Literatura

Philip Roth o el retrato del mundo tal cual

Abraham Prudencio Sánchez

02/01/2013 - 12:05

 

Philip Roth / Foto: BiblioAsturiasEscapar de la pobreza es como escapar de la maldición; sin embargo, Herman Roth creía que todo en este mundo era posible, y por eso no dudó en proponerle a su joven esposa dejar Galitzia, Ucrania, y recorrer el mundo entero con tal de dejar atrás todo lo vivido. Beth, al verlo tan seguro, no tuvo más remedio que empacar sus maletas; mientras caminaba, de cuando en cuando volvía la mirada triste como quien sabe que nunca más volverá tras sus pasos. Después de un largo peregrinaje los jóvenes esposos se establecen en Nueva Jersey, Estados Unidos.

Herman, sin embargo, no estaba del todo contento. Esas áridas tierras necesitaban de sangre nueva; por esa razón, uno de los días más felices de su vida fue aquella tarde del 19 de marzo de 1933: ese día vino al mundo su segundo hijo, y ante la pregunta de cómo iban a llamar a ese niño, que entre gritos y manotazos se posesionaba del mundo, Herman, mirando el horizonte, dijo sin pensar.

—Philip Roth.

 

II

Sabiéndose descendiente de abuelos emigrantes de Europa Oriental y de padres viajeros, a Philip Roth no le quedó más remedio que continuar el camino. Nueva Jersey había sido el lugar de desembarque, ahora le tocaba a él recorrer otros mundos.

Para vivir y conocer otros universos se inscribió en el ejército, pero poco tiempo después le dieron de baja: una lesión a la columna lo tornaba inservible para esas artes. Para no perder el tiempo, y creyendo que lo suyo era la academia, se inscribió en un doctorado en filosofía, pero al poco tiempo se percató de que eso no era lo suyo y simplemente lo abandonó. Pero de lo que nunca lo expulsarían ni él mismo dejaría voluntariamente fue el misterioso y apasionante mundo de la literatura. Ya desde entonces supo que sólo tenía un deber en este mundo: escribir la vida tal cual.

 

III

Es así como en 1959 aparece Goodbye, Columbus, conjunto de cinco cuentos y una novela breve que inmediatamente ganó dos cosas: el National Book Award y la condena de los rabinos por ser un judío que se autoodiaba; y, como si fuera poco, diez años después, en 1969, aparece otro libro que ocasionaría más polémica: El lamento de Portnoy, y los ataques de un sector de la población judía no se hicieron esperar. Lo que molestaba a este grupo era tener dentro de ellos a un judío liberado de las ataduras de la religión que contaba en sus libros sucesos “impresentables” de algunos hombres “descarriados” de la moral y las buenas costumbres. Sin embargo Roth continuó impasible.

Llevado por su fervor literario se avoca a la redacción de su Trilogía americana, compuesta por Pastoral americana, Me casé con una comunista y La mancha humana. El autor en esta ocasión ahonda en los problemas de integración de los judíos en la sociedad contemporánea. A lo largo de toda su obra actualiza temas como la asimilación e identidad de los judíos en Estados Unidos, explora la naturaleza del deseo sexual, en su malditismo crea personajes y situaciones embarazosas para esa sociedad en decadencia y falta de autoestima.

Cuando decimos que ha creado personajes desaforados no exageramos un ápice. Se dice que su alter ego más próximo es un tal Nathan Zuckerman, personaje que ha impuesto su presencia en numerosos libros con historias sorprendentes y paralizantes, y que explora los aspectos tragicómicos de la asimilación judía. Es fuerte, recio y con buena memoria para las traiciones. Con este personaje, Philip Roth ha querido contar cómo siente y qué piensa un escritor norteamericano.

Otro de sus personajes es David Kepesh, profesor al que le ocurren cosas “descabelladas”. Para este personaje no hay más verdad que el orgasmo; su vida gira entre los celos y la desconfianza, defectos que apaleará con el sexo. Sus deseos eróticos lo llevan a explorar mundos sublimes y pecaminosos.

