Música y folclor

Una experiencia inolvidable: Escalona en París

Clemente Arturo Quintero Castro

13/05/2021 - 04:55

 

Una experiencia inolvidable: Escalona en París
El compositor Rafael Escalona / Foto: archivo El Tiempo

 

Por pura coincidencia era 4 de julio del año 2001, Día de la Independencia de los Estados Unidos de América, igualmente un día histórico para el folclor vallenato. Por primera vez en la ciudad de París se hacía tanta alusión a la música del Valle de Upar. Las voces escuchadas en idioma francés de la importante emisora Radio Latina, anunciaban la llegada a la capital francesa del Maestro Rafael Escalona acompañado por el reconocido artista Iván Villazón, el rey vallenato Saúl Lallemand y su grupo, con el propósito de ofrecer una conferencia musical y dos conciertos, uno de ellos transmitido en directo por Internet al mundo.

Recuerdo a continuación algunas vivencias y anécdotas. En el aeropuerto de París-Orly, el reloj marcaba las tres de la tarde.  Los avisos indicaban la llegada de los vuelos y el termómetro mostraba una temperatura de 30 grados centígrados, pleno verano.

Se abrían las puertas y empezaban a salir los pasajeros y desde pocos metros alcanzo a ver a nuestro personaje de Macondo que llegaba sonriente, vestido con un pintoresco y grueso abrigo que podía soportar una temperatura cercana a 10 grados bajo cero. Después del regocijo de nuestros saludos, todos le solicitamos que se quitara de sus hombros tan pesada vestimenta para así permitirle sentir la cálida y seca brisa parisina, pero con sorpresa para todos, inmediatamente rehusó nuestra propuesta diciéndonos: “me quedo así por si acaso”.

Seguidamente pude observar lo que no podía faltar en los viajes vallenatos; en los maletines de mano de los visitantes sobresalían ligeramente los picos de varias botellas de Whisky Old Parr que tímidamente  llegaban al continente que las vio nacer. A pesar que es una bebida europea, muy poco se conoce en Europa y no se consigue fácilmente, algo exótico. Igualmente ocurre con los acordeones diatónicos modelo corona III, que comúnmente no se venden en los almacenes de instrumentos en toda Europa debido a su antigüedad (modelo lanzado al mercado en 1940).

Luego tomamos el vehículo que nos transportaría hacia la casa que estaba preparada para el hospedaje del maestro Escalona, de Iván y de Saúl, ubicada a pocos kilómetros del Palacio de Versalles y de los famosos bosques de Marly le Roi donde Luis XIV y María Antonieta se paseaban en sus coches los domingos.

Durante el recorrido, Escalona fijaba su mirada al paisaje indicándonos, naturalmente, su gran interés por la naturaleza, la verde vegetación, los frondosos árboles que perfilaban las avenidas y las flores de los jardines que adornaban su llegada y complacían a sus pupilas.

Esa misma tarde nos trasladamos a las instalaciones del número 42 de la calle Faubourg Sainte Antoine, donde Escalona ofreció una histórica conferencia musical titulada “Gabriel García Márquez, Escalona  y el Vallenato. Fueron muchos los aplausos ofrecidos por los asistentes para ese gran hombre al que la naturaleza le dio muchas virtudes y que enamoró a un público multicultural con sus narraciones históricas y anécdotas de nuestra provincia.

El evento fue organizado conjuntamente con el entonces embajador de Colombia en Francia, el doctor Juan Camilo Restrepo; alrededor de 400 personas disfrutaron las históricas e inolvidables canciones de Escalona, interpretadas por la flamante voz de Iván Villazón, acompañado por el fuelle del Rey Vallenato Saúl Lallemand. Recuerdo muy bien ese momento inolvidable: ver el rostro de Escalona irradiando orgullo, alegría y sentimiento en el preciso momento en que Iván Villazón con su brillante voz describía el Arco Iris que adornaba a París.

Posteriormente, recorriendo los alrededores de la exuberante obra de Gustavo Eiffel, esa torre de 320 metros de altura insignia de París, el marco urbanístico de las voluminosas fuentes de Trocadero, el derroche de las fuentes de arte de la Plaza de la Concordia, la majestuosidad del Museo del Louvre, el trazado urbanístico de los campos de Elíseos con ese deslumbrante arco que en su final se perfila, marcaba el triunfo de esa mirada de Escalona que se paseaba por la Ciudad Luz.

En los momentos en que caminábamos por los Campos Elíseos, recuerdo que ante la multitud Escalona no dejaba vacilar su interés por las bellas y abundantes mujeres que pasaban como avestruces a su lado sin poder dirigirles una palabra por causa del idioma, realmente estaba impresionado.

Unos minutos más tarde, me solicitó que detuviera a una de esas mujeres y le pidiera que si podía complacerlo permitiéndole unos segundos para mirarla con detenimiento. Pues así lo hice, hasta lograr que una de ellas me aceptara tan difícil encargo. La acertada mujer, al recibir mi solicitud me contestó con una frase: “si me quiere mirar que me mire”, e inmediatamente Escalona se puso al frente y emprendió por algunos segundos su fuerte y centrada ojeada, iniciando por los pies hasta alcanzar los finos y rubios cabellos que la mujer lucía, e inmediatamente ella desapareció del lugar.  Aquello parecía algo como en las películas; mientras la miraban, la joven dama no paraba de reírse y el maestro permanecía serio, al terminar nos vinimos todos en risas y el nos expresó: ¿Por qué a las mujeres aquí no les gusta que las miren?

Siguiendo el programa trazado, al día siguiente, la emisora Radio Latina organizó una transmisión en directo y por internet desde las instalaciones de Café Latina en los Campos Elíseos. Allí se difundió el concierto ofrecido por Villazón y Lallemand, alternando con entrevistas realizadas a Escalona y al grupo musical.

Desde luego, esa fue una noche especial; el sólo contar con dos horas de transmisión en directo en francés por la prestigiosa emisora Radio Latina de París fue realmente maravilloso e histórico para nuestro folclor y un gran privilegio y satisfacción para todos los asistentes.

Terminado el evento, recuerdo, era la 1:30 de la madrugada y como es usual en las noches parisinas, la ciudad no se silenciaba al observar ese ambiente propicio: Saúl Llallemand abrió su acordeón y bien acomodados en las bancas públicas situadas a pocos metros del famoso cabaret del Lido, se daba inicio a la parranda histórica. Allí Escalona mostró sus dotes de bailador. Estaba feliz. Esa noche nos dijo: “después de esto ya me puedo morir”.

Expresaba su gran satisfacción y alegría por la belleza del lugar y por la inmensa circunferencia que formaba a nuestro alrededor un público de diversas culturas del mundo, ese mismo publico que todos los días uno puede observar en esa prestigiosa avenida trazada a petición de Luis XIV en 1664, por el visionario paisajista André Le Notre y el duque d Antin como vía triunfal para los paseos peatonales de los parisinos. Esa noche convertida en avenida de los campos vallenatos.

Con este gran marco histórico nos quedaron a todos los que compartimos con Rafael Escalona, los gratos e inmortales recuerdos de un viaje de sueño y el testimonio vivencial de su primera visita a París. Los invito a descubrir por primera vez publicado en Colombia el texto histórico de su única conferencia ofrecida en la ciudad de París.

 

Arturo Quintero Castro

 

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