Música y folclor

Las cien primaveras de la Sonora

Eddie José Dániels García

20/02/2024 - 03:20

 

Las cien primaveras de la Sonora
La Sonora Matancera y Celia Cruz / Foto: wikipedia

 

El pasado 12 de enero cumplió cien años de existencia la Sonora Matancera, la orquesta más querida, más aplaudida y más recordada por todas las ciudades colombianas, en las últimas décadas del siglo pasado. La primera presentación de la Sonora en nuestro país fue en Medellín, el viernes 11 de febrero de 1955, en el viejo Teatro Junín, sitio que fue derribado en 1967 para construir el moderno edificio de Coltejer. Ese día los medellinenses y demás antioqueños tuvieron la oportunidad de apreciar el talento vocal de Celia Cruz, quien era la cantante estrella de la orquesta en ese momento. La presentación fue un éxito total y el espacio del teatro resultó pequeño para albergar a la tremenda cantidad de fanáticos que deseaban conocer y bailar las hermosas canciones que estaban de moda y ponían de relieve el prestigio de la orquesta. Todavía, en aquella época, las presentaciones orquestales eran solas y no se acostumbraban las alternaciones con otras agrupaciones. Y en los descansos necesarios, los asistentes aprovechaban para conocer y charlar con los músicos, sobre todo, con los vocalistas, que desde siempre han cautivado a la fanaticada. Las presentaciones comenzaban a las 9 de la noche y culminaban a las 2 de la mañana.

La Sonora Matancera es, tal vez, la única orquesta que se menciona sin utilizar el apellido “Matancera”. A pesar de que existen otras orquestas que llevan por nombre “Sonora”: Sonora Dinamita, Sonora Ponceña, Sonora Tropicana, etc., basta decir la “Sonora”, para que los oyentes entiendan a que orquesta nos referimos. Por eso en las parrandas, reuniones o veladas familiares es común decir:” Escuchemos a la Sonora” o “Pongamos a la Sonora”. Esto significa que el nombre ha cobrado un inmenso arraigo en los amantes de sus joyas musicales, y en particular por la galería de cantantes estelares que ennoblecieron sus años de juventud y madurez. Me es oportuno citar a los inmortales: Carlos Argentino, Alberto Beltrán, Bobby Capó, Celia Cruz, Bienvenido Granda, Toña la Negra, Leo Marini, Celio González, Daniel Santos, Roberto Torres, Myrta Silva, los hermanos Alfredito y Vicentico Valdés y sesenta más, cuyas voces quedaron impresas en la memoria de los sonoromatancistas. Y, por supuesto, hago mención especial de los inolvidables cantantes colombianos: el barranquillero Nelson Pinedo y el cartagenero Bob Toledo, llamado “El gran bolerista colombiano”, dos cantantes que brillaron con luz propia durante su permanencia en la Sonora.

Después de su extraordinario debut en la “Capital de la Montaña” en 1955, siguiendo la programación, la Sonora realizó excelentes presentaciones en Barranquilla, Cartagena Cali y Bogotá, ciudades donde la fanaticada desbordó los recintos y las taquillas resultaron fabulosas. A partir de ese momento la orquesta cubana quedó prendida en el corazón de estas poblaciones colombianas y sus visitas se hicieron frecuentes. En los años siguientes, además de visitar varias veces las urbes conocidas, realizó presentaciones en Bucaramanga, Pereira, Manizales, Montería, Ibagué y otras ciudades que fueron arrobadas con el melodioso ritmo de las canciones matanceras. Asimismo, la Sonora estuvo varias veces en Colombia haciendo presentaciones en fiestas privadas, para celebrar cumpleaños o festejar matrimonios, las cuales se realizaban en clubes, haciendas o residencias particulares. Estas presentaciones, desde luego, por su carácter individual, pasaron inadvertidas. Con el transcurso del tiempo, la Sonora logró una familiarización frecuente con Colombia y durante varios años, con escasos intervalos, continuó visitando las ciudades élites, donde la orquesta gozaba de una infinita admiración y había conquistado el corazón de sus habitantes.    

Como un recuerdo perenne, quedó grabado en la historia musical de Colombia, la presentación que realizó la Sonora a Medellín durante la Feria de las Flores, entre el 9 y el 15 de agosto de 1971, cuando actuó en la caseta Matecaña y durante una semana alternó con los Melódicos de Renato Capriles, Los Ocho de Colombia, Los Hispanos, Cátedra Colombia, Los Ídolos y los Black Stars. En esa oportunidad la orquesta trajo dos cantantes de planta: Roberto Torres y Gabriel Heladio Peguero Vegas, conocido como “Yayo El Indio”, quienes elevaron el entusiasmo colectivo interpretando grandes éxitos. El primero triunfó con: “Vete yo no te voté”, “Tocando madera” y “Nunca jamás”, y el segundo se elevó con: “Ni más ni menos”, “Yo vine pa ve” y “El Chivo”. Además, la orquesta presentó a tres cantantes invitados: Daniel Santos, Carlos Argentino y Alberto Beltrán, “El Negrito del Batey”. Los tres se lucieron, interpretando sus canciones estelares, entre las cuales, desbordaron el entusiasmo del público: “La enorme distancia”, “Virgen de media noche” y “El Tibiri Tabara”, de Daniel Santos, “Ay Cosita linda”, “Apambichao” y “Ave María Lola”, de Carlos Argentino, y “Aunque me cueste le vida”, “Todo me gusta de ti” y, por supuesto “El negrito del Batey”, de Alberto Beltrán.

Otra presentación que hizo historia en el pueblo colombiano, ocurrió en diciembre de 1981, cuando la Sonora, nuevamente, se presentó en el Coliseo Cubierto de Medellín, lugar que no alcanzó a albergar la monumental fanaticada, que deliraba ansiosa por conocer a la renombrada orquesta. En esa ocasión, la ovación popular fue para los cantantes Nelson Pinedo y Alberto Beltrán, en ese momento, cantante de planta, y el cubano Orlando Contreras, quien participó como invitado especial. Esa noche, la Sonora alternó con la fenomenal orquesta “Fruko y sus Tesos”, cuyos cantantes estelares eran Wilson Saoco y Álvaro “Joe” Arroyo, quienes ya gozaban de una inmensa simpatía en la fanaticada colombiana.  En ese diciembre, también fueron históricas las presentaciones realizadas en Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga y Manizales. Sin embargo, la más estruendosa fue la actuación en el Parque Bolívar de Cali, que alcanzó a meter más de cien mil personas, considerándose, hasta ese momento, la cifra récord de todas las presentaciones hechas en Colombia. Para esta época, la Sonora Matancera era considera la orquesta “Número Uno” de la música salsocaribeña y gozaba de una inmenso respaldo y admiración en el sentimiento musical colombiano.

Pero, la Sonora no sólo fue la orquesta preferida de Colombia, sino que también lo fue de Venezuela, Panamá, Argentina, Perú, Chile, Uruguay, Puerto Rico, México y Estados Unidos. Y en Europa, pisó territorios de España, Alemania, Inglaterra, Francia, Holanda, Suecia, Finlandia y visitó gran parte de Asia y África, lo que significa que sus notas musicales se pasearon por el mundo entero. Y en todas sus presentaciones desbordaron los sentimientos de los asistentes y dejaron bien sembrado el afecto por la música tropical caribeña en todas las naciones visitadas.  En Santa Cruz de Tenerife, España, rompieron el récord de asistencia: más de 150 mil personas llenaron la “Plaza España”, considerada la más amplia de todas las ciudades españolas. La historia musical registra que la Sonora hizo presentaciones en todas las naciones centroamericanas, incluyendo las capitales y las ciudades más populosas. Y para los sonoromatancistas una de las naciones más apetecidas fue México, donde se radicaron dos años, entre 1960 y 1962. Asimismo, para luces de la historia, fueron apoteósicas las actuaciones hechas en los carnavales de Caracas en febrero de 1963, los de Río de Janeiro en febrero de 1964 y varios de “Curramba la bella” en años diferentes.

El origen de la Sonora Matancera se remonta al 12 de enero de 1924, es decir, acaba de cumplir cien hermosas primaveras.  Ese día, por iniciativa del señor Valentín Cané se celebró una reunión de varios músicos en la calle Salamanca de la ciudad de Matanzas, Cuba, capital de la provincia del mismo nombre y situada, también, en la bahía del mismo nombre. Bajo la dirección de Valentín Cané, quien tocaba “el tres”, un instrumento de moda en ese tiempo, se integraron siete amigos: Pablo Vásquez, bajista, José Rosales Chávez, timbalero, Domingo Medina, José Manuel Madera, Juan Bautista Llopis y Julio Gobin, guitarristas, y fundaron un conjunto de cuerdas que fue bautizado con el nombre de “Tuna Liberal”. En 1926 se incorpora a la agrupación Carlos Manuel Díaz Alonso, llamado “Caíto”, y deciden por unanimidad cambiar el nombre por “Septeto Soprano”. Dos años más tarde, en 1928, “Caito” propone el ingreso de su amigo Rogelio Martínez Díaz, como guitarrista, y todos optaron por el nombre “Estudiantina Sonora Matancera”. Finalmente, en 1932, después de ocho años de existencia con tres nombres distintos, todo el grupo estuvo de acuerdo en bautizarla “Sonora Matancera”, denominación que se ha mantenido hasta nuestros días.

