Música y folclor
Glosas al Festival Vallenato
El Festival vallenato no es únicamente un edén de música folclórica, es también un reencuentro de integración.
Por los diversos escenarios, además de los turistas extranjeros, transitan concursantes y visitantes de varias partes del país, y especial, Los sabaneros (sucreños, cordobeses y bolivarenses) que este año le fue muy bien: La reina infantil, Mélida Andrea Galvis, es de Montería; el rey profesional, Fernando Rangel, es hijo de un monteriano; Ferney Arrieta, segundo puesto en aficionado es de San Onofre (Sucre); el segundo puesto en piqueria, Julio Cárdenas es del Carmen de Bolívar.
Organizar los concursos en el Festival es una inobjetable epopeya. Este año el número de participantes fue de 578, en canción inédita, piqueria y acordeoneros en las cuatro categorías; sin incluir los 120 grupos de piloneros en infantil, juvenil y mayores).
El primer gran escollo para la Fundación es la selección de los jurados (fueron en total 125); a pesar de que existe una base de datos, siempre el esfuerzo es elegir personas idóneas y garantes que actúen con absoluta responsabilidad en sus decisiones.
Cada concursante tiene su estilo. En la piqueria mucha gente disfruta con el verseador William Felizzola, tiene su gracia: canta los versos y baila. Antes, los verseadores en la tarima cantaban quietos y serios; ahora parecen dos gallos finos en la valla, se regodean girando cerca del contendor, como pretendiéndole acorralar. Es su manera de vivir y sentir el concurso, y el jurado que valore a los artistas debe respetar el estilo, que es una aptitud personal.
Algo similar sucede en la canción inédita, el cantante con su expresión corporal quiere conquistar al público. El compositor y cantante Luis Cujia, vivía la canción bailando y la gente aplaudía, su baile y su canto; en 1998 ganó la canción inédita con el merengue “Yo soy el folclor” (un homenaje al merengue). Gustó tanto su bailoteo, que el Joe Arroyo al verlo por televisión se emocionó con el baile y la canción, que decidió grabarla con Emiliano Zuleta.
El jurado tiene autonomía para su veredicto. Antes de cada concurso, siempre el presidente de la Fundación o un directivo hace énfasis en la responsabilidad y en el compromiso ético de aplicar los reglamentos.
El jurado no es infalible. Al mejor cazador, también se la ve la liebre. Todos cometemos errores, no somos perfectos. Este año el jurado de la canción inédita, en el coliseo de ferias, tuvo un descuido de gran magnitud, y hago estas observaciones con sentido pedagógico.
La Fundación ha establecido una planilla para calificar las canciones, que tiene cuatro aspectos: música, letra, contenido folclórico e interpretación. Cada aspecto se califica en una escala de 10 a 100 puntos.
El concursante Juan de Dios Torres Barrera, presentó el merengue “Para la historia” en homenaje a Calixto Ochoa; en la primera ronda, cada uno de los tres jurados le calificó 100 puntos en los cuatro aspectos, es decir 400 puntos, y la suma total fue de 1.200. En la segunda ronda, el mismo jurado le calificó a la misma canción, en la letra y el contenido folclórico 60 puntos; y el puntaje total fue de 750. Es un craso error, que no tiene presentación y no debe repetirse, porque se presta para dudosos comentarios. Era aceptable que el jurado dijera, que hubo fallas del conjunto en la interpretación o que el cantante extravió la música; porque la letra es la misma y su puntaje no podía variar en tal proporción.
Sobre el autor
José Atuesta Mindiola
El tinajero
José Atuesta Mindiola (Mariangola, Cesar). Poeta y profesor de biología. Ganó en el año 2003 el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y es autor de libros como “Dulce arena del musengue” (1991), “Estación de los cuerpos” (1996), “Décimas Vallenatas” (2006), “La décima es como el río” (2008) y “Sonetos Vallenatos” (2011).
Su columna “El Tinajero” aborda los capítulos más variados de la actualidad y la cultura del Cesar.
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