Literatura

El poeta Oscar Delgado y los Atuesta

José Atuesta Mindiola

21/09/2012 - 10:56

 

Parroquia de Santa Ana (Magdalena)En Santa Ana (Magdalena), tierra del poeta Oscar Delgado, “las calles van y vienen sin prisa. En las sementeras brotaron los rayos azulados y blandos de las primeras espigas. Llegó el día de la cosecha y el poeta segó la luna más hermosa, más frutal…”.

Santa Ana, también es el terruño de la familia Atuesta Acuña; once hermanos de la unión de Juan Atuesta y Eulalia Acuña. De raigambre campesina y de ideales liberales. En su pueblo vivían sin prisa, pero los sucesos lamentables del 11 de abril de 1937, cuando un grupo de conservadores en controversias políticas le dieron muerte al alcalde liberal Temisctocles Delgado y a su hijo, Oscar Delgado, reconocido poeta nacional, columnista de El Tiempo, y secretario privado del gobernador del Magdalena, Ciro Pupo Martínez en 1936, y cuatro días antes había sido elegido diputado a la Asamblea del Magdalena.

Algunos liberales que tenían cierta representación en su partido o estaban en cargos públicos vieron la necesidad de salir de su pueblo, entre ellos los hermanos varones mayores Atuesta Acuña; de ellos aquí, a las regiones del Valle, llegaron cuatro: José Eleuterio, Pablo Emilio, José Abraham y Humberto de Jesús. El pueblo de La Paz fue su primera estación.

De los cuatro hermanos, sobrevive Humberto, quien el pasado 12 de septiembre celebró sus 84 calendarios y conserva la lucidez para evocar de  Santa Ana los lejanos recuerdos de la infancia, porque jamás ha regresado; todavía le produce hoguera de tristeza en la memoria aquel episodio en que vio  matar a dos personas, por el simple hecho de ser de otro partido político; cada vez que habla de esto se le enardece el alma de dolor y se le humedecen los ojos.

Reconoce que su identidad es la tupería, es decir con el pueblo de Los Tupes, donde ha vivido más de 60 años. Los Tupes fue asentamiento de la tribu indígena del mismo nombre, hoy es corregimiento del municipio de San Diego (Cesar),  ahí conoció a su esposa Carmen Barrera con quien tuvo sus once hijos,  y se granjeó el cariño y la amistad de todo el pueblo tupero.

Dice ser afortunado, nunca ha peleado con nadie y disfruta de la compañía de todos sus hijos y nietos.  Es un hombre católico, devoto del Arcángel San Rafael, patrono de Los Tupe; le gusta bailar y aún disfruta de las delicias del vino; como la mayoría de los colombianos, está cansado de ser testigo de tantos actos de violencia y de terror, por eso sueña que se haga realidad ponerle  fin a la guerra en Colombia.

 

La tupería (décimas)

 

I

Humberto Atuesta sembró

con toda su vida entera,

amor en Carmen Barrera

y allí todo floreció.

El Señor les regaló

los frutos de sus quereres:

cinco hijos y seis mujeres,

y muchos nietos también;

y son las flores del bien

talismán de los placeres.

 

II

Cuando llegan los tuperos

a una fiesta de paisanos,

en vez de darse las manos

se dan abrazos sinceros,

abrazos de tamboreros

de respeto y simpatía,

las manos con alegría

palmotean sobre los hombros;

entre emoción y asombro

se saluda la tupería.

 

José Atuesta Mindiola

Sobre el autor

José Atuesta Mindiola

José Atuesta Mindiola

El tinajero

José Atuesta Mindiola (Mariangola, Cesar). Poeta y profesor de biología. Ganó en el año 2003 el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y es autor de libros como “Dulce arena del musengue” (1991), “Estación de los cuerpos” (1996), “Décimas Vallenatas” (2006), “La décima es como el río” (2008) y “Sonetos Vallenatos” (2011).

Su columna “El Tinajero” aborda los capítulos más variados de la actualidad y la cultura del Cesar.

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Cuando la escritura se convierte en una necesidad para la existencia

Cuando la escritura se convierte en una necesidad para la existencia

  Probablemente doña Petra Pérez –una modesta trabajadora de la Caja Agraria del municipio de Becerril (Cesar)- jamás imaginó...

Los diez de Mendoza

Los diez de Mendoza

  Estamos en tiempos caseros, redescubriéndonos como seres de nuevo, sin la bulla urbana, sin los gritos callejeros, sin ruido y hum...

Amor

Amor

Astrid Fue un amor que llegó por el sótano. Tumbó ventanas, arrancó paredes, descuadernó prejuicios. Me elevó al paraíso y lu...

El relato de un perdedor

El relato de un perdedor

Son las tres de la tarde y Beto*[1]no ha almorzado. Lleva tres horas de estar estirando el malogrado acordeón que permanece estampado ...

Antonia, nuestra memoria

Antonia, nuestra memoria

Desde el albor de los tiempos, paseo mi espejo buscando alumbrar con mi luz todos los rincones de la Tierra. Muchas cosas han visto m...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados