Opinión

Bañarse desnudo en el mar muerto de Israel

Carlos César Silva

14/08/2012 - 12:10

 

Fidel Castro es un retrógrado (partidario de instituciones políticas o sociales propias de tiempos pasados), es un dinosaurio de 51 millones de años con cadera de reptil, y como los dinosaurios que se extinguieron por los cambios climáticos, él y su régimen se extinguirán por los cambios que en todo el mundo han sufrido la sociedad, la economía, y la política.

Sin embargo, Fidel Castro también es un hombre valiente que se ha enfrentado y se ha codeado de tú a tú con los líderes de los países más poderosos del mundo.

Además, es un orador asombroso, capaz de convencer a cualquiera. A pesar de que a veces incurre en muchas incoherencias, su oratoria está llena de una gran fuerza poética y hasta casi divina.

Una vez estaba dando un discurso en medio de miles de personas y alguien soltó al vuelo a unas palomas blancas como un símbolo de la paz y la prosperidad cubana (algo que aún los cubanos no han sentido en carne propia), y una de las aves voló hasta Fidel y se detuvo en su hombro izquierdo como inducida por Dios.

Los espectadores quedaron impresionados, y aunque Fidel no es muy devoto, con esa señal lo vieron como un enviado de Dios a La Habana.

En una biografía sobre Fidel Castro encontré la siguiente frase que le dijo o le escribió a una de sus primeras enamoradas:

Cuando hayas sufrido por mi causa en muchos sentidos, recuerda que yo daría la vida con gusto por tu honor y tu felicidad”.

A través de estas líneas Fidel le manifiesta a una mujer lo que sería capaz de hacer por su cariño, y le advierte también que puede llegar a causarle mucho daño.

Fidel utiliza una falsa honestidad para conseguir que la mujer se rinda ante sus pies, una dualidad sentimental hipócrita que efectivamente resulta irresistible.

Parece una frase dicha por Fidel para consolar al pueblo cubano en momentos de profunda crisis.

Hace unos días me entregué a la tarea de buscar entre algunos libros viejos e inservibles (¿acaso existen libros inservibles?), la biografía donde aparece esta frase, quería analizarla más y encontrar otras que me resultaran interesantes, pero con lo único que me topé fue con una hoja tamaño carta, cuadriculada, amarillenta y carcomida por las ratas, en la que yo, cuando tenía algunos quince años, expuse con mi letra cinco experiencias que, según mi percepción de entonces, uno debe tener obligatoriamente para afrontar la vida con más entendimiento.

Algunas ya no las comparto porque creo que están por fuera de contexto, así como Fidel. Las experiencias son las siguientes:

1. Bañarse desnudo en el mar muerto de Israel delante de otras personas, para ganar transparencia y perder timidez.

2. Ser engañado una vez para aprender la lección y no dejarse engañar de nuevo, lo cual implica acciones cómo: ser robado, ser irrespetado, ser golpeado por la espalda, que le sean infiel a uno y que le digan mentiras a uno.

3. Vender o comprar el voto en una elección democrática para luego sentirse como la persona más miserable y estupida del mundo y no volverlo a hacer más nunca.

4. Quedarse de repente solo en el mundo y sentir unas ganas monstruosas de volarse los sesos y al cabo de unos segundos recuperar las ganas de seguir viviendo para siempre.

5. Leer Adán Cast Forth, poema del maestro Jorge Luis Borges: “…La terca tierra es mi castigo y la incestuosa guerra de Caínes y Abales y su cría. Y, sin embargo, es mucho haber amado, haber sido feliz, haber tocado el viviente Jardín, siquiera un día...”

De estas cinco experiencias, hay dos que están planteadas de manera  peligrosa y que quizás sea mejor no practicarlas.

La primera, que se refiere a bañarse desnudo en el mar muerto, el cual es el más salado del mundo y no tiene ningún tipo de vida (los peces que se adentran en él mueren de inmediato), excepto varios tipos de microbios, lo que puede ocasionar en la piel ciertas molestias infecciosas.

Y la cuatro, que se refiere al suicidio (tema de preocupación en el Cesar por los altos índices que hay), y frente a la cual sólo esbozó el siguiente interrogante:

¿Qué es mejor, estar preparado para pensar en algún momento de nuestras vidas en el suicidio, o creer tercamente en que nunca vamos a pensar en él y no prepararnos?

En cuanto a la biografía de Fidel Castro, pese a que la he rebuscado por todas partes con detenimiento, sigo sin encontrarla.

Estoy empezando a creer que esa frase la soñé cualquier noche y se quedó incrustada en mi cabeza y la estoy utilizando ahora para justificar los argumentos y las trampas que no comparto del discurso de Fidel.

Carlos Cesar Silva

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