Música y folclor

El travestismo en las danzas del Torito y del Congo Grande

Álvaro Rojano Osorio

25/01/2024 - 01:30

 

El travestismo en las danzas del Torito y del Congo Grande
Travestis en las danzas del Torito / Foto: NoticiasRCN.com

 

En 1874, Joaquín Brachi convocó en Barranquilla a un grupo de personas para conformar la danza del Congo Grande, teniendo como modelo la que había observado en Cartagena durante las fiestas de la Candelaria. Pero la idea sólo se concretaría un año después en una reunión donde participaron 160 hombres, correspondiéndole a cuarenta de ellos representar a las mujeres, tras ser convencidos por Barchi para que asumieran este rol.

Sin embargo, la decisión de sustituirlas por travestis no hemoeróticos debió enfrentarse a la crítica social que los asociaba con la homosexualidad, producto, entre otros factores, de la masculinidad homogénea, la que históricamente ha ejercido violencia, discriminación y rechazo contra aquello que se relacione con la feminidad. Así como a la homofobia, pese a que el sentido de la puesta en escena de los travestis era cultural.

Pero, pese a aceptar vestir con atuendos de mujeres, la tarea de las “mujeres” debió ser la de demostrar que no eran maricas, ni travestis hemoeróticos, que lo suyo era una apuesta cultural, a juzgar por los que señala Alfonso Fontalvo Torres, director de la danza del Torito:

Esas “mujeres” eran hombres puros, heterosexuales, que se vestían con atuendos femeninos, que tomaban prestado, escondido de su mujer, de su abuela, de su mamá, de su hija o lo que sea, y se los ponían cuando la danza iba a bailar. (Editorial La Iguana Ciega. 2020).

Lo de bailar luciendo atuendos asignados por la sociedad a las personas del género femenino, surgió ante la imposibilidad de encontrar mujeres que participaran en este tipo de organización cultural. Impedimento que se soportaba, entre otras razones, en la prohibición social de que estas intervinieran en eventos públicos de este carácter. No olvidemos que el cristianismo, resaltando la sexualidad sobre cualquier otro atributo físico de la mujer, y haciendo de la exposición de la misma un asunto público, hizo del hombre el único ser humano con derecho a ocupar un espacio público.

El nombre que le dieron fue de negras y debían hacer el papel de parejas, para lo que fueron enseñadas a danzar, desplazándose hacia la derecha y hacia la izquierda, batiendo las faldas con las dos manos y moviendo los hombros. El atuendo que les asignaron fue el de una falda con tres volantes de colores y encajes, blusa escotada con dos o tres volantes y sin mangas, además de flores en la cabeza, collares y aretes.

Otra limitación para la participación de las mujeres en las danzas del Torito y del Congo Grande era su característica de guerrera, particularidad que se mostraba, especialmente, en eventos como la Conquista, que en el Carnaval era el más esperado por los negros del Congo. Donde los participantes defendían su bandera, su territorio, peleaban para quitarle la bandera a otros congos.

La presencia del travestismo hemoerótico en estas danzas.

Fue en el siglo XX cuando no solo los travestis culturales hicieron parte de estas danzas, también los hemoeróticos fueron parte de ellas. Alfonso Fontalvo, del Torito ribereño, se refiere a la llegada de estos a esta danza:

Los primeros eran tipos que tenían su debilidad, pero eran machos. Eran hombres que laboraban como concreteros, chóferes, zapateros, pero tenían su debilidad. Esos tipos, cuando se acababan los carnavales, se desaparecían y al año siguiente pa‘’ el carnaval, regresaban. Cogían pa’ Valledupar, otros se iban para Venezuela a trabajar, y más que todo trabajaban en cuestiones de cocina, en lo del cabello y esas cosas, y cuando venían a principios del otro carnaval, ya venían con los 3 o 4 vestidos que se iban a poner en el carnaval. (Eso sí) cuando había trompadas, palos, piedras, entonces esos hombres tenían también una “cañaña” y al que le metían una trompada se iba al suelo. (Editorial La Iguana Ciega. 2020).

