Música y folclor

Una mirada al viejo Vallenato

Julio César Espinosa

06/06/2012 - 11:49

 

Calixto Ochoa / Foto: El Pilon A propósito de una ponencia de Donaldo Mendoza.

Rodeada de tedio por todas partes, esa isla de la Historia llamada la Edad Media solo conocía dos emociones fuertes: la mística y la guerra, dos disciplinas que se asomaron siempre al mundo con perfil admonitorio, donde difícilmente cabía la sonrisa sutil de Sócrates pero nunca la carcajada estruendosa de Aristófanes.

La ponencia de Donaldo Mendoza se cierne con certeza sobre algo que el corazón intuía: en los altos tiempos monárquicos, lo lúdico existía solo para la clericalla y la nobleza, y eso con los solemnes formatos de la comedia y el verso cortesano.

Reburujando el complejo entramado de los siglos hasta dar con el germen de lo lúdico, Donaldo Mendoza descubre el hilo conductor que hermana la producción de los juglares españoles en los inicios del segundo milenio, con los acordeoneros populares de la Costa Atlántica, tipo Calixto Ochoa: La Picaresca, el componente lúdico de la recitación popular.

Piramidal y fuertemente estratificada, la sociedad feudal veía natural negar a su pueblo los elementales goces de lo lúdico y si apareció no fue por concesiones generosas de la realeza sino por tolerancia incómoda. El populacho derivaba de una secreción divina con destino únicamente al trabajo, el rezo, el sufrimiento y la muerte. La primera vez que una princesa rusa hizo el amor, le preguntó a su amante que si los siervos también lo hacían. Al escuchar la respuesta afirmativa, la noble mujer deploró que “era demasiado bueno para ellos”.

En los apuntes de Donaldo Mendoza, la risa y el juego se nos revelan en sus orígenes hispánicos como fruto de dos necesidades: una, comunicar, que es el deseo de unidad de un ser hacia otro. El juglar –pontífice en el sentido etimológico del término, porque establecía puentes de alegría entre las personas-, amanecía en un pueblo con los hechos incorporados al alma y bien pronto se desplazaba hacia otra comunidades con la despensa de sentimientos atiborrada y dispuesta a repartir y donar al mundo el ritmo poderoso de las noticias en forma de cantos, abiertos a la fraternidad y oficiados como rito para conjurar el aburrimiento, el tedio, la soledad y la nostalgia.

Y dos, subvertir, desestabilizar aunque fuera un milímetro el orden sagrado, las rigurosas partituras de lo solemne, la odiosa estructura de lo autoritario. Este es el primer perfil que sale a la luz cuando uno acaba de leer el anónimo “Lazarillo de Tormes”.

Con olfato sabueso, Mendoza nos ayuda a descubrir que desde los primitivos juglares (o iocularis, de iocus: juego) unos cuantos siglos atrás, hasta Calixto Ochoa, todos ignorantes de cualquier imperio normativo académico o culto, saben que lo humano es frágil y que las verdades adustas, sean de la fe, de la nobleza de sangre o de la rigidez autoritaria o el rigor académico, son frágiles porque no se pueden sostener solas, y para medio apuntalarse y oprimir, requieren siempre del anatema y la hoguera, de la espada y la excomunión, del paredón y el presidio.

 

A cuatro leguas de Pinto

y a treinta de Marmolejo,

existe un castillo viejo

que edificó Chindasvinto.

 

Lo habitaba un gran señor,

algo feudal y algo bruto;

se llamaba Sisebuto

y su esposa, Leonor… ***

 

El autor de este “Romance de Sisebuto” ya se atreve a dudar de las habilidades de su Señor Feudal, pero por tímida que sea la duda ya es un ataque a un poder omnímodo. En la lejanía del tiempo y en la noche de los siglos hubo romances para todo y en especial, los epigramáticos del amor:

 

Namorábale, namorábale

La doncella al villanchón.

Namorábale, namorábale

Y el dormido en un rincón.

 

“Portador siempre de alguna malicia o intención aguda”, Calixto Ochoa se sabe heredero de esa tradición y Mendoza, seguidor como yo, de ese aspecto picaresco de su biografía y su producción, lo exalta como fuente creativa del genio popular:

 

Manuela querida amiga te voy a conta'

una cosa por aquí paso un dentista

que me iba arreglar la boca

le dije no tengo plata

y él me dijo eso no importa

si usted no tiene dinero me paga

con otra cosa.

 

Tal vez lo que nos admira del cantautor costeño y de su sucinto biógrafo, es que la cultura popular jamás pidió permiso para subir a los más altos estrados de la historia de un pueblo, y su reconocimiento se debe a ese timbre auténtico que le otorga calidad humana a los obras de los hombres.

Julio César Espinosa

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Pablo Flórez: la voz cantante del porro cantado

Pablo Flórez: la voz cantante del porro cantado

  El porro fue —en los años 50— el primer ritmo costeño al que se le concedió permiso de entrar —tanto en la costa como en ...

La bonita nota de Colacho Mendoza se apagó hace 16 años

La bonita nota de Colacho Mendoza se apagó hace 16 años

La mañana del primero de mayo de 2013 fue muy diferente para Wilber Nicolás Mendoza Zuleta. La noche anterior había alcanzado la anh...

Un concierto inolvidable de Rafa Pérez

Un concierto inolvidable de Rafa Pérez

La noche del 21 de agosto quedó señalada como una fecha especial en la carrera musical de Rafa Pérez y su agrupación Los Magnífico...

La influencia de Ciénaga-Magdalena y Guillermo Buitrago en la difusión del Vallenato

La influencia de Ciénaga-Magdalena y Guillermo Buitrago en la difusión del Vallenato

Desde comienzos del siglo 20 en diferentes regiones de la Costa, se dio la presencia de guitarristas cubanos que llegaban a laborar en ...

El canto, el ‘otro viaje’ de Yull Nuñez

El canto, el ‘otro viaje’ de Yull Nuñez

La música es una faceta artística en la que el Yull Nuñez se mueve bien pero por la cual no es aún reconocido, sin embargo, su re...

Lo más leído

¿Qué es la oralidad?

Javier Zamudio | Patrimonio

Vida y trayectoria de Rafael Pombo

Redacción | Literatura

La Cultura y el laberinto del poder

Omar Castillo | Pensamiento

La magia de Escalona

Alberto Muñoz Peñaloza | Música y folclor

Vallenato clásico

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

El Vallenato de Rafael Escalona

Darío Blanco Arboleda | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados