Opinión
No es na estudiar, sino conseguir trabajo
Ya culminé mi primer pregrado en la universidad. Pasó el jolgorio y el embeleco por haber aprobado todos los créditos y asistir, al fin, a la ceremonia de graduación. El cartón, no mandado a enmarcar aún, reposa en la pequeña biblioteca de mi cuarto. Era lo temido. ¿Y ahora qué? ¿Salir del país? ¿Buscar palanca con algún político? Por lo pronto, insisto en crear mis propias oportunidades. Sobrevivo con tal o cual trabajo independiente –y aspiro, de hecho, a la independencia–. No obstante, quiero quemar la etapa de empleado. ¿Será posible en este penumbroso escenario laboral colombiano?
Hace poco más de cinco años, bailé y brinqué en un solo pie por haber sido admitido en el programa de Comunicación Social de una de las universidades públicas más renombradas de Norte de Santander. La noticia aplacó los usuales temores juveniles previos a iniciar una etapa formativa profesional. ¿Qué voy a estudiar? Si no me admiten en tal o cual programa, ¿por cuál otro apostaré? ¿Y si mejor me dedico a estudiar un programa técnico o tecnológico? Sí, fueron temores válidos en su momento, pero no le llegan ni a los talones a los temores de hoy.
Es que ahora se trata del peso abrumador de la vida, dado por la continua necesidad de dinero –poderoso caballero que hace todo lo que quiero, diría Quevedo– y la inestabilidad laboral que, en Colombia, cual espada de Damocles, se cierne sobre las más optimistas expectativas de un empleo digno, permanente y con todos los beneficios que por ley corresponden. La ansiedad aumenta con los días. Ya me está pareciendo utópica la idea de ganar por lo que me gusta hacer, por lo menos bajo la forma de una vinculación laboral.
¿A qué otra cosa podría dedicarme? ¿Cómo construyo capital semilla para proyectos independientes? ¿Y mi independencia financiera? ¿Y la retribución a mi familia? Son algunas de las preguntas que me sobrecogen a diario como asalto mortal. Sé que no debo permanecer así mucho tiempo. De lo contrario, sería empezar a morir prematuramente. Tendré que hacer que algo ocurra. Seguir afianzando habilidades para la industria creativa. Continuar presentando hojas de vida. ¿Esperar un trabajo?
Según el DANE, para el mes de junio de 2023, la tasa de desempleo del total nacional fue 9,3%. Considerando que en Colombia hay alrededor de 50 millones de habitantes, el número de desempleados ronda los 5 millones. Me exaspera hacer parte de esos cinco millones de desempleados. Siento empatía por quienes también engrosan esos números. Insisto. No me considero un joven desocupado. De hecho, soy un trabajador independiente en formación y lo digo a todo aquel que con intención superflua me pregunta si ya tengo trabajo.
Preferiría no estar escribiendo sobre esta situación que me resulta angustiante. Tan angustiante como los dos o tres años de experiencia que, con terquedad, insisten en pedir las empresas en Colombia a jóvenes recién graduados como yo, que no es más que otra traba para el acceso al empleo. Si se cambiara el “necesitas certificar tanto tiempo de experiencia” por el “aquí podemos brindarte la experiencia laboral que necesitas”, todo sería diferente. Si Dios fuera negro, compay, todo cambiaría.
Soy Comunicador Social. Me autorreconozco como individuo creador, dinámico, crítico, responsable y cuestionador. Hago contenido cultural y de recomendaciones en redes sociales. Escribo. Varios de mis textos han sido publicados en diarios como Panorama Cultural, El Pilón y La Nueva Prensa. En síntesis, mi producción periodística y narrativa abarca todos los formatos: audio, imagen, texto y video. Trabajo cada día para potenciar mis habilidades. A quien lea esto y tenga en sus manos poder emplearme, por favor, no me pida experiencia laboral.
Dispongo lo que sé; y lo que no, lo aprendo sobre la marcha.
Alexander Gutiérrez Navarro
Sobre el autor
Alex Gutiérrez Navarro
Zarpazos de la nostalgia
Nacido en La Paz, Cesar y criado en Macondo, la sede del mundo jamás conocido. Escribe para imprimir fuerza a los relatos ordinarios a través de la extraordinaria conquista de la palabra impresa. Lector asiduo. Estudiante de la vida. Periodista y Comunicador Social en formación.
0 Comentarios
Le puede interesar
Editorial: Las últimas ediciones afrocesarenses
A principios de Octubre, cinco libros editados por la gobernación del Cesar fueron presentados al público en un acto colectivo que ce...
¿De nuevo a la inquisición?
“Quién no conoce la historia está condenado a repetirla”. Un refrán que engloba un debate social actual sobre el retroceso e...
Como en los reinados de belleza
La política colombiana y el sistema electoral del país está a punto del colapso, no la Registraduría. El problema es el siste...
Carta celestial a Rita Contreras, mi más dulce amor: un año sin ti
Abuela, te escribo desde Emiratos Árabes Unidos, donde siento que estoy más cerca de ti que de mis familiares vivos. Escribo en h...
El Cantor del Valle sigue ahí
Por allá por los años 70 en el folclor vallenato, algunos compositores se autodenominaron cantores de sus respectivos pueblos. Se hab...