En la lista de los travestis famosos que hicieron parte de las del Torito y del Congo Grande están la Barranquilla, quien en su vida diaria se dedicaba a trabajar en casas de familia; La perola; Campo Amor; María Dolores; Mariana Alfaro; Manuela; La Loba, que viajaba todos los carnavales de Ecuador a Barranquilla; La Puertorriqueña; que llegaba de ese país a cumplir el papel de madrina del Congo Grande. También La bombera; La devoradora; La candado; El nacho; Julieta, cuya actividad laboral era la de expendedor de alimentos en la calle 30, vendía orejas y vísceras de cerdo; pero cuando llegaba los carnavales, se vestía con atuendos de mujer. 

La aparición de este tipo de travestis en algunas danzas del Carnaval de Barranquilla contó con el rechazo de miembros de la sociedad barranquillera, los que educados con los criterios de la mojigatería vieron este hecho como violatorio de los principios morales, religiosos. Posición que en alguna oportunidad fue asumida por un alcalde de la ciudad, quien prohibió la presencia de estos en los desfiles del carnaval.

Varios fueron los argumentos que tuvieron en cuenta para emitir esta medida administrativa, entre ellos: el de no ser bien vistos por la comunidad, el señalarlos como causantes de peleas callejeras, debido a que los agarraban por los glúteos u otras partes del cuerpo, a manera de burla o rechazo, y ellos se hacían respetar a lanzando trompadas. Sin embargo, sucedió lo que dijo el filósofo Humberto Eco, sin una ley válida que se pueda romper, es imposible el carnaval. Eso hicieron, y la manera de burlar la norma municipal la cuenta Alfonso Fontalvo:

Los hombres llevaban oculto la ropa de mujer, porque era prohibido por las autoridades disfrazarse de mujer. Entonces, en complicidad con el grupo, ellos pedían permiso y en cualquier callejón se remangaban la camisa y el pantalón y se ponían el traje de mujer encima y ya estaban vestidos de mujer y empezaban a menear la pollera, y eso botaba polvorín porque las calles eran destapadas. (Editorial La Iguana Ciega. 2020).

Pero el aporte de los travestis al carnaval, no solo fue el de romper reglas sociales, culturales, también impusieron maneras de bailar, de cantar, de componer versos. Al respecto dice Adolfo Mauri, director del Congo Grande:

La gran diferencia del baile de la mujer a uno de los transformistas, y me refiero al baile en Barranquilla, es que tienen uno muy particular. Cuando se iba a iniciar el baile de caza, el primero que salía a bailar era él (el travesti) y tenía una manera muy diferente de hacerlo a la de la mujer. Es como una identidad para la danza, tanto para la danza como para ellos. Además, eso motivaba al público, le ponía "picardía".  Ellos inventaron muchas cosas muy importantes, incluso aquellos versos con que mucha gente mama gallo en la calle. Creen que eso alguien lo inventó, eso lo inventaron los mismos maricones dentro del grupo (Editorial La Iguana Ciega. 2020).

Luego de sortear señalamientos, prohibiciones, el travestismo, hemoerótico o cultural se volvió importante en la puesta en escena de las danzas del carnaval del Caribe colombiano de las que hacían parte, tanto que, según el investigador Harold Ballesteros, el antropólogo Aquiles Escalante, siendo jurado de concurso de danzas en el carnaval de Barranquilla, al calificar las presentaciones de esta daba un punto demás a las que traían niñas, como denominaba a los travestis.

 

Álvaro Rojano Osorio

 

Bibliografía:

Editorial La Iguana Ciega (2020). El Transformismo en Caribe colombiano. Danzas, disfraces y expresiones religiosas. Barranquilla.

Lozano I, Rocha T. (2011). La homofobia y su relación con la masculinidad hegemónica en México. Revista puertorriqueña de Psicología. http://pepsic.bvsalud.org/scielo.

            

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

1 Comentarios


Jeannette Miranda Collante 25-01-2024 10:11 AM

Me maravillé al leer datos tan interesantes que desconocemos sobre la fiesta más representativa de Barranquilla. Gracias.

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