Literatura

Macondo: perfil de Gabo

Oscar Pantoja

17/04/2024 - 05:10

 

Macondo: perfil de Gabo

 

Gabriel García Márquez era niño cuando su abuelo lo llevó a la plaza de mercado cerca de la compañía bananera. Esa mañana quedó maravillado con los pescados que estaban sobre los escaparates. Eran grandes y frescos, de colores vivos. Pero lo que lo asombró fue el hielo. Cuando puso su mano sobre el bloque, se estremeció al descubrir que era frío. Retiró la mano.

Su abuelo, don Nicolás Márquez, coronel de la guerra de los Mil días, junto con su esposa, doña Tranquilina Iguarán, fueron los que se hicieron cargo de la crianza de su nieto. Los padres lo habían dejado con la pareja porque habían partido con la intención de instalarse en Barranquilla. Hasta los ocho años Gabo estuvo viviendo en la casa de Aracataca, pequeña población ubicada en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta.

La casa de los abuelos se convirtió en su universo. Una casa habitada en su mayoría por mujeres: tías, parientas y muchachas guajiras que llegaban a trabajar en los oficios domésticos. Creció entre las historias que el coronel le contaba de la guerra civil, el circo, el cine, y el miedo a quedarse solo en esa casa grande, llena de cuentos fantásticos.

Gabo dice al respecto: “Quise dejar constancia poética del mundo de mi infancia, que transcurrió en un casa grande, muy triste, con una hermana que comía tierra y una abuela que adivinaba el porvenir, y numerosos parientes de nombres iguales que nunca hicieron mucha distinción entre la felicidad y la demencia”.

Su abuela le narraba leyendas familiares a medida que realizaba las labores del hogar. De esta forma fue ubicándose en una realidad de ensueño en medio de esa casa. El coronel creía que su nieto había nacido con el talento de pintor. Le compró colores y mandó pintar las paredes de blanco para que las rayara, pero el niño había nacido para otra cosa.

“Al final me puso el glorioso tumbaburros en el regazo y me dijo:

—Este libro no sólo lo sabe todo, sino que es el único que nunca se equivoca. Era un mamotreto ilustrado con un atlante colosal en el lomo y en cuyos hombros se asentaba la bóveda del universo. Yo no sabía leer ni escribir, pero podía imaginarme cuánta razón tenía el coronel si eran casi dos mil páginas grandes, abigarradas y con dibujos preciosos. En la iglesia me había asombrado el tamaño del misal, pero el diccionario era más grueso. Fue como asomarme al mundo entero por primera vez.

—¿Cuántas palabras tendrá? —pregunté.

—Todas —dijo el abuelo

Ese niño curioso y tímido, en 1982 recibiría el premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca le otorgó el premio por el conjunto de su obra y su vida dedicadas al arte de escribir. Ese día el flash de las cámaras estalló como un volcán de fuegos artificiales. Después regresó al país a visitar a su madre en el tradicional barrio de Manga. Colombia tenía al ciudadano más ilustra de su historia.

“Yo no sabía, te lo juro, hasta dónde podía empujar el carro. Simplemente me levantaba cada mañana, sin saber qué iba a ser de mí, y lo empujaba. Un poco más. Siempre un poco más, sin saber si llegaba o no llegaba. Sin saber nada”.

Quizás, desde esa soleada mañana en la que tocó el hielo, el pueblo se fundó. Y lo real que veía lo traspasó a un sitio inexistente. Un amigo de Gabo, Eduardo Daconte, cuenta la siguiente historia. “Él dice que cuando estaba pequeño le contaron que la cocinera de la casa había desaparecido. Y bueno —preguntó él—, ¿qué le pasó a la fulana?”. “Imagínate que estaba comiendo raspao ahí afuera y se fue volando”. A él le quedó esa imagen grabada, y cuando la necesitó para uno de sus libros, ahí estaba. Se convirtió en Remedios  la Bella.

Macondo no está en ningún mapa, pero de sobra se sabe que está ubicado en la Costa Atlántica, que su calor es infernal y que cuando llueve todo se inunda como en un cataclismo. Se sabe que su gente es amable, soñadora y conversadora.

En Colombia se hizo un referendo popular para que Macondo existiera. Los promotores cogieron firmas y adelantaron la campaña, pero a nadie le interesaba que Macondo existiera. Todos saben que el Macondo que no existe es el más real.

Cien años de soledad, uno de los clásicos hispánicos, cuenta la historia de la familia Buendía, que por generaciones vive en Macondo. Se han vendido treinta millones de libros y esto lo ubica en el puesto 30 de los más vendidos de la historia.

 

Oscar Pantoja 

3 Comentarios


Luis Eduardo 16-09-2019 08:13 AM

Que excelente narrativa, tratamos de volver e imaginarnos a Macondo, las mariposas amarillas y todas aquellas historias de nuestro Gabo.

César Tulio 17-04-2020 07:47 AM

Cuando se lee por tercera vez cien años de soledad, más ganas dan de volver a leerlo porque entiendes que cada cosa que gabo anoto en él es parte de lo que uno ha vivido en cualquier pueblo de la costa.

Gaspar Pugliese V. 20-04-2020 09:59 AM

Gabo nació con pasta de escritor, nació en el lugar perfecto y la vida lo premió con esa familia que con sus historias le alimentaba cada día la imaginación.

Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Tras la poesía de Arturo Camacho Ramírez

Tras la poesía de Arturo Camacho Ramírez

Nacido en Ibagué el 28 de octubre de 1910 (y fallecido el 24 de octubre de 1982 en Bogotá, el poeta Arturo Camacho Ramírez hizo part...

Rubén Darío: vida y obra de un poeta insigne

Rubén Darío: vida y obra de un poeta insigne

  Yo nunca aprendí a hacer versos —dice Rubén Darío (Metapa, 1867-1916) en su Autobiografía —. Ello fue en mí orgánico,...

El Patas blancas

El Patas blancas

  Fue el 26 de marzo del año 2017 el día que lo conocí. Salió de no sé dónde. Enseguida me miró y comenzó a darme órdenes co...

La arquitectura del cuento

La arquitectura del cuento

  ¿Qué pensaría si un hombre le cuenta que conoció una mujer en un bar y terminaron en la cama horas después? Probablemente lleg...

Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez abre convocataria para concursos literarios

Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez abre convocataria para concursos literarios

  El concurso de escritura de la Biblioteca Departamental Rafael Carrillo Lúquez se ha consolidado como el premio literario predilec...

Lo más leído

¿Qué es la oralidad?

Javier Zamudio | Patrimonio

Vida y trayectoria de Rafael Pombo

Redacción | Literatura

La Cultura y el laberinto del poder

Omar Castillo | Pensamiento

La magia de Escalona

Alberto Muñoz Peñaloza | Música y folclor

Vallenato clásico

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

El Vallenato de Rafael Escalona

Darío Blanco Arboleda | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados