Literatura

Clásicos colombianos: La balada de María Abdala

Redacción

21/06/2012 - 11:15

 

Juan Gossaín / Foto: El EspectadorEntre la vasta y densa literatura colombiana, queremos destacar la obra de Juan Gossaín “La balada de María Abdala”. Una novela escrita con un estilo fino y elegante que recoge las vivencias de una pareja de inmigrantes libaneses llegados a Colombia a principios del siglo XX, cuando el país de Oriente medio se encontraba bajo dominio turco y padecía la violencia.

Publicada en el año 2003, esta novela corta no logró escapar de la etiqueta tan reductiva que es el realismo mágico. A su salida, los comentarios de los críticos fueron tan elogiosos como cortantes y crueles. Un ejemplo es el comentario de un periodista de Semana, Leonel Fierro, quien dijo que “la balada de María Abdala no es más que una regular tentativa de aproximación al mundo mágico de Macondo”.

Pero hoy queremos volver a la musicalidad y a la serenidad de su prosa sin las comparaciones que enturbian las lecturas. Juan Gossaín es un escritor de un grandísimo prestigio y, si es cierto que su novela recoge numerosos elementos que caracterizan a la obra del ilustre Gabriel García Márquez, también tenemos que apreciar sus particularidades y logros.

Primero y antes de todo, el hecho que el narrador sea el hijo fallecido de esa pareja de inmigrantes es algo que nos sitúa de inmediato, sin rodeos ni largas descripciones, en un mundo en el que conviven muertos y vivos.

La historia empieza con la descripción inminente de la muerte de María, una mujer carismática y querida de todos los vecinos, que, si bien llegó sin hablar una sola palabra de castellano, consiguió erguirse como una de las figuras trascendentales del pueblo: San Bernardo del Viento.

Madre de cuatro hijos, su belleza y fuerza de carácter rebasaron rápidamente los confines del pueblo, atrayendo a todo tipo de hombres y generando a veces catástrofes imposibles de prever.

Otra característica de esta obra, es la relación entrañable que existe entre la pareja y el pueblo costeño. Esa relación se alimenta de las contradicciones de cada uno. Abierto y asoleado, el pueblo de San Bernardo del Viento no deja de ser una aldea conservadora donde los personajes escrutan sus idas y venidas, donde las noticias circulan más rápido que el viento.

Por otro lado, la pareja de extranjeros, unida firmemente a sus costumbres, muestra una capacidad de adaptación fuera de lo común. Sus riñas y rencillas esconden un amor profundo y leal que se crece ante las adversidades.

María y su marido logran superar las grandes diferencias, se integran y se ganan el respeto de todos, de tal modo que acaban considerando este pedacito del Caribe como su tierra natal.

La representación de ese sentimiento por la tierra Caribe es uno de los mayores aciertos de Juan Gossaín, pero también debemos rescatar cómo el autor recrea poco a poco la maduración de la pareja, cómo el volcán que los adueñaba en la cama y les alborotaba la sangre en los primeros años de matrimonio va apagándose lentamente con cada parto, hasta permanecer en un estado de ceniza caliente: como un sentimiento cálido y latente.

El libro termina siendo una gran reflexión sobre lo que es la experiencia y la vejez, la evolución del amor y sus caras cambiantes, la poesía y la realidad, y por eso, se transforma en una lectura placentera para todo tipo de lectores.

2 Comentarios


IVAN RAMOS 30-11-2014 04:14 AM

DON JUAN ME GUSTARIA CONOCERLE EN PERSONA DADO QUE MI ABUELO PASCUAL MIRANDA FUE EN SU TIEMPO UN GRAN AMIGO SUYO ESE QUE USTED EN UN ARTICULO PUSO COMO PASCUAL DEL MONTE UN JOVEN BEISBOLISTA CARACTERIZADO POR SER MUY HABILIDOSO COMO PICHER Y CUYO A PODO FUE EL PERRO DE YOYA DEBIDO A QUE A SU MADRE LE DECIAN HACI POR CARIÑO Y PORQUE EL CON LAS BOLAS DE BEISBOL ERA MUY DIFICIL DEJARLAS PASAR

Byron Luis Vacca Pertuz 04-05-2020 06:02 AM

“NADIE LE HA ROBADO NADA A GARCÍA MÁRQUEZ” Por: Byron Luis Vacca Pertuz Respuesta tardía a Leonel Fierro, periodista. Él se parece a nosotros porque nació de nosotros, imposible decir, que si todos decimos ¡Carajo! El que lo dijo primero, enmudece a los demás. Todos tenemos el derecho de decir ¡Carajo! “Legalmente” somos costeños y podemos decir las mismas vainas o parecidas, sin montarse en el mismo tren o burro (Depende el lugar); es lógico, tiene sentido común. Las paredes culturales y de la expresión libre no existen y si existen se allanan, no se levantan (síndrome de Trump). ¿Será que son como los que minimizaron a Honorato de Balzac? Por ahí, hay un poco de gente así. Creen que saben abrir portillos o brincarse la cerca sin dejar la huella en el brincadero (No es el “Chivo Negro”, canción del Maestro Julio Ojito Mendoza- https://www.youtube.com/watch?v=UXCseFGMF_M). Por ejemplo, yo, descendiente de ancestros inmigrantes italianos (Eso dicen), que habitaron en la zona de Chibolo, Real de Los Obispos, Tenerife, Ciénaga el Magdalena del siglo XVIII, se metieron por Ciénaga, pasaron a Barranquilla y finalmente a Polonuevo (Atlco), dejando la prole esparcida por doquier; Revuelto con Tomasinos y Sabanalargueros. No tengo la culpa que al escribir (Aclaro no soy “Escritor”, me gusta la pluma fina y roma), mande unos viajazos bautizados por los curas literarios, como “Macondianos”. Esa vaina la llevo en la sangre o mejor lo llevamos los caribeños y sabaneros. Yo conozco un Arcadio y no es Buendía, es Polo, tiene unos cuentos bacanísimos o del putas (Fíjate que hasta el corrector del PC se equivoca, dice que no es del putas sino “de las putas”); considero no es conveniente mostrarte, se requiere madurez literal y cultural. Te reirías al leer por lo menos su Facebook (Eso sí, lleno de “errores de rapidez” , que el mismo Nobel avalalaría). Si eres objetivo, lo aplaudiría. Si te quitas las cocheras literarias que tienes, lo disfrutarías. Si entendieras, que Macondo es un pueblo con altoparlantes, de muchas voces, bien hermoso y culto, un rompecabezas, del que García Márquez sólo posee un gran pedazo. Los demás, de igual tamaño, están en San Bernardo del Viento, Santa Cruz de Lorica, Pileta (Corozal), Polonuevo (Atlco), Ciénaga (Mag), Soledad (Atlco)Barranquilla (Atlco), etc. Un viaje a Estocolmo para cualquiera de ellos sería justo. Leonel, la Literatura es un baile de armonioso de sabor, de Testes y Úteros; dibujados con pinceles de amor. ¡Eche! Que al final llamamos “Los Pelaos”, hijos del telegrafista, un comerciante del bajo Sinú, del Sultán Otomano, etc. A estos “manes” y mujeres del ayer, le debemos favores, ellos fueron quienes gestaron faenas memorables, muchas se fueron en su memoria al camposanto para siempre (Les llamo actores al “Gratín” o “Gratinianos”). Otras gracias a García y los nacidos en las poblaciones aquí citadas (A quien maltratas), permanecerán sempiternamente. El todo está en quien maneja la batuta, ese es el punto. Quien, y como hace el sancocho de rabo, costilla, Sábalo, Bocachico, Cabeza e Cerdo, carne Salá; mejor aún, quien lo menea. Qué pena, fue que me dio “Rasquiñita” tu artículo del 8/11/2003 en Semana, lo leí apenas el 3/05/2020, por vainas del confinamiento. Afirmar que: “La balada de María Abdala no es más que una regular tentativa de aproximación al mundo mágico de Macondo.” Aunque precises que el tema es la estructura…Me parece soez e irrespetuoso. Postdata: En mi concepto, de las obras del Nobel, me gustó más “Los Funerales de la Mamá Grande”. No me critiques eso, por favor.

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