 

IV

Dentro de su producción literaria encontramos personajes y temas tales como el intelectual septuagenario que cae rendido bajo el hechizo sin par de una muchacha cubana cuarenta años menor (El animal moribundo). En otro de los casos nos muestra la vida sexual de Alexander Portnoy, su obsesión por el sexo, y una larga lista de frustraciones y complejos (El lamento de Portnoy). En “Sale del espectro”, Roth se despide de Nathan Zuckerman; mediante este personaje, nos relata su decadencia física y la muerte. En “La conjura contra América” nos dice qué hubiera pasado si un antisemita como Charles Lindbergh hubiera llegado a la Presidencia de los Estados Unidos. Es en esas circunstancias cuando la población judía empieza a ser víctima de la discriminación. No debemos olvidar que Roth también ha publicado dos libros autobiográficos: “Los hechos: Autobiografía de un novelista” (1988) y Patrimonio. Una historia verdadera (1991), y su larga producción continúa tanto así que sus 28 obras han pasado a integrar la colección de la Library of América, que sólo unos cuantos autores en vida han tenido el privilegio de integrar.

 

V

A estas alturas de su existencia Philip Roth se ha convertido en el autor más apreciado y premiado de su generación. Pero no hay mejor recompensa que saber que su obra forma parte de la gran novelística estadounidense y, a pesar de haber sido acusado en numerosas ocasiones, a Philip Roth no le han faltado motivos ni razón para criticar la falsa moralidad de la sociedad.

Advierte la pérdida de valores en ese Estados Unidos donde el antisemitismo estaba institucionalizado; denuncia cualquier forma de manipulación del poder allí cuando la indignación se torna un grito incesante y eterno en cada una de sus obras.

 

VI

Sus lectores más fieles saben que Roth hace una separación entre el arte y la vida, tanto así que no escribe en el lugar donde duerme y, a pesar de que dice que “escribir es casi sufrir”, es un escritor dedicado en cuerpo y alma a la escritura.

A pesar de su gesto de severidad y fama de eremita se dice también que es un hombre amable y de fino humor, tanto así que en sus ratos libres dice que se metería al sacerdocio sólo por escuchar las confesiones de los pobres hermanos pecadores.

Y a pesar de ser considerado un clásico contemporáneo de la talla de Saul Bellow, Bernard Malamud, Norman Mailer, Thomas Pynchon o Don DeLillo, y de ser considerado uno de los pilares de la novela americana en el siglo XX junto a William Faulkner, Philip Roth sigue trabajando con el mismo entusiasmo de sus años mozos.

Encerrado en su espaciosa granja de Connecticut que ha convertido en su pequeña fábrica de escritura, cada mañana se sienta frente a su ventana a seguir inventando el mundo en que todos nosotros vivimos.

Acerca del autor: Abraham Prudencio Sánchez es licenciado en literatura peruana y latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster en literatura general y comparada por la Universidad de La Sorbona en París (Francia). Ha publicado el libro de relatos La vida no vale nada (2005), la novela El día de mi suerte (2006) y la nouvelle Hojas de otoño (2009).

Sobre el autor

Abraham Prudencio

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Los nuestros

Abraham Prudencio (Perú, 1979) es candidato a Doctor en literatura por la Universidad Paris X, Nanterre. Magíster en Literatura General y Comparada por la Universidad Paris III Sorbonne Nouvelle. Licenciado en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado La vida no vale nada (relatos, 2005) El día de mi suerte (novela, 2006) Hojas de Otoño (novela, 2009), Atahualpa, el inca que nunca muere (ensayo, 2011) Ella soñaba con el mar (novela, 2012).Ha dictado conferencias como profesor invitado en la Universidad Paul Valéry-Montpellier 3, Complutense de Madrid y en la Escuela Normal Superior de París. Asimismo colabora en diversos medios literarios. Ha sido finalista del Premio Internacional Juan Rulfo 2008. Desde el 2007 radica en Paris, Francia.

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