Opinión

Como si no sobreviniera otro mañana

Alfonso Suárez Arias

04/01/2022 - 04:55

 

Como si no sobreviniera otro mañana
"La mortal contaminación asfixió el desarrollo mundial, salvando el pellejo los corruptos" / Foto: Un.org

 

“Lo bueno es que gran parte de la investigación y desarrollo que necesitamos innovar y preparar para la próxima pandemia son cosas como hacer que las vacunas sean baratas, tener grandes fábricas, erradicar la gripe, deshacerse del resfriado común, lograr que las vacunas sean solo un pequeño parche... cosas que serán increíblemente beneficiosas incluso en los años en que no tengamos pandemias”,

Bill Gates.

 

Y sucedió que, de pronto, de la manera en que ningún aborigen del planeta azul hubiese llegado a presagiar, la humanidad existente en los últimos cinco mil años, que es el referente acreditado científicamente, se reconoció enclaustrada y obligada a mantenerse distanciada, para evitar el contagio viral que apareció diezmando la población y estropeando la salud universal.

Todo cambió y mutó desde aquella vespertina del 2019, hacia un nuevo comportamiento social y sanitario, y emergieron en los años siguientes pestíferas e insanas permutaciones monetarias y financieras entre sociedades dictatoriales, corrompidos socialistas y avarientos capitalistas, que modificaron las teorías económicas globales, las relaciones sociales y hasta el comportamiento individual, adjudicándole más miedo al miedo.

La mortal contaminación asfixió el desarrollo mundial, salvando el pellejo los corruptos, parásitos y potentados de la indecencia afianzados en cargos oficiales y aquellos que se encubrieron detrás de las mascarillas, anunciándose en las mediáticas redes sociales y en el periodismo sesgado, como voluntarios bienhechores nacionales, cuando en realidad siempre han sido los tradicionales oportunistas, atareados por llenar sus bolsillos con cargas de dinero y beneficios estatales, otrora destinados a satisfacer las necesidades del pueblo, para en adelante ahitarse de riqueza, lujuria y mezquindad acopiadas en sus petardistas palacetes.

Ahora bien, examinados los antecedentes y advirtiendo la coexistencia con una situación patética, que acaece a diario en las repletas salas de cuidados intensivos, de clínicas e improvisados hospitales, remitiendo los inertes cuerpos contagiados, a las encriptadas fosas para las víctimas del covid-19, de las variantes Ómicron o Delta, a los repudiados hornos crematorios, sin tiempo ni ocasión para celebrar con piedad el rito sepulcral, que dejaría en los deudos un halo de satisfacción por la despedida sacramental del velatorio hasta con música complaciente, con el dramático último adiós al difunto, sin pretender ignorar lo que ocurrió después de la agonía y de abandonar el molde de carne, que le hacía parecer humano. Ignorar lo ocurrido es condenarse en vida a una preexistencia poco profunda e insatisfecha espiritualmente.

La historia de la humanidad en muy poco ha referenciado la real fragilidad de la vida humana, y siempre echa al olvido las tragedias y catástrofes referentes de los más grandes desastres, hasta la siguiente ocurrencia, como ahora, después de verse sometida al encierro y aislamiento forzoso, por evidenciar que la cercanía e interacción personal, realmente es el caldo de cultivo de la infección, cuyo resultado es el fin de la existencia para muchos, entre la angustia y desazón para los sobrevivientes y las promesas de renovación a un mundo mejor, nacidas del padecimiento que clasificaron al ser humano en la pirámide de especímenes en vía de extinción y solo una proverbial retrospectiva desde el más allá o en otra dimensión facilitaría una solución, cuando al final de cuentas resulte positivo el resultado de la vacunación mundial, explicado por los infectólogos como la inmunidad de rebaño, para poder pasar la página de la pandemia por causa del virus, del que no sabemos si está vivo o muerto y cuál será su próxima presentación ante la inédita mutación que desplegará. De todas maneras, el que se vacuna con Pfizer, Astraseneca, Jhon-son, Moderna o cualquiera otra, sigue expuesto a que el virus lo ataque sin respeto porque siempre estará presente alguna otra alteración, entonces cada quien puede llegar a pensar y especular, si es que los sabelotodo de la salud humana están ¿“mamando-gallo”? ¿O para que la cosa sea tomada en serio se necesitará hasta cuarta dosis o inyectar el antivirus de manera habitual?

Siendo así, y ya expuestos ante la inminente cercanía de la muerte para cualquier humano viviente, queda por repensar si toda esta situación tendrá por fin un final, que no podríamos predecir si es de la epidemia o el de la humanidad, para la que no sobrevendría otro mañana y siendo que acontezca lo primero, ya tendremos la consiguiente amenaza pronosticada por Bill Gates: el bioterrorismo. ¿Acaso el mismo covid no fue producto de tal intención? ¿Qué tal que un bioterrorista llevara la viruela u otro virus mortal a 10 aeropuertos? ¿Tenemos claro de cómo respondería el mundo a eso? Hay epidemias de origen netamente natural y epidemias surgidas por bioterrorismo, que incluso podrían ser mucho peores de lo que experimentamos hoy.

 

Alfonso Suárez Arias

Sobre el autor

Alfonso Suárez Arias

Alfonso Suárez Arias

Aguijón social

Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.

@SUAREZALFONSO

1 Comentarios


Nerio Luís Mejía 04-01-2022 01:43 PM

Excelente columna que nos lleva a la reflexión Gracias apreciado Dr

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