Literatura
La novela histórica: historia de una historia novelada
Se entiende por novela histórica aquella que, siendo una obra de ficción, recrea un periodo histórico preferentemente lejano y en la que forman parte de la acción personajes y eventos no ficticios. Debe distinguirse por tanto entre la novela histórica propiamente dicha, que cumple estas condiciones, y la novela de ambientación histórica, que presenta personajes y eventos ficticios ubicados en un pasado con frecuencia remoto. Puede establecerse una distinción más con lo que se ha denominado la historia novelada, en que la historia es narrada con estrategias propias de la novela, aunque sin incluir elementos de ficción.
Si bien existen obras anteriores de tema histórico que con frecuencia se asocian al género, suele entenderse que la novela histórica nace en el siglo XIX, en el marco del Romanticismo, de la mano del escocés Walter Scott (1771-1832). Scott publicó una serie de novelas ambientadas en la Edad Media inglesa en cuyas páginas se incluían eventos y personajes de la época, de las cuales la primera fue Waverley (1814) y la más popular Ivanhoe (1819), cuya acción transcurre en la Inglaterra del siglo XII, en la época de la dominación de los normandos. Este tipo de novela, que obtuvo rápidamente una gran popularidad, respondía al deseo de nacionalismo y exaltación del pasado, propio del movimiento romántico.
Durante este periodo gran cantidad de autores en Europa y América se lanzaron a la producción de novelas históricas. Así, puede hablarse de autores como el francés Víctor Hugo, el italiano Alessandro Manzoni, el alemán Theodor Fontane, los rusos Aleksandr Pushkin y Lev Tolstoï, el norteamericano James Fenimore Cooper o el polaco Hernyk Sienkiewicz, autor de la célebre Quo vadis?, hoy quizá más conocida por su adaptación cinematográfica. También el movimiento realista, que siguió al romántico, dio a la luz novelas históricas destacadas con autores como Gustave Flaubert.
Posteriormente, el género ha pasado por periodos de mayor o menor fecundidad, gozando actualmente de una popularidad extraordinaria. A lo largo del siglo veinte, con momentos de esplendor y decadencia, la novela histórica se ha ido adaptando a la evolución narrativa que ha experimentado el género novelístico, introduciendo todo tipo de novedades formales.
En este siglo han surgido autores de verdaderos “clásicos” del género, tales como Yo, Claudio, de Robert Graves, o Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, por citar dos ejemplos inspirados en la Antigüedad clásica. La Edad Media, por su parte, ha dado lugar a una prolífica producción, entre la que se cuentan best sellers de la talla de Los pilares de la tierra, de Ken Follet, y ejemplos con mayor carga erudita como El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
Adelaida Caro
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