Literatura

La embriaguez de los pájaros

Carlos Cesar Silva

11/09/2017 - 07:10

 

 

Ahí está Adán picando el acordeón con los ojos cerrados. Dios, que ahora es un pájaro que bebe Old Parr, suelta un grito de arena: “¡Juepaaa, compadre!”. Luego aparece Rana Méndez recitando La diosa coronada, hay que verla: sus ojos destilan una poesía recién florecida, sus piernas ocultan el baile de las piedras biches y sus senos tienen los colores de la Sierra Nevada. Claro, Pedro Olivella Solano traza su universo literario con un tono mágico, delirante. Él es (o tal vez fue) una brisa ebria que engendra trampas bíblicas y héroes cotidianos.

La revista Exilio, que es dirigida por Hernán Vargas Carreño, acaba de sacar al ruedo una antología poética de Olivella Solano que se titula (genuinamente) Ebria alegría del canto. El libro reúne los versos de ocho libros, entre los que se destacan: Signo de pez (2015), La abuela Tupe (2003), Soles de juglaría (2002) y Apocalipsis rural (1998). Allí Pedro sale a cantar desnudo, exhibe un surrealismo que no deja el raciocinio a un lado, un revolver que se llama Tío Conejo y un ahogado que resucita a cada instante.

Ebria alegría del canto es el himno vagabundo de un poeta local, una visión fantástica de un paisaje provinciano: Valledupar y San Diego. Sin embargo, no deja de ser una obra que tiene cierto contenido universal. En sus páginas se puede oler la sangre de Abel sobre la tierra, la agonía de un dios que se suicida y las sombras desnudas que hacen el amor en las pesadillas de Borges. Pedro delinea sus versos en forma de sonetos, versículos y epígrafes. Busca reconciliarse con Gabriel García Márquez a través de la poesía y los abrazos del viento ciego, así se aleja de la prosa beligerante que pelea contra el dinosaurio:

“La mano que construía el mundo dijo:

—Hay que atrapar a ese pájaro.

La voz le respondió:

—No hay jaula para el ave del viento.

Entonces nació el acordeón”.

Olivella Solano nació en San Diego, Cesar, en 1967. Estudió abogacía en la Universidad de Cartagena, en donde conoció a Raúl Gomez Jattin, el juglar del Valle del Sinú. Tiene varias especialidades: derecho público, administrativo, contencioso administrativo, probatorio y laboral. En este momento, trabaja como magistrado del Tribunal Contencioso Administrativo de Córdoba. Fue miembro fundador del famoso Café Literario Vargas Vila, una pandilla de escritores que alcanzó a ser un referente artístico del Caribe. Pedro era más distinguido como gestor cultural, pero las flechas rotas, los secretos de la abuela Tupe y los sorpresivos galardones (ganó el Premio Departamental de Poesía del Cesar en dos ocasiones), hicieron que se consolidara como poeta.

Es un tipo de caminar sereno, hablar preciso y mirada tímida. Admite que sus primeros poemas eran demasiado emotivos, eran un grito de desilusión y tal vez de enfado. Ahora Pedro pretende ser comprendido como un poeta regional y vivencial, pero con ambiciones estéticas: “Soy poeta hasta el último hueso de mi muerte / Sin disfraz de mendigo o santo sucio / Y me gusta el agua limpia del Guatapurí”. Leandro Díaz le enseñó que la oscuridad permite oír el murmullo del hielo derretido, olfatear el perfume de la muerte y saborear el reloj de café que dice cuando se abre la puerta del verano. Por eso Pedro escribe con los ojos cerrados.

 

Carlos César Silva

@CCsilva86

Sobre el autor

Carlos Cesar Silva

Carlos Cesar Silva

La curva

Carlos César Silva. Valledupar (Cesar) 22 de noviembre de 1986. Abogado de la Universidad Popular del Cesar, especialista y magister en Derecho Público de la Universidad del Norte. En el 2013 publicó en la web el libro de artículos Cine sin crispetas. Cuentos suyos han sido publicados en las revistas Puesto de Combate y Panorama Cultural. Miembro fundador del grupo artístico Jauría. Cocreador del bar cultural Tlön.

@ccsilva86

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Cuento de Nochebuena, de Rubén Darío

Cuento de Nochebuena, de Rubén Darío

  El hermano Longinos de Santa María era la perla del convento. Perla es decir poco, para el caso; era un estuche, una riqueza, un a...

José Eustasio Rivera, el gran caballero del soneto

José Eustasio Rivera, el gran caballero del soneto

  Aunque en la actualidad no se conoce con precisión el número de sonetos escritos por el destacado novelista José Eustasio Rivera...

Delimitación del discurso ensayístico

Delimitación del discurso ensayístico

  Con la intención de excluir al ensayo del campo de la literatura, se lo ha considerado un género “impuro”. Sin embargo, y a p...

El gimnasio de El Sica

El gimnasio de El Sica

Yo no sé si el tipo es bueno o malo… Rubén Blades ¿Habrás sopesado alguna vez las consecuencias de tus actos sicariales? ¿H...

Cuando los galardones los ganan los malos libros

Cuando los galardones los ganan los malos libros

Los premios literarios no son siempre designados a obras que lo merecen, puesto que en muchos casos se juegan intereses desconocidos ...

Lo más leído

La Cultura y el laberinto del poder

Omar Castillo | Pensamiento

Los Pacabuyes: ¿un pueblo Chimila o Malibú?

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Pueblos

La magia de Escalona

Alberto Muñoz Peñaloza | Música y folclor

Vallenato clásico

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

El Vallenato de Rafael Escalona

Darío Blanco Arboleda | Música y folclor

Armando Zabaleta: el fecundo compositor de “No voy a Patillal”

Eddie José Dániels García | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados