Literatura

Relato: Puente de Alsina

Carlos César Silva

24/07/2012 - 10:19

 

Puente de Alsina en Buenos AiresIré a Buenos Aires. Tocaré la puerta de tu apartamento que, según el último correo electrónico que me enviaste, está cerca de Tucumán 840, lugar donde nació Borges.

Cuando me abras, también abrirás tus ojos y tu boca, como expresión de perplejidad.

Luego nos miraremos de principio a fin, y descubriremos si lucimos mejor o peor que en las fotografías. Reservándonos las conclusiones, nos daremos un largo abrazo y quizás un tímido beso.

—Estoy en tu Buenos Aires —serán mis primeras palabras.

—Pensé que nunca vendrías —serán las tuyas.

Me invitarás a seguir. Nos sentaremos al frente de tu chimenea a tomarnos unas copas de whisky. Será una escena repetida y gastada, pero nuestra intensidad la sobrellevará.

—Acabo de confirmar que de Buenos Aires, además de los poemas míticos de Borges, me apasionas tú —te diré.

—Te felicito: tienes dos hermosas pasiones —me dirás acariciándome el rostro.

Pondrás a sonar un tango de arrabales y atardeceres. Nos motivaremos a intentar bailarlo. Te pisaré una y otra vez. Me sentiré de lo más avergonzado. Apaciguada, tú sólo sonreirás, y me conducirás con movimientos insospechados a un laberinto de círculos secretos, como diría Borges.

Entonces, de manera inevitable, lameré tu cuello, y empezaré a saborear tu sudor. Tú harás lo mismo conmigo, y nuestros músculos se estremecerán. Con sutileza nos quitaremos cada una de nuestras prendas.

Poco nos importará nuestro esplendor, nuestra simetría, nuestra integridad. Todo lo reduciremos al momento, pues solo nos interesará vivirlo.

—Por fin, podemos hacer esto físicamente —me dirás.

—Sin embargo, sigamos utilizando la imaginación —te diré.

Dejaremos descender nuestros cuerpos hasta el piso alfombrado. Besaré tus senos, tu abdomen. Me acomodaré entre tus piernas y con tus delicados brazos me sujetarás por la espalda fuertemente.

Se confundirán nuestros olores más recónditos. Expediremos alaridos y lágrimas de fervor. Complacidos, más no satisfechos, terminaremos con un profundo suspiro.

—Que se repita por siempre —me exclamaras.

—Seguro será así —te contestaré.

Durante esa noche haremos el amor dos o tres veces más. Le daremos continuidad a unas cosas e improvisaremos otras. A la mañana siguiente, apenas nos despertemos y mientras nos bañemos, lo haremos también.

Después me llevarás a Suipacha a desayunar a un restaurante típico. Rodeados de retratos de soberbios cuchilleros, beberemos mate.

—Me gusta este sitio— te diré.

—Ves: este sitio y tú son dos claros ejemplos de que tengo buen gusto— me dirás.

—Pero tú tienes pinta de no frecuentar mucho por aquí. Estoy seguro que, al igual que yo, es la primera vez que vienes. Yo creo que me trajiste por casualidad.

—Jajaja…Tu argumento es vano e injusto. Sin embargo, si hay una cosa que no podemos desconocer, es que la casualidad nos resulta favorable. Si no, analiza la forma como nos conocimos.

Tomándonos de las manos con ternura, confirmaremos que al menos hasta ese momento, nos comprendemos y nos queremos tal y como somos.

Luego, por insistencia mía, llevaremos milanesas y jugos de frutas para pasarnos el resto del día en Puente de Alsina, a donde Borges, sensible con el paisaje, invitaba a sus amigos extranjeros.

CARLOS CESAR SILVA

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Tras los pasos del maestro Manuel Zapata Olivella

Tras los pasos del maestro Manuel Zapata Olivella

Se está hablando, por esta época, de Manuel Zapata Olivella. El escritor. Más que folclorista, escritor. Más que médico o antropó...

Papá Noel, ese psicópata

Papá Noel, ese psicópata

Recuerdo que mi primer encuentro en casa con Papá Noel no fue de los más hermosos. Sólo tenía  7 años y, aunque ya conocía todas...

La ventana

La ventana

  Era martes. Como todos los martes y los jueves, Juliancito, como le decía su madre, llegaba del colegio, apurando a su progenitora...

Carmen Carmen

Carmen Carmen

¡Que rompa el son caliente, y que lo baile la gente, pecho con pecho, vaso con vaso, y agua con agua con aguardiente!   Yoruba soy,...

El relato de un perdedor

El relato de un perdedor

Son las tres de la tarde y Beto*[1]no ha almorzado. Lleva tres horas de estar estirando el malogrado acordeón que permanece estampado ...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados