Literatura

Ella soñaba con el mar, de Abraham Prudencio

Jorge Cuba Luque

09/05/2013 - 11:30

 

Ilustración de la portada de "Ella soñaba con el mar"Leonor es Anaïs o Delphine, o Beatriz es Leonor, o acaso ninguna de ellas existe más que en el divagar de Pancho, un peruano varado en París en donde sueña con escribir libros que ya su doble, alter ego y tocayo del autor, por si fuera poco, ha publicado.

Con una prosa límpida y un tempo narrativo inmejorable, Abraham Prudencio (Perú, 1979) nos entrega Ella soñaba con el mar (Altazor, 2012), una corta novela que cuenta la historia de un escritor desarraigado que ha empezado a sucumbir suavemente, tocado por una suerte de follie douce, ante las consabidas trampas que Paris suele tender a los artistas: la soledad y la ilusión.

Ajeno a todo dramatismo, Abraham Prudencio nos cuenta este banal drama social, humano, artístico con una deliciosa ligereza: “Todo se podía arreglar pero Pancho se había olvidado de lo más importante en París: el dinero”.

El lector se entera poco a poco de las peripecias de Pancho con una inevitable sonrisa; lo mismo ocurre cuando aborda el tema del doble como cuando Pancho escribe en el buscador de internet su nombre y se da con que “el otro”, el tal Abraham Prudencio, había ya publicado los libros que él, Pancho, había escrito (¿o soñaba escribir?) pero sobre todo, que ese otro escritor estaba por publicar Ella soñaba con el mar, su ofrenda de amor para Leonor o Anaïs o Delphine o como se llamara su amada real o imaginaria.

¿Un doble? ¿Un paranoico? ¿Las dos cosas juntas? ¿Un escritorzuelo delirante que no deja de pensar en su Perú natal? A diferencia de William Wilson, aquel atormentado personaje de Poe que va a búsqueda de su doble que es en realidad él mismo, aquí el tono es frívolo y la visión de esa búsqueda más bien graciosa pero no por eso desconcertante.

Con la historia de Pancho, Abraham Prudencio ha construido un relato de impecable factura que se lee de un tirón por su capacidad de capturar al lector y en el que cada frase denota un sólido dominio del arte de narrar, como lo muestra la presencia del perro Belleville, el fiel compañero de Pancho, que escucha su búsqueda de la felicidad y su realización como escritor.

 

Jorge Cuba Luque

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Un mundo paralelo

Un mundo paralelo

  Somos el Gordo, el Flaco y el Medio. Le decimos Medio porque es medio gordo y medio flaco, medio loco y medio cuerdo, medio tonto y...

“Yin” Daza Noguera, un sanjuanero con talento literario

“Yin” Daza Noguera, un sanjuanero con talento literario

San Juan del Cesar, los Departamentos de la región Caribe y Colombia entera acaban de perder a uno de sus hijos ilustres, quien reuní...

Una aproximación a la literatura caribeña en lengua inglesa

Una aproximación a la literatura caribeña en lengua inglesa

Los orígenes de la literatura caribeña en lengua inglesa se remontan a los siglos XVIII y XIX, en los que se encuentra una literatura...

La poesía o el arte sublime de fracasar

La poesía o el arte sublime de fracasar

Como casi todo el mundo fracasé sin hacer ruido. Joaquín Giannuzzi Desde hace tiempo, leo con frecuencia entrevistas, ensayos, te...

"Allá en la Guajira arriba" y el redescubrimiento de un prócer colombiano

De la música a la historia de la independencia de Colombia sólo hay un paso, y a veces incluso menos. Así lo demuestra el escritor...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados