Ocio y sociedad

Dequeísmo y otros males que sabotean el lenguaje

Redacción

26/11/2012 - 10:40

 

Armando Arzuaga El lenguaje tiene esa característica de ser vivo, de cambiar y muchas veces reflejar también lo que somos. Es lo que nos une al mundo, lo que nos permite exponer y crear sensaciones, pero también y, por encima de todo, hacernos entender.

El uso desmedido de las nuevas tecnologías y también los niveles bajos de lectura, contribuyen a que el lenguaje se deteriore y que llegue a situaciones escritas tan evocadoras como esta: “Kro vrt. Pork no sta trd?” (abreviación habitual en un Blackberry para decir “Quiero verte. ¿Por qué no esta tarde?).

El uso rutinario de estas formas incorrectas las instala de manera persistente en el panorama e impiden reconocer cuáles son las buenas prácticas, es decir esas formas escritas que sí deberían aparecer en una carta, un  informe profesional, o una redacción literaria.

El taller organizado la pasada semana en el Banco de la República de Valledupar viene justamente a aclarar muchos conceptos del lenguaje diario y los abusos que solemos cometer por desconocimiento o, simplemente, por costumbre.

Y hablando de errores, el tallerista y lingüista, Armando Arzuaga Murgas, resaltó un listado considerable. Muchos tienen que ver con las preposiciones que empleamos de manera anárquica. A modo de ilustración, el dequeísmo y el conismo son los términos empleados para describir la tendencia de una persona a emplear de manera excesiva las formas “de que” o “con que” en una expresión oral o escrita.

Ejemplos incorrectos como “Respondió de que no tenía idea” o “Opino de que ya no es necesario tomar esta medida tan drástica” son habituales en las redacciones de estudiantes universitarios o comunicadores sociales.

“Los periodistas, y sobre todo los locutores, caen con frecuencia en ese error del dequeísmo”, explica Armando.

Según el tallerista, los medios de comunicación tienen el poder de potenciar el mal uso de ciertas formas incorrectas y uno de los ejemplos más recientes es el caso de la telenovela  “Betty la Fea” que exacerbó el dequeísmo de manera contundente en Colombia.

No obstante, también observamos otra tendencia. En las aulas, el dequeísmo ha propiciado una fobia llamada la “dequefobia” que, como lo sugiere el nombre, consiste en tener miedo a emplear la forma “de que”.

Varios ejemplos aportados por el tallerista nos enseñan casos de estudiantes que, ante los severos reproches de sus maestros, deciden no volver a usar jamás la forma “de que”.

Ante esa imagen, ¿cuál es la solución para no incurrir en una dequefobia o un dequeísmo exagerado? ¿Qué pasos ofrece la lengua para evitarlos?  Según Armando Arzuaga, existe una herramienta sencilla y rápida que consiste en formular la pregunta relacionada con la frase donde uno tiene la duda y, si admite una respuesta con “de que”, entonces se acepta el uso de esa forma gramatical.

Un ejemplo concreto: “Se trata de que paguen lo justo”. La pregunta -“¿De qué se trata?”- incluye automáticamente el “de que” y, por lo tanto, su uso está justificado en este caso.

Para concluir, comprobamos que el lenguaje –como todo– genera sus trampas y soluciones. El hecho es ser consciente de cuáles son los errores que se cometen y, por este motivo, son bienvenidos estos talleres que nos abren los ojos con una increíble facilidad.

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