Música y folclor

Enrique Díaz, el juglar que no vivió de aplausos

Juan Rincón Vanegas

24/10/2014 - 06:05

 

Enrique Díaz

Contrariando la tesis popular de que los aplausos son el alimento de los artistas, el juglar sabanero Enrique Díaz Tovar tenía sus propios y efectivos argumentos que exponía cuando estaba en parrandas, amenizaba casetas o distintas presentaciones.

Es así, como hasta sus últimos días fue fiel a sus preceptos de no tocar su acordeón gratis, razón por la cual no ensayaba.

Una anécdota que ratifica su peculiar condición sucedió en el año 2000, en El Paso, Cesar, cuando en el Festival Pedazo de Acordeón fue invitado a la tarima a realizar una presentación. Cuando subió, el presentador pidió aplausos para el juglar, y enseguida Enrique ripostó: “Un momento, yo no vivo de aplausos porque eso no da pal’ mercado. Si el alcalde me responde, yo de inmediato les regalo cuatro o cinco piezas”. En esa ocasión, el alcalde le respondió al autor de ‘El rico cují’.

Enrique Díaz era ingenioso, práctico, claridoso y no se guardaba nada. En alguna ocasión estuvo en Chimichagua, y le gustó una morena que tenía las medidas calculadas para su cuerpo.

Indagó por ella, y cuando le comentaron que era separada, pero que tenía dos hijos, retrocedió en su interés de conquistarla y manifestó: “Yo no estoy pa’ criá cachorros ajenos, mejor me busco un nido que esté solo”.

Muchas ocurrencias

Son cientos y cientos de ocurrencias las que se le anotan a este juglar campesino de lenguaje original que durante su vida se dedicó a darle rienda suelta a su talento innato y a gozarse la vida a su manera. He aquí, varias de las recopiladas.

1.- Estaba en una parranda y notó que no había llegado uno de los compadres invitados. Enseguida preguntó por él y le dijeron los motivos: la hija del compadre se había escapado con el novio. Enrique, previendo la tristeza de su compadre, se puso serio y preguntó: “¿Y esa virginidad por qué no la pusieron detrás de la oreja, pa’ evitá tanto peligro?”.

2.- El maestro Enrique iba caminando, de repente se metió la mano al bolsillo y sin darse cuenta se le cayó un billete de dos mil pesos. Un niño, al ver que se le había caído corrió a llevárselo. Al notar la deferencia le dio las gracias, pero le indicó: “Si hubiera sido de 50 mil, no me lo traes corriendo”.

3.- En cierta ocasión, lo contrataron para una parranda, lo llevaron en una lujosa camioneta cuatro puertas con vidrios polarizados y full aire acondicionado. Salieron a eso de las cuatro de la tarde, y cuando llevaban como una hora de camino Enrique le dijo al conductor: “Compa, dele más rápido a este aparato, está haciendo frío y está que se ‘esgargara’ un señor aguacero”.

4.- Como solía dar pocas entrevistas, una vez un periodista le preguntó el sitio exacto de su lugar de nacimiento, porque se le atribuían varias patrias chicas. Él, se lo quedó mirando y le manifestó: “Vea, pa’ no dar más vueltas, yo nací lejos, por allá en un lugar donde no llegan ni los Testigos de Jehová”.

5.- Estando en una tarima, cuando ya llevaba varias canciones, una joven comenzó a jalarle la bota del pantalón y pedirle a gritos una canción de Kaleth Morales: “Maestro, maestro, ‘Vivo en el limbo’. Maestro, maestro, ‘Vivo en el limbo’, por fa”. Ya angustiado, Enrique paró el conjunto en seco y le dijo: “Vea, muchacha, si tú vives en el limbo, yo vivo en Planeta Rica”.

6.- Alguna vez, en una parranda, dijo que iba a estrenar una canción que relataba un hecho luctuoso. Comenzó a cantar: “Iban tres personas en un tractor, tres se mataron y el otro perdió la vida”. Enseguida, alguien le llamó la atención diciéndole que los muertos eran tres y no cuatro. Lo miró fijamente y le ripostó: “Vea, compa, usted se calla. No sea sapo que usted no iba en ese tractor”.

