Cine

Prometeo o la búsqueda del origen del Ser humano

Llevábamos semanas y meses esperando este estreno. Prometeo dejaba entrever una película con mucha intriga y acción. No sólo por el tráiler que, en términos comerciales, es perfecto, sino también porque el realizador detrás de este gran proyecto cinematográfico es nada más y nada menos que Ridley Scott: el director de clásicos de ciencia ficción como Alien (1979) o Blade Runner (1982).

¿Pero cuál es el resultado final? ¿Podemos decir que la película está a la altura de nuestras esperanzas? Pues, debo reconocer que fui agradablemente sorprendido por Prometeo. Mejor dicho: seducido.

No es nada fácil lanzar una película como ésta después de haber conocido un rotundo éxito con otros largometrajes del mismo género. La crítica siempre se hace más dura y el público llega siempre más preparado y exigente.

En esta película, Ridley Scott narra la historia de dos arqueólogos que descubren en las pinturas de diversas civilizaciones antiguas un mapa celestial en el que se destaca un sistema solar parecido al de la Tierra. Ahí, según sus cálculos, deberían hallarse los seres que crearon a los humanos o, por lo menos, los que permitieron que la raza humana tenga su aspecto actual.

Tras años de investigación, los científicos logran localizar ese sistema solar y el sueño de viajar a ese lugar se convierte en realidad.

Sin embargo, todo sueño tiene sus limitaciones. En este caso, el viaje intergaláctico lo organiza una corporación multinacional que quiere rentabilizar sus inversiones y, como consecuencia, los científicos se ven rápidamente atrapados en una misión en la cual no tienen muy claro sus objetivos.

El inicio de la película recuerda extrañamente la película de Stanley Kubric “2001 Odisea en el espacio”, con un equipo de científicos extraño y, sobre todo, la presencia de un robot llamado David que, además de servir la tripulación, parece tener un plan secreto en la cabeza.

El descubrimiento de un nuevo mundo con una atmósfera parecida a la de la Tierra abre las puertas a todo tipo de especulaciones. Muchas explicaciones sobre la creación de los seres humanos parecen estar al alcance de los seres humanos y, sin embargo, el viaje deriva de repente en una pesadilla.

La acción se acelera considerablemente, recordando incluso la crispación de las películas de Alien. A partir de entonces, el espectador se deja deslumbrar por una serie de acontecimientos que engancha a cualquiera.

Si hay algo que gusta en esta película, es el hecho de nunca saber por dónde nos quiere llevar Ridley Scott. La total imprevisibilidad del desenlace añade intriga y obliga a concebir cada suceso como una pieza de un puzle.

Hace tiempo que no veía una película de ciencia ficción con un guión tan bien cosido. Da gusto ver cómo la relación entre los dos científicos protagonistas (que son pareja) se construye sobre sueños dispares, cómo cada uno desea conocer el secreto detrás de esos extraterrestres, cómo la empresa internacional trata de adueñarse de los descubrimientos y cómo los exploradores reaccionan ante cada imprevisto.

Lo único que debo lamentar es el inicio un poco lento de la acción. En mi caso, tuve la sensación de que los primeros 30 minutos eran casi irrelevantes (o absurdos). Luego sentí que la actuación de ciertos personajes se asemejaba a la de una comedia americana. Pero eso fue antes de que empezara la acción de verdad.

Debo criticar el uso casi imperceptible de las 3  dimensiones. Durante gran parte de la película tuve la sensación de estar ante una película tradicional y eso me frustró un poco (sobre todo por el precio de la entrada).

En todo caso, aconsejo esta película a todos los que busquen algo de intriga, mucha acción y muchas preguntas metafísicas y científicas. No se arrepentirán para nada. Puede que estemos ante una de las mejores producciones de este año.