Opinión

Valledupar y los perros

José Atuesta Mindiola

25/02/2015 - 04:10

 

Valledupar es una ciudad amable, sin puertas y sin murallas, que enamora a nativos y visitantes, pero a todos nos falta valorar y amar más la ciudad.

El Guatapurí es un patrimonio de la vida y del paisaje, no obstante contaminamos sus aguas y deforestamos sus riberas. Tampoco respetamos el espacio público ni las leyes de tránsito. No  practicamos la convivencia ni la cultura ciudadana.

Las calles están adornadas por la frescura de los árboles y la sana costumbre de mujeres de tener un jardín en la puerta de  su casa; sin embargo algunas personas, con poco sentido de urbanidad y de conciencia por la ecología, llevan sus perros en las madrugadas para que defequen en los árboles o en los jardines de casas ajenas. No hay derecho a ese irrespeto contra la higiene y el entorno familiar. A las autoridades ambientales les corresponde vigilar esta situación.  

Es cierto que los  perros son mascotas agradables y divertidas y producen beneficios físicos, psicológicos y emocionales a sus dueños. Tener perros en un pueblo es muy fácil, existe patios grandes y espacios libres; pero en la ciudad, los dueños de perros deben preocuparse por brindarles buena alimentación, un espacio exclusivo para su hábitat, actualizar los registros de vacunas, y algo fundamental, educarlos en el hábito de eliminar sus excrementos, y por supuesto, el dueño debe  responder por recogerlos. 

Un amigo, que tiene perros en la finca, pero no en la ciudad, con sobrada razón se molestaba por alguien de madrugada paseaba un perro y lo ponía a defecar en el árbol cerca de la puerta de su casa. Al darse cuenta  quien era,  un día se levantó bien temprano y cuando aquel se acercaba, de manera elegante, le dijo: “Oiga, amigo. Estoy esperándolo para que me preste su perro, lo quiero amarrar al árbol para que  muerda al animal que todos los días se defeca aquí”.  Al día siguiente, el madrugador con su perro cambió de acera. 

Otro amigo, vecino de Los Cortijos, que vive en casa de esquina, tiene árboles y un jardín, puso este letrero: “Por favor, los que tienen perros deben recoger los excrementos. Esta es mi casa y yo no tengo perro.  Respeten mi casa”.

Como pronto empiezan las campañas políticas, encuentro muy oportuna esta anécdota. “En una ocasión, un señor que por las tardes paseaba a su perra Sacha, una loba siberiana que parecía una escultura de nieve, destellaba ternura en los niños y simpatía en los adultos,  fue lanzado por sus vecinos al Concejo. Sus amigos  inician el proselitismo electoral… “Tenemos el candidato, un abogado pensionado, honesto y buen amigo, con vocación de servicio. Una persona honorable, vive cerca del parque”.

-Pero a ese señor, yo no lo conozco- dijo más de uno de los visitados-.

Sí lo conoces, es ese que de tarde pasea a Sacha por el barrio.

-Ah, ese señor alto de bigote que pasea a la hermosura de Sacha, que a mis hijos y a todos nos encanta su blancura y su gracia al caminar. No se preocupe por esa blancura de animal, vamos a votar por su candidato.

 

José Atuesta Mindiola

 

Sobre el autor

José Atuesta Mindiola

José Atuesta Mindiola

El tinajero

José Atuesta Mindiola (Mariangola, Cesar). Poeta y profesor de biología. Ganó en el año 2003 el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y es autor de libros como “Dulce arena del musengue” (1991), “Estación de los cuerpos” (1996), “Décimas Vallenatas” (2006), “La décima es como el río” (2008) y “Sonetos Vallenatos” (2011).

Su columna “El Tinajero” aborda los capítulos más variados de la actualidad y la cultura del Cesar.

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Año nuevo

Año nuevo

  Ya llegó el primero de enero, te preparas para nuevos cambios en tu vida. Propondrás, ¡no!, afirmarás, porque este año va ser ...

Nuevo presidente

Nuevo presidente

  Espero que el nuevo presidente quiera más a Colombia que a su madre. Que las madres de este país no entierren a sus hijos antes d...

A un hombre de acero no se le baja la moral

A un hombre de acero no se le baja la moral

Nací en un pueblo, donde pagar el servicio militar era un acto de hombría y de orgullo familiar. Los hombres adultos mostraban sus ...

Guajiros melancólicos

Guajiros melancólicos

  “La melancolía es un estado de ánimo situado entre el ombligo y la lágrima” Juan Echanove Voy a referirme a un tema, con...

A Federico García Lorca

A Federico García Lorca

  Oh, olivares de Granada. ––¿Dónde está el poeta Federico? ––Lo han matado, escuché desde aquí los tiros (respondiero...

Lo más leído

La Cultura y el laberinto del poder

Omar Castillo | Pensamiento

Los Pacabuyes: ¿un pueblo Chimila o Malibú?

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Pueblos

La magia de Escalona

Alberto Muñoz Peñaloza | Música y folclor

Vallenato clásico

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

El Vallenato de Rafael Escalona

Darío Blanco Arboleda | Música y folclor

Armando Zabaleta: el fecundo compositor de “No voy a Patillal”

Eddie José Dániels García | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados