Cine
Polvo de estrellas: la parodia de Hollywood desde Hollywood
Cronemberg firma con “Polvo de estrellas” (Maps to the stars) una sátira interesante donde descubrimos un Hollywood decadente, raro, remoto, acaso de ciencia ficción. Las estrellas del título no sólo son las del star-system actual, más devaluado que nunca, sino parte de la constelación ridícula, helada y deforme del director.
En este Hollywood de Cronemberg en el que se filman más series que películas, hay unos chicos precozmente monstruosos y hasta literalmente deformes según la posición de la cámara, púberes con más fama y dinero que sus padres, contrahechos perdidos en un mundo que gira fuera de órbita.
El cine de Cronenberg consuma siempre una especie de fascinación por lo existencial. En este caso, el vacío lo llena todo y la progresión narrativa se ve más amena y accesible que en las películas anteriores.
Como la sátira, además, comporta una posición moral critica, más posibilidades tiene todavía de ser efectiva entre un público que no ha visto sus películas más “comerciales”. A esta altura de la vida y obra de Cronenberg y del siglo que le da contexto, casi no hay efecto en sus nuevas películas que pueda ser comparado con el contracultural que causaban sus primeras y rústicas.
En la segunda mitad de los 80 y primera de los 90, con Pacto de amor y Crash, consiguió renovar la representación del malestar en la cultura, y con la trilogía protagonizada por Viggo Mortensen llegó el placer (o lo más cercano al placer).
Se me ocurre que otra forma de ver “Polvo de estrellas” sería a través de la actriz Julianne Moore, esa mujer con una de las caras más extraterrestres del cine, una piel blanca hasta la translucidez, rasgos duros que los años volverán áridos, pecas estruendosas, pelo lacio de niña criada para ser princesa que ha terminado siendo la reina de una compañía de fenómenos que incluye a otro despiadado estilista de la burguesía estadounidense y la sociedad de consumo como Todd Haynes.
Actriz de carácter fuerte, ideal para directores que encuentren en la desnudez un trazo expresionista, una evidencia insustituible de la potencia física cinematográfica, un artefacto conceptual y hasta una alegoría materialista.
Como conclusión: Polvo de estrellas es una gran película para reírse y reflexionar sobre un imperio corroído por el vicio y que no sabe levantarse. Una película para aquellos que aprecian la originalidad y lo extraño. Aquellos que saben que una película de Cronemberg es algo diferente. Y que en eso consiste el cine.
Natalia Fernández
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