Educación
Aprendizaje de la arquitectura
La primera dificultad a la que se enfrentan tanto profesores como estudiantes de arquitectura, es a la definición de profesión, lo que interesa aquí es entender que su complejidad surge por su misma heteronomía.
La Universidad en este momento está centrada, más que en la adquisición de conocimientos fundamentados en ciertos saberes, en el desarrollo de habilidades. Estas sí le permiten al estudiante desempeñarse como profesional de la arquitectura, pero no crean actitudes reales frente a los problemas del espacio y su habitabilidad.
Por esto se hace necesario diferenciar entre la adquisición de conocimientos y el desarrollo de capacidades o habilidades, pues estas dos cosas a menudo se confunden en las facultades de arquitectura. Por ejemplo, se puede ser hábil para realizar maquetas (como capacidad manual), pero esto no quiere decir que se entienda y manipule realmente el espacio que se está representando. Se puede ser muy instruido en la historia de la arquitectura y el arte, recitarla al derecho y al revés, pero si ésta no se utiliza como instrumento de reflexión del presente y de la misma práctica cotidiana de la profesión, se sigue siendo un hacedor de edificios bien informado.
En este sentido, hay que diferenciar la habilidad y el conocimiento con convicción y cambio. Aprender arquitectura es adquirir ciertos saberes, que permiten entender y solucionar los problemas que le competen a la profesión.
Y la pregunta fundamental sería entonces ¿qué tipo de saberes son los que debe adquirir un estudiante de arquitectura para convertirse en arquitecto en nuestro contexto?
Es preciso aclarar que los saberes que necesita un arquitecto para asumir su desempeño profesional no están muy lejanos de estas áreas que se han venido consolidando en la arquitectura. El problema real es de planeamiento; no tiene sentido seguirlas asumiendo como materias simplemente, hay que entender que lo que se necesita realmente es formar a los estudiantes, más que equiparlos con unos contenidos.
El sistema actual impone respuestas acabadas que no nos pertenecen. No podemos seguir pensando que estudiar arquitectura es cursar una serie de materias en las que se dan conclusiones con el objetivo de imponer gustos estéticos.
En nuestro contexto, el esfuerzo debe estar enfocado hacia la asimilación de saberes que den espacios para los procesos y para la búsqueda de respuestas acordes con las estéticas y formas de habitar del hombre colombiano.
Por esto cada área debe ser vista desde una perspectiva más amplia y en este sentido su presencia curricular debería emanar desde el saber que le compete, así:
-Diseño: Saber proyectar
-Construcción: Saber construir
-Dibujo: Saber representar
-Teoría e historia: Saber Pensar
Entender los currículos en estos términos, clarifica muchas cosas. Lo importante no es la materia en sí, sino el saber que está en la base.
De esta manera se asumen procesos de apropiación para nuestro contexto, los saberes bien fundados y agrupados a partir de uno fundamental que es el saber pensar, permiten otorgar formas alternas para hacer arquitectura.
Más que vaciar contenidos que pretenden respuestas inmediatistas y preestablecidas para ciertos problemas, se desarrollan competencias para digerir problemas de habitabilidad y dar solución a ellos desde los diferentes componentes y posibilidades que el mismo contexto potencia.
José Elmer Castaño, María Elena Bernal, David Augusto Cardona e Isabel Cristina Ramírez
Acerca de esta publicación: el artículo “ Aprendizaje de la arquitectura ” de José Elmer Castaño, María Elena Bernal, David Augusto Cardona e Isabel Cristina Ramírez, corresponde a un capítulo del ensayo académico publicado anteriormente bajo el título: “ La enseñanza de la arquitectura, una mirada crítica ” por las mismas autoras.
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