Ocio y sociedad

Colombia dividida y en la incertidumbre

Samny Sarabia

04/10/2016 - 06:10

 

Día de elecciones para el plebiscito en Valledupar (Colombia) / Fotos: Samny Sarabia

Independientemente del resultado obtenido en el plebiscito por la paz convocado por el presidente de la república, Juan Manuel Santos Calderón para refrendar o dar legitimidad al acuerdo logrado con la guerrilla de las FARC, el 03 de octubre de 2016 quedará grabado en la historia reciente como el día en el que se rompió la esperanza de medio país.  

Durante cuatro años se reunieron en el Palacio de Convenciones de La Habana, Cuba, el equipo negociador del gobierno colombiano, encabezado por Humberto de la Calle Lombana y el equipo de las Farc, liderado por Luciano Marín Arango, alias ‘Iván Márquez’. Con muchos altibajos, ataques militares, declaraciones,  grandes esfuerzos y concesiones de parte y parte, pudieron adelantar, según sus criterios, un pacto en beneficio y para la construcción de la paz en el territorio.

Desde el momento en que se conoció la noticia de las negociaciones del gobierno Santos y la guerrilla más antigua del continente, se hizo evidente la división impulsada desde la oposición; sectores de derecha y ultra derecha de la política del país, mientras que la izquierda se inclinó por rodear e involucrarse más en el proceso. Con las negociaciones empezó la desinformación, los insultos, el miedo y las agresiones constantes de todos contra todos hasta llegar a una inconveniente polarización.

Durante las conversaciones, Santos empezó una gira mundial para conquistar apoyo internacional, un sustento económico y moral en favor de un proceso negociado para poner fin al conflicto armado interno que ha sufrido Colombia por más de medio siglo. Un conflicto que ha deja como resultado más de 220.000 muertos, 6,9 millones de desplazados, cientos de heridos y mutilados; una carta que quisieron jugar y barajar al país algunos mandatos presidenciales  desde Guillermo León Valencia (1962- 1966) hasta los dos de Álvaro Uribe Vélez (2002- 2010), todos fallidos.  

La guerrilla de las FARC ha sido un hueso duro de roer, un grupo alzado en armas que tiene sus orígenes según documentos históricos en el año 1946 antes del magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán en 1948, que ha soportado el repliegue militar del Estado, dejando a su paso un sinnúmero de delitos que violan todas las leyes colombianas y el derecho internacional humanitario (DIH): reclutamiento de niños, violaciones a mujeres, secuestros,  masacres, tomas a municipios y estaciones de policías, narcotráfico, etc. Todos esos delitos le han hecho merecedora del rechazo y la antipatía de la población civil y de la comunidad internacional que hasta hace una semana, les mantuvo incluida en la lista de terrorista.

En diciembre de 2015, una imagen donde aparecieron el presidente Santos y  ‘Timochenko’ apretándose las manos con la venia del presidente cubano Raúl Castro dio la vuelta al mundo. Luego de la visita a la isla de representantes de los familiares de las víctimas del conflicto, se había firmado el acuerdo más importante de las negociaciones, el de la justicia y reparación a las víctimas, un  punto neurálgico, el que ha tenido más críticas en Colombia, por parte de la sectores de centro, derecha e izquierda y de voces internacionales acreditadas como la José Miguel Vivanco, director para las Américas de la Human Rights Watch.

Más adelante, el acuerdo de paz colombiano volvería a ser noticia nacional mediante la firma de un acuerdo denominado ‘Fin del Conflicto’, las partes negociantes pactaban públicamente a mediados de 2016 el cese el fuego bilateral y definitivo,  que describía la dejación de armas por parte de las Farc. El cese entraría en vigencia 180 días después de la firma del acuerdo de paz final y contaría con el acompañamiento de observadores de paz de la Organización de Naciones Unidas.

En ese mismo acuerdo se estableció la creación de las 23 zonas veredales y los ocho campamentos donde de manera temporal se concentrarían los guerrilleros mientras hacían la transición y la reincorporación a la civilidad. De esas 23 zonas transitorias de normalizacion, una quedó establecida en la vereda ‘Los encantos’ en la cabecera municipal de La Paz. 

Luego de ser aprobado por la Corte Constitucional el proyecto de plebiscito, el gobierno nacional presenta el 30 de agosto del 2016 la pregunta que haría al país para legitimar el resultado obtenido en las negociaciones en La Habana: ¿Apoya el acuerdo final para terminación del conflicto y construcción de una paz estable y duradera? A 32 días de la fecha de realización del plebiscito, la división se hizo más profunda. El país se sumió entre la resistencia de los impulsadores del NO y las explicaciones de los promotores SÍ.

