Literatura
Frente al mar cimarrón y otros poemas de Limedis Castillo
El poeta Limedis Castillo Mendoza nació en Riohacha (La Guajira). Trabajador Social y docente, miembro del taller Literario “El solar de la Universidad de la Guajira, se ha dedicado a promover la lectura y divulgar el gusto por la poesía.
Es coautor de los libros: “Los hijos del pez” con el poemario: “Naufragarío y otros poemas”, y de “Desde la Percepción de las miradas”. En 2015 publicó su libro de poemas “Plegaria de Ulises”.
Los tres poemas que divulgamos a continuación son extraídos de su obra “Plegaria de Ulises”, y vienen cargados con los aromas, la sensualidad, la voluptuosidad y las nostalgias de la Guajira.
Frente al mar cimarrón
En La Guajira un sol tropical
Se revienta entre los mangos
Un cielo gris sale a mi encuentro.
Es un domingo inútil, me digo…
Y una jauría de olores me acorrala
El olor tenue y apócrifo del mar cimarrón
El olor a mangle y a pájaros de luz
El olor a pólvora y lluvia…
Para persuadirme me tomo una aromática
Observo las palmeras doradas por el sol primitivo
Trato entonces de percibir el olor a toronjil y a yerbabuena
Pájaro en fuga
Vuelas y el cielo azul se desparrama
Hay un instante y me pregunto
¿Cómo hiciste tu prenda blanca?
Tus ojos de hierro fundido
Tu pico de tijeras eternas
Tu plumaje de perla y nácar
(Yo hubiera querido tener unas alas de pájaro para perforar el templo azul del horizonte y dejar mi nombre regado en las conchas y arrecifes del Mar)
Nada más hermoso que tú
Pájaro de luz
Pájaro de silencio insondable
Sacerdote del viento
Ave del rocío primigenio
Pájaro en fuga…
Laura Farina del Rosal
Observo este mar árido y sin rumbo…
Bajo una enramada fresca
Allí, conocí a Laura Farina
Su voz pausada tenía la calidad del agua en reposo
Yo no estaba acostumbrado a los amores casuales
Seguí el filo de su mirada y encontré ese cuerpo vasto e infinito
Es una negra descomunal, será tuya Onésimo Sánchez –me dije a mí mismo
Tenía los ojos amarillos y atónitos,
Esos ojos eran más claros que la luz,
Era la mujer más linda desde la creación
Cuya preciosidad verosímil era más soberbia al caer la noche
La ceñí por el talle de sus caderas de potranca
Escondí mi rostro en su axila de animal de monte
Y sucumbí al pavor de su cuerpo libidinoso
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