Artes plásticas
La plástica de Gabriela Egurrola: “Plata – no hay”, pero abunda el Genio

Luis Mizar[1] se compara en palabras de su Dios, con una “Mancha de plátano en el vestido blanco de los Ángeles”, y pienso que la obra pictórica de Egurrola, hasta este momento, equivale a la ruptura de una estructura parroquial, a una mancha de sangre sobre la guayabera conservadora y recalcitrante de la plástica local, que reprime la forma de sentir y expresar el arte, siendo complaciente con una moral que obstruye el desarrollo de los y las artistas en nuestra región, haciendo apología de un pensamiento mediocre y conformista. Por esa razón, el trabajo desarrollado por la artista nacida en San Juan del Cesar, La Guajira, Gabriela Egurrola Molina, consigue evocar en su obra plástica un pasado perdido, en gran parte por el capitalismo y sus dinámicas avasalladoras, que del bello racimo esplendoroso de nuestra cultura, sólo deja a duras penas la bellota.
Puedo verla abriendo un baúl con ropa doblada, y puedo sentir también el vaho de alcanfor desprenderse de los cuatro rincones de ese baúl. El aroma a café en las mañanas de peltre, degustar un plátano asado con carne molida y arroz de palito en la bajilla predilecta y colorida de otrora, en los bordes coronados de flores, la mesa de la infancia impresa en la memoria, el apetito colectivo, la “sed plural” apaciguada con refrescante guarapo de panela, los manteles bordados y toda una estética alrededor de los alimentos, muy cerca a lo que hoy llamamos sostenibilidad alimentaria. Somos lo que comemos, escuché a una sabia mujer hace ya un tiempo. La pictórica de Egurrola se nos da en bandeja de plata, y sobre ella, una mano de guineos serranos madurados a tiempo, como símbolo de nuestra historia. Los murales y lienzos de la artista no reprimen el deseo de la expresión, mucho menos los gritos de su inventiva, el concepto habla, conversa, susurra. La mezcla de lo popular con lo académico, lo político y lo corpóreo, lo anticuado y lo moderno, es tarea que Gabriela Egurrola desempeña con juicio y minuciosidad. La pintora sin necesidad de contradecir una tradición recalcitrante y modesta, lo que hace en cambio es generar un echo estético, divisando nuevos caminos o en su caso, nuevos cielos.
Me atrevería a decir, que Martha Traba hubiese visto en la obra de Egurrola, el viraje necesario en la pintura de nuestro tiempo, la reivindicación del sentir popular caribeño, sin dejar de lado la técnica expuesta en los diversos formatos desde los que logra expresarse y ser. Cuando vi por primera vez el trabajo de la artista, fue en un mural realizado por el Colectivo Somos Once, en aquel entonces junto a los artistas “Yako”, Carlos García, José Luis Rocha, entre otros que siguieron su camino y salieron de sus zonas de confianza. ¿Qué otro camino podría tener el artista, más que la íntima exigencia por superarse así mismo?, la segunda fue en una exposición individual en Casa Arte, donde presentó una serie de obras particularmente sensibles y desinteresadas, donde cada visitante se encontraba de cara, o miembros, con la realidad de la violencia en nuestro país, personas mutiladas, pintadas sobre superficies espejadas, el cuerpo femenino como mercancía, (glúteos y senos) servidos sobre platos desechables, ¿es el cuerpo el bocado o el pecado?. Ya el ser artístico se afianza y nos invita a interpretar su lenguaje, la fricción de sus contradicciones. Impecable pincelada, sutil y colorida, sus pinturas fusionan el pop art, la naturaleza muerta, para mí, realista y mágica, menos surrealista, siempre magistral, la obra de Egurrola nos alimenta.
Pensemos en las influencias; Santiago Cárdenas, Fanny Sanín, por qué no, David Hockney. Así como la Obra de Beatriz González documenta la sangrienta época de mediados de los ochenta y toda la década de los noventa, la violencia y el conflicto interno Colombiano; La Obra de Gabriela Egurrola viene a revelarnos un presente no menos desesperanzador, donde el campo de batalla sigue siendo el estómago, el cuerpo, los sexos, la mercantilización del espíritu, y también lo artificial, aunque sea “inteligente”. Su búsqueda retorna a lo esencial, el azul del cielo, el fruto de la tierra, las heridas han sido expuestas, los santos se humanizan en las heridas, lacerados los sagrados corazones, la magnitud de su búsqueda puede ir desde Tiziano, el Greco, Giotto y humanizarse en nuestras manifestaciones cotidianas, en las costumbres abducidas. El estudio es de rigurosidad, muralismo, grabado en linóleo, pegatina, acrílico sobre lienzo, instalación y en la última exposición individual a la que pude asistir performance.
Las espinas recuerdan a la rosa, el dolor a un paraíso del que fuimos expulsados, anatemas ahora y conscientes del vacío que ahora es ocupado por la imaginación, el color y la poesía. Gabriela Egurrola tiene el fuego creativo en su corazón, la llama imaginativa en sus ideas, la luz que ilumina la noche en que se encuentra la pintura en nuestro tiempo, es la esperanza hecha concepto y genialidad, dialéctica. Los opulentos bodegones con que la Realeza y la Aristocracia mostraban su buen comer, a través de los grandes maestros de la pintura Barroca y Renacentista, hoy son un plato vacío de porcelana por llenar, por volver a pintar. ¿Será la pintura de Gabriela Egurrola Molina, esa nueva cornucopia que sacie nuestra necesidad de artistas dignos y de genio?
César Andrés González
Poeta y Escritor
[1] Luis Mizar Maestre Nació en Valledupar (1962-2015) obtuvo primer lugar del concurso Carlos Castro Saavedra en Medellín (1996) por su obra más reconocida Salmos Apócrifos.
1 Comentarios
Al ver la pintura de Gabriela me recuerda espacios de mi infancia...luego, hay aspectos y detalles que me conducen a otros conceptos en interpretaciones, pero siempre sus trazos son de cuidado y pulcritud que dicen mucho de su dedicación, esfuerzo y concepto....y desde luego siempre encuentro un avance en su concepto a través de sus trazos. Sigue avanzando querida hermana.
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