Mientras los ataques -ya no con bombas y fusiles, sino con palabras- iban y venían, los colombianos tomaron partido. Ambos bandos se dedicaron a generar información y a defenderse de las arremetidas de los contrarios. En escenarios públicos y privados, académicos, redes sociales y hasta en los medios de comunicación que también buscaron su orilla, el plato central era el plebiscito por la paz. Y no podría ser de otro modo, desde el plebiscito celebrado en 1957 en cual liberales y conservadores se repartieron la administración del estado en el Frente Nacional, el país no había utilizado ese mecanismo de participación para hacer reformas o adiciones a la constitución nacional.

El lunes 26 de septiembre en la ciudad de Cartagena, el presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño Echeverri, alias ‘Timochenko’, jefe máximo del grupo guerrillero firmaron el Acuerdo de La Habana, un tratado que contó con el respaldo internacional de países como Estados Unidos, Argentina,  Bolivia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela; así como de naciones garantes como Noruega donde se iniciaron los contactos con el grupo guerrillero y de Cuba donde se desarrolló el proceso. 

El 02 de octubre, los votantes que alcanzaron a llegar a las urnas, se pronunciaron, alzaron su voz para responder NO a la pregunta realizada en el plebiscito. Buscando según argumentan sus impulsadores, una renegociación con el grupo insurgente, un nuevo acuerdo donde la impunidad no tenga cabida y donde los guerrilleros, incluidos los miembros del secretariado mayor puedan pagar sus delitos en la cárcel.

Pero, ¿será las Farc capaz de dejar su inicial propósito ‘revolucionario’ a un lado, abandonar definitivamente las armas y el negocio criminal con el que han financiado su guerra para congraciarse con una sociedad civil que según el resultado de las encuestas, no le perdona las atrocidades cometidas en nombre de la revolución? Una sociedad que según los indicios de hoy, le obstaculizará una posible llegada al poder por medio del ejercicio político.

Hoy la realidad es otra, es rara y en este nuevo capítulo, con un anuncio del presidente Santos de no abandonar su objetivo hasta el último minuto de su mandado y de la sostenida voluntad de paz expresada por la organización de Farc posterior al conocerse el resultado de las votaciones del plebiscito, el panorama es otro, defensores del NO y del SÍ no tiene opción distinta que aguardar la próxima jugada del gobierno, de los impulsadores del NO y de la guerrilla; quedando todo el país supeditado a una incertidumbre que cada minuto se hace más fuerte a causa de un futuro incierto y con visos de cambio cada día más lejanos.

En la dicotomía del SÍ y el NO ganó el abstencionismo

El boletín número 22 arrojado por la Registraduría Nacional indicó que 6.426.621 colombianos, el 50.23% se impuso con el NO sobre el 49.76% representado en 6.366.621 de los votos del SÍ. Una mínima diferencia de 60.237 votos.

Sin embargo, el gran ganador de la jornada fue el abstencionismo con un porcentaje del 62,6%. Los colombianos, en el caso de algunas poblaciones de la Costa Atlántica no pudieron salir a votar por causa de las lluvias e inundaciones que dejo el Huracán Mattew, otros simplemente no salieron a votar.

A las 8 de la mañana este medio recorrió varios puntos de votación de la ciudad, iniciando en el colegio Loperena donde el señor gobernador Francisco Ovalle Angarita abrió oficialmente las votaciones, seguido de los colegios San Joaquín, Inspecam, Alfonso López, el Instituto Técnico La Nevada y la facultad de Bellas Artes, en todos los puntos durante las horas de la mañana, se notó poca asistencia y una progresión lenta.

Cabe resaltar que la población que dio ejemplo, fue la perteneciente a la tercera edad. Los mayores llegaron en medio de la lluvia y como acostumbran a hacerlo para para las elecciones a cargo públicos, muy temprano. Ya en horas de la tarde se evidenció una gran cantidad de vallenatos, sobre todo jóvenes, que no pudieron ejercer su derecho al voto porque el tiempo no les alcanzó.

Dentro de los vallenatos que salieron a las urnas, PanoramaCultural.com.co consultó el voto de Ana Graciela Guevara Santiago y Luis Fernando Amaya Becerra, dos vendedores ambulantes que aunque de estratos sociales bajos y oficios iguales, ven la situación desde puntos de vistas opuestos.

Ana Graciela nació en Curumaní, Cesar y hace 27 años llegó desplazada a Valledupar. Es madre cabeza de hogar y vendiendo guiso de iguana por las calles de la ciudad ha sostenido a sus cuatro hijos de 18, 12, 10 y 7 años de edad, con ellos vive en el barrio ‘El Eden’ de la capital del Cesar. Su voto estuvo dirigido al rechazo a los acuerdos de paz con la guerrilla de las Farc.

