Música y folclor
Gustavo Osorio, el atleta incansable del folclor vallenato
Entre las carreras de atletismo y lo que hace el Rey Vallenato Gustavo Osorio, hay pocas diferencias. Trotar en un pista en contra del viento e interpretar la música vallenata en los escenarios más frecuentados de Colombia una semana tras otra, son deportes que se respetan.
Y en la categoría de Rey con gran resistencia cardiaca y pulmonaria: Gustavo Osorio ya ha demostrado ser uno de los músicos más entrenados. Hasta los maratonianos más laureados de Kenia y Etiopia lo ven como un posible rival.
Desde hace cuatro meses, cuando se coronó como Rey Vallenato en el 47 Festival Vallenato, el acordeonero no ha cesado un instante. Vive pegado a su instrumento, sin soltarlo, como si se lo fuesen a robar (y de hecho, vale la pena preguntarse cómo lograron robárselo a principios de julio: ¿estaría pensando en cambiar de acordeón?).
Todo empezó en el pueblo que lo vio nacer: Río de Oro (Cesar), donde fue recibido como un héroe tras llevarse el máximo premio en la ciudad de Valledupar. Allí llegó con un acordeón que regaló a un paisano de joven edad y se llevó el calor de todo un pueblo.
Acompañado de la mejor arma (el cariño de su gente), El Rey rejuveneció de repente. Perdió 15 años en un instante y se metió en la cabeza la meta de llevar la música vallenata a cualquier rincón de este poblado país.
En el entorno de la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata, trataron de calmarlo para evitar futuras desilusiones y, sobretodo, una herida grave en un brazo. Ya en el pasado, más de un Rey se obsesionó con llevar la música vallenata a cada pueblito de Colombia, pero Gustavo Osorio estaba seguro con su propósito: iba a presentarse en todos los pueblos de Colombia. Todos.
Algún entendido apareció con cifras pertinentes: en Colombia existen más de 1000 municipios repartidos en 32 departamentos, y la mayoría sólo accesibles por caminos de tierra o carreteras en un estado deplorable. Sin embargo, el Rey Vallenato no oyó la advertencia (o no quiso oírla).
Así es como se lanzó en la aventura que hoy lo está manteniendo en un estado de continua alerta (no hay que perder el ritmo en una maratón). Primero se presentó en la ciudad de Santa Marta (ciudad donde reside habitualmente) y luego continuó con Bogotá, Barranquilla, Cartagena, Tunja, Cúcuta, Ocaña y Villa de Leiva.
En la Fundación del Festival Vallenato, todos se quedaron boquiabiertos. De hecho, en las oficinas ya abrieron apuestas sobre cuál será el primer día de reposo del Rey Vallenato. Los más astutos escogen el 25 de diciembre.
En ese contexto, no sorprende que el Rey Vallenato haya aceptado viajar a México (Monterrey) para comprobar que allá también se están siguiendo las directrices que impone el folclor vallenato.
De ahí volvió más motivado todavía y eso acrecentó las inquietudes de algunos seguidores que consideran que el ser humano tiene sus límites. “¿Será un extra-terrestre?”, se atrevió a manifestar uno de ellos.
Preguntado sobre esa capacidad para promover su querido folclor, el Rey Vallenato aclaró las dudas y mostró su faceta más responsable y comprometida: “La verdad es que cuando me convocan respondo porque mi misión es llevar el mensaje del vallenato raizal. Y así será por siempre porque me debo al vallenato y siempre contestaré presente”.
Ya no cabe duda. A este ritmo, el Rey terminará siendo Emperador.
PanoramaCultural.com.co
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