Ocio y sociedad
El descubrimiento de la “partícula de Dios” y su debate
El anuncio del descubrimiento de una partícula clave en el proceso de la creación del universo despertó todo tipo de discusiones en estos últimos días. Sobre todo en los círculos religiosos.
El centro del debate está en el nombre de esa partícula que tiende a reducir el fenómeno de la creación a un simple elemento, por muy importante que sea. Pero para entender el fondo de esta problemática compleja es necesario volver a los inicios de la investigación que permitió el descubrimiento.
Todo empieza con la teoría del físico británico Peter Higgs quien anuncia en 1964 la existencia de una partícula importantísima –pero apenas perceptible– para que la materia sea materia.
El gran acelerador LHC de Ginebra fue creado hace poco más de una década con el fin de explorar las cuestiones abiertas que habitan la mente de los científicos (como la creación de los agujeros negros, el efecto de los rayos cósmicos sobre la atmósfera terrestre y un sinnúmero de problemáticas).
Finalmente, uno de los logros de este acelerador gigantesco de más de 27 kilómetros de largo fue confirmar la existencia de una partícula infinitamente pequeña que acabó tomando el nombre de partícula de Dios.
Algunos científicos hablaron del “descubrimiento más importante de las últimas décadas” ya que permite entender por qué ciertas partículas tienen masa y otras no, y de la misma forma ratificar la ley de la relatividad.
Según Rolf Heuer, el director del CERN (el Centro Europeo para la investigación nuclear), este descubrimiento es un hito histórico y, aunque aún se necesitan estudios más detallados y estadísticas para poder sacar a la luz todas las propiedades de la nueva partícula, parece que ayudará a desvelar algunos de los grandes misterios del universo.
Al fin y al cabo, sólo el 4% del cosmos está compuesto de materia visible y, con la partícula de Higgs, los astrofísicos podrían empezar a explicar cómo funciona el 96% restante.
Manejando estos porcentajes, entendemos que el Hombre está muy lejos de haber descubierto a Dios y que apenas está entendiendo el funcionamiento de la materia y el interior de un átomo.
Por lo tanto, es necesario acatar la reacción de ciertos sectores conservadores que ven en este anuncio un despropósito comunicativo y una intención de llamar la atención sobre temas que todavía no pueden debatirse. La existencia de Dios o su presencia en la materia son algunos de ellos.
Representantes de la Iglesia católica y de otras corrientes cristianas han pedido que se hable formalmente de “partícula de Higgs”, sin caer en el uso abusivo y malintencionado del nombre de Dios.
En realidad, esta última polémica ilustra la relación que existe entre la Ciencia y la Religión desde el principio del siglo XX. Crispaciones que, por lo visto, seguirán intensificándose.
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