Opinión
Editorial: Cómo convivir con los seísmos
Los últimos 3 temblores acaecidos en Valledupar han hecho saltar las alarmas. Pese a que los expertos consideren que la capital del Cesar no esté situada en una zona de gran riesgo, los 5,4 grados del último sismo demuestran que las sacudidas pueden tener un serio impacto en la vida local.
Las grietas aparecidas en paredes de edificios céntricos y antiguos, el pánico en la población y la posibilidad de que se dañen seriamente instalaciones eléctricas o infraestructuras públicas, hacen de los sismos una amenaza natural no tan remota. Sobre todo, conociendo la cercanía de la placa del Caribe y la Cordillera de los Andes (zonas de constante roce) que garantizan reincidencias frecuentes.
Los simulacros de evacuación organizados en Valledupar y otros puntos de la costa son pasos ineludibles para rebajar el riesgo, para responder con la mayor rapidez y eficacia a una situación de crisis, pero no son suficientes.
Es preciso, pues, tomar medidas preventivas para reducir el impacto material y físico que podría tener otro temblor de 5 grados o más en la escala de Richter.
Desde un punto de vista arquitectónico, es importante recalcar la vigencia de normas antisísmicas vigentes para todas las nuevas infraestructuras públicas y privadas, y la necesidad de revisar la estabilidad de aquellas estructuras construidas antes de estas exigencias cualitativas.
Pero también queremos destacar en este Editorial la importancia de comunicar a los más jóvenes alumnos y a los padres de familia unas conductas para mitigar el efecto de un terremoto y prevenir el pánico subyacente.
Países como Argentina, Chile, Perú o Japón, han desarrollado manuales dirigidos a los docentes de primaria con instrucciones muy claras, que ayudan a controlar el miedo que conlleva todo seísmo.
Entre estas instrucciones están: (1) Revisar los tendidos eléctricos circundantes, red de agua, etc…; (2) Identificar y señalizar zonas de seguridad; (3) Controlar el buen funcionamiento de puertas y portones; (4) Asegurar tableros y torres en los gimnasios; (5) Señalizar y conocer vías de escape; (6) Refugiarse debajo de los arcos de las puertas o las mesas en el caso de no tener tiempo para evacuar; y muchas otras medidas que no podemos indicar aquí por cuestiones de espacio.
Para evitar una catástrofe es imprescindible reducir al máximo las situaciones de pánico generalizadas y, por eso, es necesario fomentar buenos hábitos y reflejos de ayuda -o auxilio- a la comunidad para convivir con los seísmos.
PanoramaCultural.com.co
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