Opinión

Colombia y Brasil: lágrimas de alegría y dolor

Natalia Gnecco

10/07/2014 - 12:22

 

“Uma derrota que vai marcar uma naçao" (Una derrota que marcará una nación), con esta sentida frase mi amigo Hamilton Cidade actualizó su status en Facebook para describir la tristeza que lo embargaba luego de la goleada que le propinó Alemania a Brasil en Belo Horizonte.

Con sólo ver el cinco a cero en los primeros treinta minutos el público brasilero entró en depresión. Niños, adultos y jóvenes llorando ante las cámaras por el inmenso dolor que les causó esta aplastante derrota.

Siete goles germanos que borraron del espejo retrovisor victorias anteriores como la del Mundial de 2002 en el Estadio Internacional de Yokohama de  Japón, donde le ganó por 2 – 0 y Brasil se convirtió en Campeón Mundial por quinta vez. Hoy, la historia es diferente, el llanto enluta a Brasil.

Estas lágrimas son de dolor, porque Brasil jamás había sido goleado en su propia casa y esto es muy triste. Hoy llora Brasil, pero la semana pasada lo hizo toda Colombia unida a James Rodríguez en Fortaleza, con el balance que ya concomemos: un juego dramático, un pésimo arbitraje, una estrella de fútbol con fractura en la tercera vértebra de la región lumbar y una derrota.

A estas alturas, está comprobado que Brasil no usó su “jogo bonito” ni se distinguió por ser el “rey del deporte” que todos conocíamos, prueba de ello es que cometió 31 de las 54 faltas que ocurrieron durante el partido de cuartos de final del Mundial 2014 ante Colombia y la penosa derrota ante Alemania.

Pero más allá de la eliminación, estoy segura que las lágrimas de James perdurarán en la memoria de los jóvenes que por primera vez vibraron con un Mundial de Fútbol. Esto no se olvida jamás, lo digo porque a mí no se me olvidará nunca mi primer Mundial en 1978. Mi papá compró su primer televisor a color cuando aún Colombia seguía sumergida en el blanco y negro y esto fue todo un suceso en mi casa de la Avenida Libertador en Santa Marta.

Sentada frente a una inmensa pantalla, rodeada de fanáticos del fútbol orquestados por mi padre, quien fue jugador en su juventud y ex-gerente del Unión Magdalena, grité con ellos cada gol que marcaban.

Así descubrí quién era Mario Kempes, Passarella, Zico, Pelé, Michel Platini, entre la admiración y el alboroto porque mi casa parecía un estadio de fútbol improvisado, con comentaristas empíricos que fueron un abre bocas a las narraciones que escucharía años más tarde con el gran Edgar Perea, pero la gran diferencia para esta generación es que Colombia no le va más ni a Brasil ni a Argentina, porque ya tiene su propia selección.

En esa época, recuerdo que la revista El Gráfico era como la biblia de mi papá. Viendo esas imágenes suspiré por conocer a Pelé y, luego, a Maradona desde cuando debutó en el Mundial de 1982.

Sin ir muy lejos, antes, los jugadores colombianos llegaban al mundial a tomarse la foto con los grandes del fútbol, ahora el mundo entero quiere una “selfie” con James, Falcao, Cuadrado, Aguilar, Ospina, Mondragón, etc.. Amigos de México, Chile, Venezuela, Estados Unidos, Canadá, Argelia, Francia, llenaron de elogios mi timeline por cada gol del conjunto tricolor. En Brasil ¡La admiración es total!

Prueba del éxito de la Selección Colombia es el reportaje de Good Morning America, titulado “Meet Colombia´s James Rodríguez, the World cup´s Latest Megastar” (“Conoce al Colombiano James Rodríguez, la última mega estrella de la Copa del Mundo”) en donde se afirma que en cada Mundial se produce un puñado de jugadores que se convierten en nombre en cada Mundial se produce un puñado de jugadores que en nombres muy conocidos, porque marcan goles o crean esas jugadas de gol y uno de ellos es “James Rodríguez”.

Como si fuera poco, después del 2 a 1 a favor de Brasil otro titular salió al ruedo, esta vez online en el blog de Eurosport : “The World Cup’s lost its best player (and it’s James not Neymar)” - “La Copa Mundial perdió a su mejor jugador (que es James no Neymar)”, una excelente crónica deportiva que exalta esas lágrimas de felicidad de los colombianos al recibir el domingo pasado a la Selección Colombia,

Otra anécdota para esta temporada es que, si en el Mundial del 2006 hice parte de la fanaticada italiana en Michigan gritando “Forza Italia” con mi amiga Lucia Zenaro, en aquella emocionante final Francia vs Italia, ahora, ocho años después, no podía creer lo que veían mis ojos en el restaurante San Giorgio Trattoria de Bogotá, tremenda hinchada de mis paisanos italianos apoyando la selección colombiana en los Cuartos de Final, con un letrero en su pizarra del menú: “Italia sempre nel cuore! Forza Colombia” (Italia te llevo siempre en el corazón, ¡Vamos Colombia!)

Una muestra infalible que hemos dado un paso gigante en estos ocho años y que nuestras lágrimas son más de alegría que de tristeza. Lloramos de alegría porque perdimos con honor, porque tenemos unos jugadores estrellas.

Atrás quedaron los escándalos del Bolillo Gómez, las excentricidades del Tino Asprilla, la noticia macabra de Andrés Escobar, las visitas de Higuita a Pablo Escobar, la mala hora de Freddy Rincón con su enredo de tráfico de estupefacientes o los descaches de Iván René Valenciano. Estamos ante un nuevo capítulo del fútbol colombiano, de jugadores que siguen la línea de humildad y carisma de un Pelé o un Pibe Valderrama.

Pekerman afirmó hace poco “cuando se juega en equipo, se celebra en equipo”, yo le agregaría  “y se llora en equipo” como lo hizo Colombia y lo hace Brasil hoy. Sólo me que consuela saber que ya se confirmó para el próximo 5 de septiembre el partido amistoso entre los dos seleccionados, de cara a la Copa América de 2015 en Chile.

Desde que tengo uso de razón, he apoyado a los brasileros en el Mundial, somos pueblos hermanos, ahora cada cual tiene sus propias estrellas, atrás deben quedar las rencillas.

 

Natalia Gnecco

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Sobre el autor

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Natalia Gnecco Blog

Natalia Gnecco es una periodista y comunicadora social independiente. Ganadora del Premio Literario y Periodístico Cesar Vallejo 2011 (Caracas, Venezuela). Su columna “Natalia Gnecco Blog” contiene su trabajo periodístico producido en Canadá y en Colombia sobre personajes interesantes, temas culturales, sociales y turísticos.

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