7.- El maestro compró una motocicleta, pero se la manejaba el hijo, quien lo transportaba a todas partes. En una ocasión lo llevó a reclamar unos medicamentos, y durante el trayecto frenó en seco el vehículo. Enrique, viendo eso le dijo: “Bueno, ¿y por qué te detienes así de brusco?”. El hijo le contestó: “Papá, lo que pasa es que el semáforo se puso en rojo”. Ante esto, el juglar manifestó: “Dale rápido que no me puedo demorar. O acaso el semáforo es el que te da la comida que no le obedeces a tú papá”.

8.- La última historia de sus ocurrencias innatas sucedió unos días antes de despedirse de la vida, cuando su hijo Jaime le llevó a la clínica una imagen del Divino Niño para que le pidiera por su salud. Enrique se quedaba pensativo, mientras que el hijo le insistía. Entonces, después de algunos minutos no se aguantó más, fue elocuente y claro: “Vea hijo, yo no hago negocio con pelaos, y menos si son relacionados con la salud”.

Las vueltas de la muerte

En esas disertaciones, entre jocosas y serías que solía hacer, manifestó: “Si uno pudiera negociar con la muerte, ella no tendría donde esconder la plata, porque todos pagaríamos pa’ no morirnos”. Y al final ocurrió así. El maestro Enrique Díaz ni lo intentó, porque estaba destinado para algún día estrenar la famosa ‘Caja negra’, y cuando lo hizo, a sus 69 años, recibió grandes y universales aplausos, pero esta vez no los escuchó, porque de lo contrario habría soltado su célebre frase: “Un momento, yo no vivo de aplausos porque eso no da pal’ mercado”.

El hombre que trabaja y bebe

déjenlo gozá la vida,

porque eso es lo que se lleva

si tarde o temprano muere.

Después de la caja negra, compadre,

creo que más nada se lleve.

 

Juan Rincón Vanegas

 

Sobre el autor

Juan Rincón Vanegas

Juan Rincón Vanegas

Cultivo de folclor vallenato

Periodista, escritor y cronista, natural de Chimichagua, Cesar y ganador de distintos premios de periodismo con historias del folclor vallenato y sus distintos personajes. Actualmente se desempeña como Jefe de Prensa de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata.

@juanrinconv

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Un proyecto musical que beneficia a sectores vulnerables

Un proyecto musical que beneficia a sectores vulnerables

El pasado sábado 31 de agosto un total de cien niños se hacinaban en la Escuela Rafael Escalona vestidos de rojo y con una sonrisa de...

Recuerdos de Juancho Rois que adornan los 25 años de su partida

Recuerdos de Juancho Rois que adornan los 25 años de su partida

  Las etapas del destino marcan una línea invisible que ni los enamorados alcanzan a descubrir en el marco de sus corazones. Esa fig...

Armando Contreras: A nuestro amor

Armando Contreras: A nuestro amor

  He decidido seguir hurgando en las páginas perdidas del folclore del Caribe y hacer renacer del olvido a exponentes connotados de ...

El Rey Vallenato Álvaro Meza Reales, nuevamente de gira en Asia

El Rey Vallenato Álvaro Meza Reales, nuevamente de gira en Asia

El Rey Vallenato 2001, Álvaro Meza Reales, es uno de los Reyes que con más frecuencia ha representado el folclor al extranjero. Desd...

La Filarmónica del Cesar, un sueño posible

La Filarmónica del Cesar, un sueño posible

Recuerdo aquella tarde de un día de noviembre del año 2015, cuando Diego Rivero Galvis tocó a la puerta de mi oficina para hablarme ...

Lo más leído

Los Pacabuyes: ¿un pueblo Chimila o Malibú?

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Pueblos

La magia de Escalona

Alberto Muñoz Peñaloza | Música y folclor

Vallenato clásico

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

El Vallenato de Rafael Escalona

Darío Blanco Arboleda | Música y folclor

Armando Zabaleta: el fecundo compositor de “No voy a Patillal”

Eddie José Dániels García | Música y folclor

El profesor Pedro Jaime Morales, el cachaco

Arnoldo Mestre Arzuaga | Educación

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados