Literatura

El secreto de Isaías

Luis Alcides Aguilar Pérez

03/07/2014 - 11:20

 

Era un día de más de tantos que transcurrían en el pueblo, acompañado por un sol que quería cocinar a la gente, y como dicen nuestros viejos, con la mano mala.

Penélope, una joven que vivía con un muchacho de su misma edad, diecinueve años, se encontraba acurrucada sobre el regazo de su amado, dando ambos rienda suelta a sus imaginaciones. Ellos cavilaban sobre lo duro que estaban los días, mediante los cuales no habían logrado alcanzar los objetivos propuestos y mejorar  así un poco sus vidas.

Penélope y el marido eran agricultores, cultivaban maíz, yuca y patilla; pero este año fue cruel con ellos. Todas las cosechas resultaron un total fracaso, sufriendo ahora el acoso constante de las personas a las que debían dinero, créditos que obtuvieron ellos, pensando en pagar con los resultados de la cosecha.

Desde hacía mucho tiempo al pueblo había llegado un muchacho llamado Marcos; buena gente, no tenía oficio definido, de ahí que siempre se rebuscaba haciendo trabajos que le permitían ganar lo suficiente para sobrevivir. Marcos vivía en casa de Penélope, quien un día agradeciéndole un favor que él le hiciera, le permitió que durmiera en la cocina de la casa. El, con lo poco que ganaba, de vez en cuando le ayudaba a Penélope con dinero, logrando solucionar en ocasiones los apuros de alimentación a ella y a su marido.

Una mañana, Penélope despertó sobresaltada, había tenido una pesadilla en donde ella invocaba un espíritu, hablaba con él y éste le respondía todo lo que le preguntaba, ella le comentó al marido lo soñado y éste también sorprendido dejó escapar una sonrisa de asombro, prendiéndosele el bombillo de las ideas.

De un momento a otro el pueblo cambió de ambiente y todo por la presencia de una espiritista. A la casa de Penélope llegaban a cada momento personas de los pueblos cercanos; enfermos novios, ilusionados, todos queriendo saber su futuro o descubrir lo desconocido.

Desde el momento en que Penélope tuvo el sueño, todo empezó a cambiar para ella, el marido y Marcos, ahora las cosas eran diferentes, estaban bien económicamente y con grandes proyectos, Penélope, como espiritista era todo un éxito ya que todos se sentían bien respondidos, algunos volvían a dar fe de los resultados. El progreso de Penélope era notable, para asegurar y aprovechar la suerte decidió comprar una casa y olvidarse de los malos tiempos, con lo mucho que ganaba podría vivir cómodamente.

Un día a la espiritista le llegó a consulta un señor bastante alto de estatura, robusto, moreno, ojos de fuego, sobre su cabeza reposaba un sombrero sabanero, una mochila de fique sobre su hombro derecho; su aliento dejaba escapar un olor a tabaco. El señor de semblante reservado, preguntó que si ella era Penélope, a lo que ésta respondió afirmativamente.

Penélope atendió al señor, no como a un cliente más, este le causó gran impresión  ya que el pedido era invocar el espíritu de un tío  que en tiempos pasados peleó con el diablo. El interesado ya había tenido dos enfrentamientos con el diablo y para lograr vencerlo en el tercer encuentro, debía conocer el tercer secreto, el mismo que se suponía lo conocía su difunto tío Isaías. El señor le dijo a Penélope que si lograba  que su fallecido tío Isaías  le dijera el tercer secreto; él en pago le daría la mitad de su finca con varías hectáreas sembradas y un poco de dinero. Penélope pensó que, además de todo lo ocurrido, ésta era la gran oportunidad de su vida  y decidió aceptar la seductora propuesta sin medir las consecuencias.

