Opinión

Dejemos la doble moral: la politiquería es producto de todos

Fabrina Acosta Contreras

25/10/2019 - 04:40

 

Dejemos la doble moral: la politiquería es producto de todos

 

Los seres humanos crecemos con arquetipos de culpar a terceros de lo que consideramos equivocado, diferente a nuestros intereses o socialmente  condenable, ejemplo de esto es escuchar que todo anda mal por culpa de la corrupción y específicamente de la politiquería; es cuando la doble moral abraza con arraigo nuestras vidas, dado que la ciudadanía es quien tiene el derecho a elegir a dichos gobernantes que llegan al poder con la ambición desbordada y con el respaldo para administrar a su voluntad los recursos públicos, es cuando se escuchan frases como fulano robó cuando era alcalde, pero hizo”, “ayudó a mi hijo con un contratico”, “si gana el compadre, ahí vamos seguros, algo nos da”, “cuando mi primo gobernó, a mí me llegaba mi platica fija cada mes”. Éstas y muchas frases más se escuchan en el macondo político que supera la ficción y genera realismos (ampliamente) “inmágicos”.

La paradoja es que esas mismas personas se quejan de los problemas que tienen los territorios, refieren que definitivamente la corrupción nos carcome, quizás, la primera categoría de corrupción que tenemos es no saber elegir, es votar desde lo visceral y el interés particular, alejados de estudiar planes de gobierno o perfiles de candidatos, cuando nos quejamos de los malos gobiernos jugamos a la falta de memoria, a ese olvido de la posibilidad que tenemos como ciudadanía de castigar socialmente en las urnas a las maquinarias (politiqueras), lo que hacemos es perpetuarlos en el poder y convencerlos que son los dioses que tienen caudillos a su merced para robar y blindarse de los entes de control. Caemos en el juego perverso del letargo racional, entonces, pensar se hace prohibido y solo queda seguir aplastados por la doble moral de creer que los demás son corruptos, cuando ellos mismos hacen parte de la repartición de los recursos públicos.

La doble moral y su carnaval politiquero

Siempre observamos optimistas frases electorales, se pueden ver colores, tamaños, diversidad de presentaciones, todas y cada una de ellas prometiendo: PROSPERIDAD, EQUIDAD, INCLUSIÓN SOCIAL, DESARROLLO, INTEGRACIÓN, SOSTENIBILIDAD, ARMONÍA; entre otros sublimados adjetivos.

Estas promesas (aparentemente) solo tienen una condición para hacerse realidad: el voto; así de fácil, rápido y sin complicaciones, es una ganga ofrecida a la sociedad, pero en la mayoría de casos pasan cuatro años y todo sigue igual y en ocasiones lamentablemente peor. Entonces, ¿La publicidad política padece mitomanía y justo con ella olvido “sin-vergüenza”? ¿La ciudadanía vuelve a creer y a elegir como en un acto de perdón democrático o interés de beneficio propio?  o ¿el pueblo elige por esperanza de cambio o por desesperanza aprendida? Miles de interrogantes pueden surgir y no se satisfacen con respuestas limitadas, por esta razón no procedo a mencionar ninguna en particular.            

En algunos casos se priorizan intereses electorales por saber que los nuevos aspirantes son: amigos, compadres, familiares o alguna vez le hicieron un favor y es hora de pagarlo.

Siento dolor de ver a la ciudadanía víctima de grandes cortejos publicitarios, todos estos prometiendo resultados milagrosos como en una malintencionada búsqueda de tener excusas para incumplir y al final de su período decir que cuatro años no son suficientes y se ha necesario una re-elección (lo que llaman el cuerpo ajeno) poner a un candidato títere que perpetúe su estancia en el poder o en su defecto afirmar que se hizo todo lo posible pero no se lograron los objetivos.

Mi reflexión no pretende generar señalamientos contra determinados grupos políticos, esta columna es producto de una catarsis propia de la democracia, sobre todo siento la responsabilidad de representar varias voces que incluso desde el silencio protestan por la quietud de las gestiones políticas amparadas en variados y atractivos slogans con sesgos de mentira. Mitomanía o utopía no lo sé, Lo que está claro es que la publicidad política/electoral sigue en deuda con el territorio practico y visible, en una realidad social que necesita en grandes proporciones gestiones cumplidoras de todas sus promesas.

