Opinión
Honoris causa in corruzione
“Hay dos tipos de educación, la que te enseña a ganarte la vida y la que te enseña a vivir”, A. de Mello
Nada más indicador del delicado estado cognitivo y cultural del país que las estrenadas revelaciones públicas sobre la corrupción interna de las Universidades, destapándose esa voracidad por el enriquecimiento facilista de las personas a costa de una de las necesidades más apremiantes para la condición humana y a la vez Derecho fundamental, como lo es la educación, la cual debe trascender los limites básicos y proporcionar el conocimiento como esencia intelectual de todas las personas, que por propia voluntad lo quieran aprovechar en su competente desarrollo cultural irradiado a la comunidad y por ende al progreso de toda la nación.
Da grima para el ávido de formación intelectual encontrar que existe esa relación tan marcada entre cantidad de dinero con fuentes de enseñanza como la llave única para acceder al conocimiento y más aun que en el escenario están presentes sin pudor o recato alguno, celebres personajes incluso con trayectoria, poder y ostentación de calidades humanas pintarrajeadas con la corrupción, ejerciendo como paradigmas a seguir en el marco educativo.
Se puede afirmar que la corrupción ha socavado la buena reputación que se percibía del sistema educativo, equiparándose al mercantilista del sistema de salud o al simplemente comercial procedente del intercambio de verduras o cachivaches por una cierta cantidad de dinero.
Esa corrupción es el más peligroso obstáculo que se interpone en el proceso de enseñar con calidad y aprender con probidad e integridad, contrariando los principios académicos y conduciendo al mismo sistema educativo superior de todo el país a un colapso que desprestigia y permea negativamente el desarrollo social y económico.
El esnobismo contractual apunta a que se prefiere por encima de todo y se exige a la vez profesionales con rimbombantes títulos para ingresar por la puerta grande al mercado laboral y éstas Universidades, que si bien es cierto , muchas nacieron en los garajes familiares de las casas de visionarios educadores y rápidamente se configuraron como corporaciones, aprovechando una legislación favorable por tratarse de herramientas que dan satisfacción pronta a esa exigencia básica humana, ofrecen, promocionan y entregan en un santiamén; diplomas, títulos acartonados de diferentes especialidades y acreditaciones en conocimientos que en la realidad no han llegado a transmitir, pero por los que si recibieron sustanciosos estipendios.
La sociedad está en mora de acometer mecanismos para evitar que esa corrupción llegue a convertirse en un fenómeno preponderante que afecta la formación integral de las generaciones emergentes y las de los jóvenes, y, por tanto, desestabiliza la planeada prosperidad general.
El legislador también está retrasado en emprender con seriedad y responsabilidad la tan cacareada reforma educativa que a más de programas, metodología y estrategias pedagógicas, realmente útiles y pragmáticas, involucre la estructuración directiva, ejecutiva y financiera de las instituciones, controlando los continuos y persistentes intentos de aprovechamiento injustificado de sagaces conocedores del hambre intelectual provenida de la mala educación y a la vez instructiva del carácter del hombre de la calle.
¿Cómo exigir conocimientos, destrezas y aportes eruditos al individuo productivo, si el aparato que trasmite la sabiduría esta mohoso y corrupto? Hay que reflexionar y no creer que esos pomposos y teatrales títulos “Honoris causa” otorgados por la lamboneria Institucional de empresas educativas, son los que van a suplir la mediocridad de profesionales y aun de gobernantes elegidos por un pueblo con sabiduría y educación que terminó legitimando el poder a la incultura por no haber asistido con conciencia y entereza a las urnas en su momento.
Alfonso Suárez Arias
@SuarezAlfonso
Sobre el autor
Alfonso Suárez Arias
Aguijón social
Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.
0 Comentarios
Le puede interesar
El Ecce Homo, símbolo de vallenatía
El lunes santo, la fiesta de Santo Ecce Homo, es el día más respetado por la feligresía católica de Valledupar. El Ecce Homo es la ...
Isabel López García: lloramos tu partida
“Qué injusta, qué maldita, qué cabrona es la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos”, Carlos Fuentes. Es...
El mosquito y el alcalde
En Tamalameque desde siempre ha habido zancudos y no cualquier zancudo, los nuestros son mosquitos grandes, feroces, zumbadores, astu...
Los idiotas del sur
El 21 de noviembre de 2016, frente a un auditorio de rostros plurales, Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, pronunció un discu...
Diálogos
Un grito lanzado en el desierto sin que nadie oiga, ¿es acaso un grito? El llanto del niño a media noche, en la oscuridad, sin una ...