Opinión

Las bondades de la vida y la amistad

José Atuesta Mindiola

16/09/2015 - 06:40

 

La flor de jazmín

La vida es racimo de luz, y a veces de sombra de dolor; pero a pesar de todo es la vida, y la vida es bella. No te afanes en buscar demasiado la otra orilla. Camina sin la premura de adelantarse para sesgar la ruta y llegar primero. La infancia hay que disfrutarla  con el atavío de la inocencia, la espontaneidad de sentir el asombro de los interrogantes y la dicha suprema de escuchar los cuentos de los abuelos. Goza el deleite espiritual y corporal en la estación candorosa de ser niña y de ser joven.

La adolescencia vívela a plenitud con armonía y modestia. No cierres las puertas al  conocimiento, a la dignidad del alma, al maravilloso encanto  de sentirse querida y respetada. Siembra jazmines en el patio, o una palmera que haga sonreír al viento en la puerta de tu casa o una calaguala que pinte de verde los faroles en tu  ventana. Ahí llegaran los pájaros a bendecir con su canto los espejos de tu alma.  

Vive el fervor de la gracia de Dios. Si  hay relámpagos y agitados cohetes cruzan por el cielo de tus noches, llénate de fortaleza y espera el final de la tormenta. Vuelve a la tranquilidad del sosiego, a la mansedumbre de las aguas del origen. No levantes murallas a tu alrededor, abre las puertas para que Dios entre en tu interior y te colme de paz. Celebra las bondades de la gratitud  y la amistad. Ama y respeta tu vida y la de los demás.

Tu cuerpo es edén de ternura, de afecto, de sensibilidad, de creatividad e inteligencia. En ti florece la vendimia de quimeras y delicias. Cuida tu cuerpo, tu pureza, tu belleza, tu lozanía. La juventud es un divino tesoro, no lo manches, no lo oxides, consérvalo impoluto. La pulcritud de las acciones embellece el cuerpo y ennoblece el alma. Vence las tentaciones primitivas de los aduladores que quieren convertirte en presa débil del deseo, en esclava permanente de sus instintos eróticos. Vuélvete diamante, mármol resistente, roca monolítica frente a aquellos que te acosan y te desean sólo como un objeto sexual. Haz únicamente las cosas que te dignifiquen y te permitan caminar feliz con la frente en altivez, lejos del abismo del remordimiento.   

No olvides que hay que racionalizar tus acciones y descansos. Cada quien vive y disfruta su tiempo. El tiempo tuyo es ahora, vive y dedícate a  construir  la transparencia generosa de tus días: estudia, sueña, escribe, lee, dialoga, escucha música. Si  sueñas con ser músico, pintor  poeta..., busca a un profesor o artista que te ayude a develar ciertas  claves para el cualificar el oficio en alguna de esas artes, y recuerda a Pablo Picasso: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.".

Esfuérzate por alcanzar tus metas. El facilismo  deshumaniza tus nobles proyectos  y entorpecen tu creatividad y tu inteligencia. Cuida tu ángel de la guarda, porque hay otros  pérfidos que se esconden en la sombra y pretenden atrapar con el espiral de su flauta a  jóvenes inocentes como tú.

 

José Atuesta Mindiola

Sobre el autor

José Atuesta Mindiola

José Atuesta Mindiola

El tinajero

José Atuesta Mindiola (Mariangola, Cesar). Poeta y profesor de biología. Ganó en el año 2003 el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y es autor de libros como “Dulce arena del musengue” (1991), “Estación de los cuerpos” (1996), “Décimas Vallenatas” (2006), “La décima es como el río” (2008) y “Sonetos Vallenatos” (2011).

Su columna “El Tinajero” aborda los capítulos más variados de la actualidad y la cultura del Cesar.

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