El postcarnaval político-politiquero

En época electoral se encuentran personajes alegres, habladores y espontáneos pero al final con una fuerza en común, ellos y ellas están afectados directa o indirectamente por el movimiento de la Política/electoral, algunos son familiares, amigos y compadres de los candidatos, y eso los impulsa a participar de las diferentes contiendas, otros desde la distancia observan el carnaval político y sus múltiples actividades que generan cambios en los pueblos, aunque sea en el más pequeño y desolado caserío, la política entra bulliciosa.

La política es entonces un escenario amplio de agitación social y hasta la persona más “apolíticase afecta por ella, los cinco sentidos de los seres humanos son impactados por las campañas, los afiches, los discursos, las cuñas radiales, en fin, todo lo que implica publicidad.

Frente a esta situación llega a mí una reflexión (interrogativa) y casi melancólica: ¿Qué se puede encontrar en los pueblos después de la época política? Desolación, contaminación visual, decepción de unos y ganancia de otros, favores devueltos y otros aplazados. ¿cambia algo? ¿Se cumplen las promesas de campaña? ¿Vuelve el pueblo a tener contacto con el amable candidato o ahora es un sujeto inalcanzable al que le volverá a importar la relación con el pueblo dentro de cuatro años?

Advierto que no estoy en desacuerdo con las actividades de la época electoral, pues eso ocasiona alegría y dinámica social a las comunidades desde la visión de ejercicio democrático, pero me desconcierta la violencia con la cual, se desarrolla dicha época. No se aceptan las diferencias, se implementan estrategias de desprestigios contra los contrincantes y se olvida el argumento, las propuestas y el respeto.

De esta manera, pretendo invitar como un transeúnte más de este carnaval político a los ciudadanos y ciudadanas votantes a ser responsables en sus elecciones para tener posibilidad de reclamos y veedurías a las gestiones que sus elegidos adelanten: ¿será que los votos de opinión producto del estudio de planes de gobierno son escasos en comparación con los votos comprados? Pues si es así, entonces el pueblo que vende su libertad electoral está sometido al olvido e incluso condenado a aceptar cualquier acto corrupto de su candidato.

Finalizo afirmando que la política no debe ser  efímera ella es transversal a todo sistema social, afecta todas las esferas individuales y colectivas, incluso hasta el ambiente cuando la excesiva publicidad queda convertida en basura contaminante, la invitación es que los hombres y las mujeres que tenemos la responsabilidad de elegir lo hagamos con la consciencia y disciplina pertinente para el desarrollo de nuestros territorios, no se debe elegir a alguien por casualidad sino por absoluta causalidad y mérito, pues sin duda alguna le estamos entregando la administración de lo que a todos nos pertenece.

Ñapa: La cita a dejar la doble moral es el 27 de Octubre, una oportunidad para derrumbar tronos politiqueros.

 

Fabrina Acosta Contreras

@Facostac

Sobre el autor

Fabrina Acosta Contreras

Fabrina Acosta Contreras

Evas&Adanes

Nieta de Rita Contreras, leyenda viva de 109 años. Escritora e investigadora Guajira, psicóloga, Magister en estudios de género, Magister en Gestión de Organizaciones y Especialista en Alta Gerencia. Creadora de la Asociación “Evas&Adanes” desde la cual lidera diversas iniciativas ciudadanas como los foros “La Mujer en el vallenato”, “Tejiendo esperanzas por la Guajira”, el programa radial Evas&Adanes, entre otras. 

Ha recibido reconocimientos por la causa que lidera tales como: Joven sobresaliente de Colombia TOYP 2018 (JCI Colombia), máxima distinción del departamento de La Guajira medalla Luis Antonio Robles, personaje diez en el departamento de Amazonas, medalla a Mujer extraordinaria con proyección social otorgada por la Asociación de Mujeres de la Guajira. 

Ha sido columnista por más de 10 años de varios medios puntualizando temas de género y derechos de las mujeres, así como las causas por la guajira. Es autora de los libros Mujer Sin Receta: Sin Contraindicaciones para hombresEvas culpables, Adanes inocentes”, “De esas costumbres que hay en mi tierra: una mirada a los imaginarios sociales de la violencia de género”, “Mujeres sin receta: Más allá de los mitos”.

 

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