempre serán vacía y predecible.
Pero no caigamos en el engaño: Misión Imposible Nación secreta es deliciosamente absurda y endiabladamente entretenida. Porque, como en todas las misiones (imposibles) de la saga, lo importante no es el desenlace (ya escrito y conocido), sino cuál va a ser la complicada estratagema del FMI para llegar hasta él.
Sheyla López
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