Con el paso del tiempo, como es natural, se fueron presentado cambios entre los integrantes, y el humilde grupo fue aumentando paulatinamente. Algunos músicos permanecieron en la orquesta poco tiempo y otros, demoraron muchos años, demostrando con ello el gran afecto por la agrupación. En 1935 se incorporó al grupo Calixto Leicea y el 1944 ingresó Pedro Knigth, constituyendo esta dupleta los dos más grandes trompetistas de la Sonora en toda su existencia. Muchos años después, estando la orquesta radicada en Ciudad de México, Knith se casó con Celia Cruz, la cantante estrella, y permaneció en la orquesta hasta abril de 1967. Otros personajes, considerados grandes pianistas y excelentes arreglistas, enaltecieron el brillo de la Sonora, entre ellos, Dámaso Pérez Prado, de 1937 a 1939, Severino Ramos, entre 1942 y 1947, Lino Frías, considerado el máximo pianista de la agrupación durante más de 25 años, desde 1942 hasta 1977, cuando se retiró por enfermedad, Mario Muñoz, conocido como “Papaíto”, ingresó en 1960 y permaneció hasta 1975, y Alfredo “Chocolate” Almenteros, destacado trompetista, que ingresó en 1976, en remplazo en Saúl Torres, quien había sustituido a Pedro Knigth. De esta forma se ha prolongado la historia matancera.

Un acontecimiento histórico de la Sonora fue el ingreso de la cantante Celia de la Caridad Cruz Alonso, conocida simplemente como Celia Cruz, e identificada con los calificativos “La Máxima Rumbera”, “La Guarachera de Cuba”, “La Diosa del Ritmo” y otros apelativos que la sitúan en primer plano como la mejor cantante cubana de todos los tiempos. Había nacido en la Habana, el 21 de octubre de 1925, y se vinculó a la Sonora siendo aún bastante joven y permaneció en la orquesta alrededor de 20 años. Durante este tiempo, Celia fue el corazón de la Sonora: popular, impresionante, dicharachera, expresiva, alegre, sencilla, elegante y muchos atributos más que la llenaban de orgullo y la hacían más querida entre la fanaticada. Celia era singular en el escenario: cuando cantaba sufría una transformación momentánea y hacía gestos fuertes y llamativos, que se identificaban son su personalidad. “Celia fue la vocalista más importante de la Sonora”, afirman los millones de fanáticos “celiocrucistas”, y que recuerdan con nostalgia la expresión “Azúcar”, lanzada por la cantante al final de sus intervenciones. “La Reina de la Salsa” falleció en Fort Lee, New Jersey, el 16 de julio de 2003.

A mediados de 1962, cuando la Sonora se acercaba a los cuarenta años de existencia, por un acuerdo unánime, la agrupación resolvió establecerse en Nueva York, la ciudad “Capital del Mundo”, que siempre los acogió, los aclamó y los sigue aclamando en sus presentaciones. Allí permanecen bien integrados y programan sus salidas a muchos los lugares del mundo, donde son invitados y siguen realizando actuaciones estelares, con la misma armonía que los ha caracterizado en sus cien años de existencia. Hace varios lustros, funcionan como una cooperativa, y las ganancias obtenidas se reparten equitativamente entre los integrantes. Este sistema ha fortalecido la unión y la fraternidad entre ellos. Además, desde su fundación, quedó establecido que cuando fallece un integrante, el sucesor debe ser un hijo, si es cantante, por supuesto, un familiar u otra persona a quién el fallecido haya nominado. Como vemos, la “Sonora Matancera”, tras sus diez décadas de existencia y su recorrido histórico-musical, ennoblecido con las voces de más de setenta cantantes, continúa viviendo su centenario, llena de vitalidad y de energía, como lo hicieron en los años de su juventud. Y, desde luego, sigue y seguirá siendo la orquesta preferida de muchas ciudades colombianas.

 

Eddie José Daniels García

Sobre el autor

Eddie José Dániels García

Eddie José Dániels García

Reflejos cotidianos

Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.

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