En la segunda sesión de espiritismo, Penélope tampoco logró su objetivo de hablar con el espíritu de Isaías. Penélope y Marcos se encontraban de pelea  por diferencias de ideas y dinero; Marcos no quería seguir prestándose para los engaños de Penélope, ya que Marcos era el dueño de la voz  que se escuchaba al momento de las sesiones de espiritismo practicadas por su socia Penélope, voz que  resonaba  como si fuese de ultratumba, efecto que conseguía Marcos  con la ayuda  de un recipiente plástico y grande, el  que fue perforado con pequeños orificios.

Al momento de consumar  los propósitos, Marcos se introducía dentro del recipiente plástico y tapaba la boca del mismo, procediendo a balbucear palabras que se escapaban por los pequeños huecos  del recipiente y todo parecía como si fuese realidad.

La pelea entre Penélope y Marcos se prolongaba, no logró convencer a Marcos para seguir con el trabajo encomendado en el momento; pero ella, no queriendo dejar ir lo que consideró su máxima oportunidad, continúo fingiéndole a su cliente.

Al día siguiente, Penélope no dio importancia a los inconvenientes con Marcos e hizo alarde de sus capacidades. Le dijo al cliente que el espíritu a invocar era difícil y que hoy venía a las buenas o a las malas. Era la tercera sesión, Penélope inició como de costumbre, pero en el transcurso de sus normales apariencias fue perdiendo el control de su consciencia, hecho que nunca había ocurrido en sus constantes engaños hacia sus clientes, ella, trató de zafarse de la fuerza interior que se iba apoderando lentamente  de su ser, pero todo fue en vano, al cabo de algunos minutos su voz cambió por completo y se empezaron a escuchar  frases que contenían un mensaje, era el tercer secreto. Al recibir lo pedido, él señor cumplió lo prometido a Penélope.

Al término de seis meses se rumoró en todo el pueblo la pelea que un señor del pueblo vecino realizó con el diablo, logrando derrotarlo. En el transcurso de esos seis meses, Penélope sintió pasos pesados y continuos en su casa, además tenía constantes visones en las que un personaje extraño le pedía olvidar para siempre el tercer secreto, el que a pesar de su inconsciencia al momento de su revelación le quedó grabado  en la mente  como una obsesión, de lo contrario perderían sus almas Penélope, el marido y Marcos. Desesperada, Penélope recorrió todos los pueblos del Cesar, la Guajira y otros, buscando a alguien, un brujo que le ayudara a olvidar el nefasto secreto. Su fortuna se agotó en afán de salvación.

Al cumplirse los doce meses de la revelación del secreto, en una noche bastante tenebrosa, los perros de todo el pueblo empezaron a aullar de manera hostigosa, los árboles a moverse en un vaivén burlón, las gallinas a cantar como gallos; todo parecía el fin del mundo. De repente, el pueblo fue sorprendido por un torbellino, el que se forma de la nada y con su fuerza  hace temblar los fuertes cimientos y techos de las casas; pero destrozó exclusivamente la vivienda de Penélope, levantando  de tajo el cuerpo de  Penélope de su cama, al igual que el de  su marido y el de Marcos, regresándolos de manera estrepitosa y sin vidas.

 

Luis Alcides Aguilar Pérez

 

Acerca de este cuento: “El secreto de Isaías” es un relato extraído de “La Múcura de Parménides – Poemas, cuentos y reflexiones” (2008). Su autor, Luis Alcides Aguilar Pérez, nació en Chiriguaná (Cesar, Colombia) y es docente de la Institución Educativa Juan Mejía Gómez de Chiriguaná, en el área de las Ciencias Sociales.

Sobre el autor

Luis Alcides Aguilar Pérez

Luis Alcides Aguilar Pérez

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Luis Alcides Aguilar Pérez (Chiriguaná- Cesar). Lic. En Ciencias Sociales de la Universidad del Magdalena. Docente de secundaria. Fiel enamorado del arte de escribir. Publicaciones: La Múcura de Parménides – Compendio de cuentos, poesías y reflexiones; Sueños de libertad – Cuentos, poemas y diez reflexiones; Chiriguaná. Historia y Cultura. Novela inédita “¡Y la culpa no es de Dios!”

@LuisAguilarPe

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