Ocio y sociedad
Los videojuegos también son cultura
¿Quién de nosotros no ha escuchado alguna vez el nombre de Mario Bros o Sonic? ¿Quién no se ha encontrado frente a una consola participando a una carrera de carros o mirando a su hijo en plena partida?
Los juegos se han convertido hoy en día en un entretenimiento masivo. Los grandes constructores –como Nintendo, Sony o Microsofto Xbox– venden miles y millones de consolas que a su vez permiten vender miles y millones de videojuegos.
Pero antes de llegar a esta situación, los videojuegos conocieron una época más contenida durante la cual los jugadores eran una minoría. Eran los años 80 y en aquella época predominaban las consolas de Atari o Amstrad constructores que innovaron pero que, luego, no pudieron resistir a la llegada de Nintendo o Sega a mediados de los 80.
Eran años de obligada sencillez. La tecnología no permitía construir mundos complejos, pero aún así, los ingenieros informáticos lograban elaborar conceptos atractivos y novedosos que seducían a un público creciente.
Uno de esos ingenieros talentosos se llama Shigeru Miyamoto. Con la ayuda de tres otras personas creó para la empresa Nintendo algunos de los juegos que, hoy –es decir 30 años después–, siguen resonando en todo el mundo: Donkey Kong y Mario Bros.
Los proyectos de Miyamoto se caracterizaron desde el principio por su estilo simpático, colorido y entretenido. Donkey Kong y Mario Bros fueron incorporaban personajes atractivos, con una fisonomía reconocible y colores llamativos.
No se limitaban a una línea o unas simples formas geométricas, sino que trataban de crear un concepto nuevo y fácil de entender, que pudiera entretener durante horas y horas. Además, incluían una banda sonora que –por muy rudimentaria– estimulaba al jugador y la mantenía jugando durante mucho tiempo.
Más adelante, durante los años 90, Miyamoto también participó en la creación de otros clásicos de los videojuegos: La Leyenda de Zelda y Mario Kart. Juegos que combinan diferentes estilos de juego, unas historias más elaboradas, y que multiplican las sensaciones durante el juego.
Por todos estos logros y una trayectoria profesional única, el ingeniero japonés recibió esta semana en España uno de los galardones más importantes en el mundo de habla hispana: el premio Príncipe de Asturias, en la categoría Comunicación y Humanidades.
De esta manera se premia a un hombre que supo conectar con las masas y transformar el hobby de pequeños círculos de informáticos en una pasión universal. Hoy en día, pocos son los jóvenes de menos de 20 años que no saben quienes son Maria, Zelda o Donkey Kong, y eso se debe en gran parte al diseño carismático del ingeniero japonés.
Por fin, debemos reconocer el gran aporte de Miyamoto en la cultura del entretenimiento. Sus ideas han hecho que los videojuegos reúnan a personas de distintas edades y sexos, que integren experiencias siempre más variadas, y que también se cataloguen como un producto cultural.
Mario Bros es hoy un personaje internacional -más conocido incluso que Tom Sawyer o Mickey Mouse-, que ha permitido narrar historias de un modo distinto. Y eso es una proeza.
0 Comentarios
Le puede interesar
El Chavo del 8: el programa latino que más se acercó a Los Simpsons
Las razones del éxito continental de un programa tan original como El Chavo del 8 no solamente se fundan en el humor de quien lo c...
Amanda, la desconsolada
Desde el día del robo, Amanda está triste y no ha parado de llorar. Todo sucedió en una esquina del barrio San Martín de Valledup...
Los beneficios de alquilar apartamentos amoblados en Bogotá
Con sus más de 7.500.000 habitantes, y una densidad de 16.470 habitantes por kilometro cuadrado, la ciudad de Bogotá se ha conver...
Los emprendimientos de mujeres cabeza de familia, respaldados por la Gobernación del Cesar
Felicidad Muñoz, una tamalamequera de 62 años que ha dedicado su vida a la elaboración de bollos, galletas y enyucados para saca...
Mafalda: la mujer del siglo XX
Mafalda fue la principal representante de la resignificación del género, especialmente femenino, del siglo XX, resignificación e...