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Oración de un vallenato a Santo Ecce Homo

José Atuesta Mindiola

25/03/2013 - 12:00

 

El Santo Ecce Homo / Foto: Panorama CulturalCuentan que hace muchos años llegó a Valledupar un viajero y le dijo al párroco de la Iglesia Inmaculada Concepción: un santo quiero tallar porque yo soy carpintero, aquí no hay santo patrón que despierte en la región la fe con gran romería, déjenme en la sacristía para cumplir la misión; pero el viajero misterioso que dijo ser carpintero tenía poder milagroso, porque después de cinco días y sin explicarse cómo, la imagen de Santo Ecce Homo estaba en la sacristía. Al ver la imagen sagrada, asombrado dijo el párroco: ¡He aquí el hombre! Y será un santo de renombre para esta bella región.

Desde entonces, los vallenatos veneramos la imagen sagrada del Ecce Homo que permanece en la Iglesia la Inmaculada y su potestad milagrosa se ha extendido más allá de la comarca que feligreses llegan de otras regiones y las suplicas  abundan cual lamparines alrededor de su altar.

Hasta algunos presidentes en campañas llegan a pedirle apoyo para alcanzar la victoria y bendiciones para que su poder desanude las tormentas y la justicia relumbre en los días de su mandato. Otros al mirarle a los ojos se alejan con sus manos temblorosas por el peso homicida de la culpa. Llegan mujeres que confiesan el tedio y el vulnerable gemido del corazón por la ausencia repetida de su hombre. Madres nazarenas que le piden por los árboles que reducen la sed del estío, por la luna que llena de piedad el alma del guerrero y por la vida que es racimo de viento en la vendimia se los sueños.

Como vallenato católico por tradición y por vocación, te ofrendo esta humilde plegaria:

Santo Ecce Homo, patrono de esta tierra bendita de Valledupar: Cúbrenos con tu luz, cuando las penumbras del mal nos rodean; destruye todas las murallas que nos impiden caminar contigo.

Santo Ecce Homo, supremo guardián de la vida y la esperanza, defensor insobornable de la moral y de la fe,  centinela de la alianza del amor y la verdad. Concédenos el poder de la concordia, llena de piedad el alma del guerrero para que el tiempo del odio apague sus andanzas y olvide para siempre la terquedad asfáltica de los largos caminos de la guerra. Haz que lejos del hombre esté el nombre de la guerra y de la muerte, y que ningún territorio sea fértil para el vórtice humeante de la emboscada.

Santo Ecce Homo bendito no permitas la dicotomía del guerrero, que con el perdón de la hostia humedece sus labios de paz, pero por dentro su corazón hierve de guerra. Permite que los ríos vuelvan a su cauce, que vuelvan las brisas atarugadas de maizales, que en los corrales el aroma blanco de la ubre rebose los baldes de espumas.

Santo Ecce Homo, eterno Padre del bien: convence al hombre para que vuelva sus ojos a los árboles y a los ríos, para frenar los caminos del desierto. Serena la ansiedad del minero de desfigurar la tierra con socavones y negros agujeros y de llenar de luto el canto de los pájaros.

Santo Ecce Homo,  Altísimo Padre de la justicia: te pedimos por nuestros gobernantes, para que sean transparentes como el desfile de la lluvia y abran las puertas de su corazón a Ti, para que cumplan con humildad la misión encomendada. Haz el milagro de la paz en Colombia. Mete tus manos Santo Ecce Homo, aplaca la soberbia de los que viven de la nostalgia del poder. Frena las fieras que hay dentro de cada guerrero para que no salgan arrojando los relámpagos de la muerte. Fortalece el camino de los diálogos para alcanzar la paz.

Santo Ecce Homo, Padre benéfico de la música y la poesía: te pedimos por los cantores para que sigan cual las aves derramando la música en el viento y por los poetas, para que con sus versos  proclamen tus alabanzas. Santo Ecce Homo, riega nuestras mañanas con la vendimia de tus frutos.

 

José Atuesta Mindiola

Sobre el autor

José Atuesta Mindiola

José Atuesta Mindiola

El tinajero

José Atuesta Mindiola (Mariangola, Cesar). Poeta y profesor de biología. Ganó en el año 2003 el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y es autor de libros como “Dulce arena del musengue” (1991), “Estación de los cuerpos” (1996), “Décimas Vallenatas” (2006), “La décima es como el río” (2008) y “Sonetos Vallenatos” (2011).

Su columna “El Tinajero” aborda los capítulos más variados de la actualidad y la cultura del Cesar.

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