Opinión

Que se disipen los negros nubarrones

Diógenes Armando Pino Ávila

15/09/2017 - 07:45

 

 

Dentro de mis rutinas está la de leer las noticias a través de los medios digitales que nos brinda Internet. Hoy jueves 14 de septiembre, día del Santísimo Cristo de San Miguel de las Palmas de Tamalameque, me sorprende una nota a grandes titulares publicada en casi todos los diarios del país que dice “Timochenko: Nadie en las Farc puede decir que le he pedido que me proponga como jefe” y a continuación publican algunos apartes de una sentida carta que el jefe máximo del antiguo grupo armado FARC, el señor alias Timochenko, ahora por su nombre propio Rodrigo Londoño Echeverry, jefe del partido político en que se convirtieron las Farc, le envía a los miembros de su nuevo partido.

En dicha carta cuenta algunas intimidades de los foros y reuniones preparatorias para lo que denominaron Congreso constitutivo del partido FARC, y dentro de esas intimidades se filtran varias grietas y fisuras por donde hace agua la antigua cúpula de esta ex guerrilla, Rodrigo Londoño (Timochenko) se duele de comentarios y criticas acérrimas sobre su gestión como jefe, manifiesta que en su ausencia se les hizo duras críticas a su forma de manejar los asuntos políticos de la FARC y manifiesta que tuvo que abandonar su convalecencia para asistir y confrontar dichas criticas pero que, desafortunadamente, sus detractores no asistieron a esa última reunión.

Ante estos nubarrones que se posan sobre el cielo político de la FARC hay que estar muy pendientes y ojalá la disciplina que como guerrilleros mostraron siguiendo los mandatos de la cúpula y cumpliendo tareas ingratas, se mantenga y se reafirme en esa voluntad de paz que hasta ahora han manifestado, pues de esa actitud unitaria al seno de ellos, depende que Colombia siga respirando estos vientos de paz que desde hacía más de cincuenta años no se gozaban.

Colombia ha vivido la guerra en la más brutal intensidad. Toda Colombia ha sido víctima de la barbarie y del horror, en este país, todos, de una u otra manera hemos sufrido los estragos de esta guerra fratricida, todos los ciudadanos sufrimos y aún se sufren los temores del accionar de los grupos armados ilegales. Aquí todos hemos vivido con el alma en vilo sobre lo que sucedía o lo que pueda suceder en esta tensa calma que se vive en los campos colombianos.

Los señores de la FARC deben conocer las experiencias de unidad y rompimiento que han vivido los otros grupos alzados en armas que han pasado por el proceso que viven ellos ahora, mirar las experiencias que vivió el M19 después de la firma de la paz el 9 de marzo de 1990, sus tensiones internas, sus luchas de poder y cómo lograron superar con unidad todos estos escollos.

Los ex guerrilleros de La FARC deben repasar todo el proceso vivido por el EPL después de ese 29 de enero de 1991 cuando en el corregimiento Juan José de Córdoba firmaron la paz, revisar y aprender de esa experiencia y al igual que con el M19, ver cómo solucionaron los problemas internos generados por el liderazgo que vivían y que no conocían ahora en la vida civil.

Los miembros de La FARC deben estudiar los pormenores vividos por el grupo Quintín Lame a partir del 6 de marzo de 1991 cuando firmaron la paz y observar la manera como afrontaron en unidad de criterio su inquebrantable deseo de reintegrarse a la vida civil.

Los miembros del nuevo partido político de La FARC deben tener en cuenta que de ellos de su inquebrantable deseo de persistir en paz depende el que las nuevas generaciones de colombianos crezcan en una cultura donde florezca la vida y dónde se le rinda culto a la paz, un país donde la reconciliación sea tarea nacional, donde los odios se desvanezcan y que el bálsamo sanador de la paz sea la cura para recomponer los girones de esta patria desgarrada que desea vivir en paz.

Por último la guerrilla del ELN que inicia el recorrido de una negociación de paz y que ya comienza a dar muestras de ese deseo de reinsertarse a la vida civil y a la política colombiana, ojalá vaya construyendo con tesón y pedagogía entre sus miembros, que sin unidad de grupo no es posible llegar a gozar de la tan anhelada paz, y sobre todo, que gocen sus miembros, la oportunidad de llegar al Congreso de la República a construir o reconstruir nuestra patria, como una nación nueva alejados todos del fragor del combate, de la muerte violenta del odio y el rencor.  

 

Diógenes Armando Pino Ávila

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Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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