¿Por qué votó por el NO?

Porque no estoy de acuerdo que el gobierno establezca y radique a la guerrilla después de haber hecho tanto daño y ese tema de cambio de género que llevaron a la mesa de negociación. No estoy de acuerdo y eso fue me hizo distorsionar el voto.

¿Distorsionar su voto? ¿O sea que usted antes pensaba votar por el sí?

Sí pero con eso de que si ganaba el plebiscito del SÍ iban a establecer ese régimen que va a seguir actuando en los colegios y me preocupó mucho eso del cambio de género.

¿Usted leyó algo del acuerdo, sabe explícitamente lo que dice el acuerdo sobre ese tema en particular?

No, muy poco.

¿Entonces cómo sabe que el acuerdo dice eso?

No pero no estoy de acuerdo porque soy una mujer desplazada por la violencia. Fui una persona maltrata por la guerrilla del ELN, fui secuestrada, duré dos años y tres meses en la selva y eso acabó totalmente con mi vida.

¿Era usted campesina?

Sí, me sacaron de la finca ‘Casa de tabla’, arriba de Curumaní. Fue el comandante ‘Cesar’ del ELN.

¿Realmente, usted votó NO por el hecho de ser secuestrada o el tema de identidad de género que nos cuenta?

Por ambas cosas. No estoy de acuerdo que esa gente con tanto daño que ha hecho y que seguirá haciendo, los ponga el gobierno en una estabilidad de vida mejor que aquellos que hemos sido muy afectados por la violencia, por la guerra. Eso no debería ser así, por eso no estoy de acuerdo con el SÍ.

Es mentira eso de la paz. La paz solo la da Jesucristo, el hombre terrenal no da paz.

¿Cómo se imagina a Colombia después del día de hoy?

Si gana el SÍ pienso que entraríamos a vivir un comunismo como el que vive Venezuela. Tengo la fe en Dios en que el NO es el que va a subir.

¿Y si gana el NO?

Imagino que ellos nuevamente retornarán a los campos y esa palabra de cumplimiento donde se dieron la mano con el presidente Santos empezarán a hacer estragos nuevamente, más de lo que han hecho. Se sentirán airados de que el SÍ no los va a subir al punto donde ellos quieren estar.

Gane el SÍ  o el NO, el país va a seguir igual. Cambio no va a ver. La palabra dice que solo Jesucristo le da seguridad a la tierra, le da paz y tranquilidad. El que tiene a Cristo en su corazón es el que puede disfrutar de esa verdadera paz porque el hombre no puede darle paz al otro hombre.

Por otro lado está Luis Fernando, un vendedor ambulante de 42 años de edad que hace un tiempo atrás se dedicaba a la albañilería pero a causa de los malos tratos, la pesada situación económica y un conflicto familiar se vio forzado a cambiar de oficio y salir al rebusque en su destartalado carro de cholados. Tanto Ana Graciela como Luis dicen sentir el abandono del estado pero él a diferencia de ella, le apostó al SÍ.

¿Por qué votó por el Sí?

Voté por el SÍ porque sentí algo especial cuando escuché hablar al presidente y a ‘Timochenko’ el de la firma del acuerdo de paz (26 septiembre).

¿Qué fue lo que le conmovió de esos discursos?

Que puede haber más ayuda para los pobres y necesitados. Los ricos jamás ayudan a los pobres y al escucharlo decidí votar por ese señor. Habló palabras contundentes.

Hace un rato usted hablaba del perdón y de que se viene una etapa difícil para el país. ¿Usted está de acuerdo o tiene la disposición de recibir con los brazos abiertos a los guerrilleros de las Farc?

Claro que sí. Yo tengo la fe en Dios y en ellos que van a cambiar. Ellos tienen que ganarse al país, cambiarlo y brindarle otras cosas que el pueblo necesita.

¿Si logra ver un cambio real en la actuación de los miembros de las Farc, y si ellos más adelante aspiran a un cargo de elección popular, usted les daría su voto?

Lo haría si veo un cambio de actitud en ellos.

¿Qué cree que le espera a Colombia después de este día histórico?

La unión. Espero que las personas puedan relacionarse más, la gente vive hoy muy desconfiada.

Que Dios le dé una luz a Santos  a toda esa gente. Que haya un cambio en el ser humano, que reflexione, que no haya tiranía entre ricos y pobres.

¿Usted tuvo la oportunidad de ir al colegio señor Luis?

Hice hasta la primaria pero he estudiado bastante la biblia. Ahora grande debería estudiar, veremos a ver qué pasa.     

 

Samny Sarabia

@SarabiaSamny 

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