Cine

La historia oficial: la primera película latinoamericana en ganar un Oscar

Javier Herreros Martínez

24/03/2021 - 05:25

 

La historia oficial: la primera película latinoamericana en ganar un Oscar
La historia oficial (1985)

 

La historia oficial (1985), de Luis Puenzo, es una obra cinematográfica que se adentra en los últimos meses de la dictadura militar argentina (1976-1983), con un país en crisis por la derrota en la Guerra de las Malvinas (1982). A través de la película, conocemos lo que supuso para miles de ciudadanos la existencia de un régimen opresivo. Los miedos, los silencios, las desapariciones.

En este filme valiente y honesto, descubrimos una época clave de Argentina, pero la auténtica grandeza del largometraje radica en trascender tiempos y lugares, porque La historia oficial no habla sólo de algunos acontecimientos argentinos de finales de los setenta y principios de los ochenta, sino que plantea cuestiones de gran calado, independientemente de los coordenadas geográficas y las referencias cronológicas en las que nos encontremos: ¿quiénes somos verdaderamente?, ¿por qué es necesario recordar?, ¿cómo la maquinaria del poder influye en nuestras vidas?, ¿qué peso tienen las mentiras en cada uno de nosotros?, ¿qué sentido posee la solidaridad?, ¿podemos mejorar el mundo?

En la primera media hora de La historia oficial asistimos al discurrir cotidiano de un matrimonio burgués en la Argentina de 1983: Alicia (Norma Aleandro), profesora de Historia en un instituto; Roberto (Héctor Alterio), prestigioso hombre de negocios. Los dos desprenden alegría, entusiasmo, y cuidan con infinito cariño de su hija pequeña, Gaby (Analía Castro), que va a cumplir cinco años.

Poco a poco, de forma sutil, vamos sabiendo el drama que atormenta a Alicia: el hecho de no poder tener hijos (la angustia de la Jacinta galdosiana y de la Yerma lorquiana) y el desconocer cuáles son los padres biológicos de Gaby. Resultan significativas las actitudes contrapuestas que la pareja transmite ante el origen de Gaby: el silencio de Roberto, que defiende el olvido para poder seguir viviendo en un ficticio confort familiar; la incertidumbre de Alicia, que lucha por conocer la verdad del pasado de la niña, aunque eso implique la destrucción de su propio matrimonio.

Del comportamiento individual surgen unas evidentes implicaturas simbólicas, de alcance sociopolítico: así, Roberto encarnaría la complicidad y la colaboración de los empresarios argentinos con los militares golpistas en una alianza que sostuvo el Proceso de Reorganización Nacional (eufemismo bajo el que se disfrazó la dictadura), frente a Alicia, que representaría la importancia de la memoria para poder construir un futuro democrático y libre para Argentina.

En la narración de La historia oficial cobra un valor destacado la aparición del personaje de Ana (Chunchuna Villafañe), amiguísima de Alicia, y que acaba de regresar a Argentina después de varios años exiliada. Que Ana pueda retornar en 1983 a su lugar natal marca los momentos finales de una dictadura que ya agonizaba, y ejerce un estímulo para Alicia de cara a encontrar la verdadera identidad de Gabi, que no es conocer únicamente a los progenitores de la pequeña, sino descubrir cuál ha sido la tragedia humana de un país entero. En sus parlamentos, Ana muestra una ideología progresista; más tarde, nos enteraremos de que su pareja sentimental de hace siete años era un hombre de izquierdas (que Roberto califica como «subversivo»; con la palabra «subversivo» las personas conservadoras de Hispanoamérica nombraban peyorativamente a cualquier individuo con ideas socialistas, comunistas o anarquistas) y tuvo que escapar con él de Argentina tras el golpe de Estado (24 de marzo de 1976).

Hay una escena en un garaje, cerca del final de la película, en la que Roberto discute con Ana, por considerar que la exiliada ha influido notablemente en la incesante búsqueda de Alicia sobre los orígenes familiares de Gaby. El empresario llega a decirle: «A vosotros (en referencia a las personas de izquierdas) había que barreros como la basura». A lo que Ana contesta: «Eso fue lo que hicisteis».

El alcance histórico de este testimonio es tremendo, su implicación semántica también: miles de seres humanos fueron asesinados, torturados y encarcelados en la dictadura argentina entre la primavera de 1976 y diciembre de 1983; y no sólo ocurrió en Argentina, sino en otros países sudamericanos como Chile, entre 1973 y 1990; y Uruguay, entre 1973 y 1985. En una época crucial de la Guerra Fría, los militares de estos países, contando con el beneplácito y la cobertura de los Estados Unidos, decidieron cortar diversas tentativas políticas progresistas, aunque estas fuesen por cauces democráticos (y respaldadas por una parte importante de las poblaciones respectivas). De ahí las conexiones históricas y temáticas entre La historia oficialMissing(Desaparecido 1982), de Costa-Gavras, y La noche de doce años (2018), de Álvaro Brechner.

Argentina, Chile, Uruguay. Encubrimientos, desapariciones, cárceles. El poder despótico que intenta aniquilar a seres inocentes, y estos que luchan con valentía frente a una autoridad cruel. Seres que se llaman Alicia, profesora de Historia; Charles, escritor y dibujante; José, Mauricio y Eleuterio, guerrilleros.

 

Javier Herreros Martínez

 

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