Cine
Vigilia, un cortometraje rodado en Valledupar
Por muy corto que sea, un cortometraje acaba transformándose en una labor interminable. El deseo de que todo quede perfecto, que cada segundo sea usado de la mejor manera y que los personajes expresen al detalle todo lo que indica el guión, son algunas de las problemáticas que debe encarar el realizador.
“Vigilia”, el primer corto de Nina Paola Marín Díaz, es un ejemplo perfecto del esfuerzo, del tiempo y la voluntad que requiere una obra de 17 minutos. La realizadora residente en Valledupar lo dejó patente en su presentación oficial en la sede de la fundación AVIVA.
Fue tan doloroso como un parto, explicó la artista, desde la realización del guión hasta la presentación y promoción de su obra cinematográfica. Sin embargo, Nina supo superar cada obstáculo y llevar a cabo todo el proceso de manera exitosa.
La trama puede parecer sencilla pero la redacción del guión fue una de las primeras dificultades. Nina trabajaba a distancia con su tutor –el actual director de El Heraldo, Ernesto Mccausland–, y, en muchas ocasiones el guión debía ser modificado para que fuera más equilibrado.
“Yo quería aportarle algunos detalles más personales, algunos giros imprevistos o crueles –comentó Nina con una sonrisa–, pero Ernesto consideraba que no era conveniente. Por eso, esa etapa se demoró tanto tiempo”.
El resultado final es un trabajo ambicioso y pulido, que reconstruye el apego desproporcionado de una madre por su hijo fallecido. A partir de ahí, Nina Marín juega con el tiempo, los espacios y la actitud de los actores para hilvanar un relato imprevisible y conmovedor.
Tras varios meses de planificación, el rodaje no duró más de cuatro días en la capital del Cesar, pero también supuso numerosos retos. Primero, Nina Paola tuvo que aprender a trabajar con actores talentosos como Deiler Díaz (el cura en la película, y su profesor de drama en la vida real), Boris Serrano (el hijo de la madre atormentada) y Miriam Fadul (la madre en la historia, y su tía).
Mientras tanto, la realizadora también debía lidiar con problemas técnicos y cuestiones financieras. “Todo se complicaba y todo podía implicar gastos adicionales”, explicó Nina quien reconoce que la asesoría de Ernesto McCausland fue muy positiva y le permitió avanzar en este arduo proceso.
La edición del cortometraje requirió un poco más de un mes antes de presentarse de manera oficial a los medios de comunicación y al público valduparense.
Nina Marín recuerda esos momentos con alegría y nostalgia. Se enorgullece de haber logrado el trabajo y se siente preparada para afrontar otro reto parecido. “Valió la pena”, comenta con entusiasmo.
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