Cine

Érase una vez Bruce Lee

Diego Niño

17/02/2020 - 03:10

 

Érase una vez Bruce Lee
El personaje de Bruce Lee en la pelicula "Érase una vez Hollywood" de Quentin Tarantino

 

Imagine que Quentin Tarantino no es director de cine sino un narrador que escribirá un cuento en el que Bruce Lee es un arrogante que se estrella con el hombre equivocado.

Tarantino puede iniciar con una descripción del escenario o presentar al protagonista. Después de pensarlo decide que el cuento inicie con la descripción del protagonista. Esta no sería una tarea complicada si se tratara de hacer una lista de sus características físicas, pero la literatura detesta las listas. Más aún: la literatura prefiere usar la menor cantidad de palabras posibles. Sé que suena absurdo, pero piense que el borrador de Madame Bovary es de 4500 páginas (la novela tiene 462 páginas en la edición de bolsillo de Penguin).

Una buena manera de que el personaje exista es a partir de una acción que lo ilumine como si le cayera una cascada de luz en medio de un escenario en tinieblas:

Bruce parecía una pantera enjaulada. Caminaba de un lado para otro mientras hablaba. Algunas veces, arrastrado por su monólogo, lanzaba puños y gritos como si estuviera en una de sus películas.

La siguiente tarea consiste en dar la imagen que Bruce es arrogante y luego desembocar en la pelea. Lo primero no se despacha diciendo “Bruce es arrogante” (cualquiera lo puede hacer). Se trata que el personaje exteriorice su personalidad a través de actos, gestos y palabras. No al tiempo, sino distribuidas con precisión: debe sugerir, casi que susurrar lo que se quiere decir y hacerlo en el momento oportuno (no basta con susurrar una vez o con susurrar todo el tiempo).

El monólogo es una manera de hacerlo, por lo que debe elegir las palabras de tal manera que exterioricen su arrogancia sin perder veracidad (no podría usarse palabras muy sofisticadas para un hombre que no las usó en las películas ni en la cotidianidad). Naturalmente al monólogo hay que agregarle movimientos y gestos que lo maticen, que le den volumen al personaje.

Si el monólogo de Bruce es el detonante de la pelea, cabe preguntarse de qué manera sucederá. ¿Bruce dirá algo ofensivo o, por el contrario, dirá algo que incite la burla? Estas preguntas están ligadas a la construcción del antagonista: ¿por qué le ofenderán o le divertirá el monólogo de Bruce? Por lo pronto Tarantino decide que el antagonista será un hombre maduro, veterano de guerra con formación en combate cuerpo a cuerpo. Estas características son determinantes para que la confrontación sea atractiva (a nadie le interesa una pelea cuyo desenlace es previsible). 

La confrontación es más potente si existen testigos. Como Tarantino le gusta el cine, ubica la pelea en un estudio de Hollywood durante el descanso del rodaje de una película. Los técnicos, extras, camarógrafos, rodean a Bruce Lee, quien habla, camina y lanza puños. El antagonista se encuentra entre quienes le escuchan (está sentado sobre un baúl). Mira de reojo a Bruce al tiempo que se dibuja una sonrisa en sus labios. Alguien le pregunta a Lee quién ganaría si peleara contra Cassius Clay (conocido posteriormente como Mohammad Ali). El nombre no es casual (habla del tiempo) ni la pregunta es inocente (será el detonante para la confrontación entre Lee y su antagonista).

Bruce responde que dejaría lisiado a Cassius si se diera la pelea. Lisiado no es una palabra elegida al azar: debe ser lo suficientemente fuerte para justificar la risa del antagonista y debe ser coherente con el monólogo. Bruce se acerca a su antagonista, le pregunta su nombre y oficio. Él le dice que se llama Cliff y es doble. Bruce le pregunta qué le pareció gracioso. Cliff le dice que no quiere problemas, que sólo ha venido a trabajar (la respuesta hace parte de la construcción del antagonista: calmado, sereno, aplomado). Lee se envalentona: le pregunta con más agresividad qué es lo que le pareció tan gracioso si él no ha contado un chiste. En este punto Cliff decide salir de su zona de confort: le dice que Bruce es un hombrecito con una bocota y mucho resentimiento. La personalidad de Lee lo obligará a vengar la ofensa de la única manera razonable: peleando.    

A pesar de que es razonables que Bruce Lee le propine una paliza a Cliff, el lector sospecha que no será así por la seguridad con la que Cliff lo encaró. La segunda razón se la dará uno de los personajes secundarios, quien le dirá a Bruce que Cliff es famoso porque asesinó a su esposa.  

La escena que acabo de describir es copiada de Érase una vez Hollywood. Las fórmulas son las mismas sin importar el formato: el escritor o guionista debe susurrar en lugar de enunciar, ser eficiente con el uso de recursos, examinar las posibilidades de la escena, componer escenario y personajes, calcular los diálogos, etc. En este ejercicio vemos la fuerza que puede tener una escena (una película, cuento o novela) en la que un personaje (reconocido) pierde sus cualidades.

Esta fórmula es ideal para explorar posibilidades narrativas. Imagine, por ejemplo, un cuento en el que Drácula se enamora de una joven que lo abandona para irse con un reguetonero o un relato en el que James Bond pierde una cita porque no pasó la buseta.

 

Diego Niño

@Diego_ninho

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Nota sobre este escrito: Puede consultar la escena original en el vídeo doblado al español o en inglés.

Sobre el autor

Diego Niño

Diego Niño

Palabras que piden orillas

Bogotá, 1979. Lector entusiasta y autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador.

@diego_ninho

1 Comentarios


Francisco Aziz 17-02-2020 10:54 AM

Estupendo narrador que hoy nos provoca bellas emociones con dos ídolos grandiosos, Tarantino y Bruce Lee.

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