Música y folclor
El sueño de la música sigue vivo
Hace un año, Valledupar presenció el nacimiento y la presentación oficial de su Orquesta Sinfónica, acompañada por un grupo de ensamble coral, integrado por niños y jóvenes del departamento del Cesar.
Aquel 13 de diciembre del año pasado, la Catedral del Rosario acogió a una multitud que fue testigo de un acontecimiento histórico, gracias al talento joven de la capital cesarense y sus alrededores.
Esa noche de tintes y vibraciones musicales sentó un precedente en la historia musical de Valledupar, pues fue el debut de la primera orquesta sinfónica juvenil en la historia de nuestra ciudad, escenario que dio luces frente al avance de las expresiones musicales del ‘país vallenato’.
Luego de un año, los amantes de la música en Valledupar tuvieron la oportunidad de deleitarse nuevamente con las notas de instrumentos sinfónicos y las voces perfectamente acopladas de los niños y jóvenes que hacen parte de los Centros Musicales de la Fundación Batuta, organización abanderada de este movimiento de formación musical a nivel nacional.
El auditorio de la Biblioteca Departamental Rafael Carrillo Lúquez estaba atestado de gente expectante frente al proceso adelantado por esos niños y jóvenes soñadores. En medio de aplausos, el grupo de músicos abrió el concierto con una obra del estadounidense Doug Spata y continuó con la interpretación de ‘Hatikva’, himno nacional de Israel, cuyo nombre significa esperanza en español.
Los asistentes quedaron atrapados por el sentido melódico y la belleza de esta pieza que, tal vez, fue escogida por su título haciendo honores al trasfondo de cambio social, igualdad y el poder transformador de la música que traza un camino para los niños y jóvenes de distintos estratos sociales de la ciudad de Valledupar.
“Esta obra brinda un mensaje de cambio, pues recrea la filosofía de que todo siempre puede cambiar por algo nuevo”, afirmó Diego Rivero Galvis, Director de la Orquesta Sinfónica.
Canciones tradicionales del folclor colombiano, como ‘La Piragua’ de José Barros y ‘Te olvidé’ de Antonio Peñaloza, también se hicieron presentes en esta noche mágica llena de ovaciones y aplausos a una labor que comenzó en el mes de agosto del año 2012.
Hace más de un año, ochenta alumnos de instituciones educativas como Milciades Cantillo Costa, La Esperanza, Consuelo Araujo, Enrique Pupo Martínez, la Universidad Popular del Cesar, entre otras, le dieron vida a este sueño que busca brindar un espacio académico diferente en torno a la educación musical. Actualmente, son más de ciento ochenta personas en formación, de las cuales ciento veinte se presentaron ante el público vallenato.
“Tenemos 91 niños asistiendo a las clases de la sinfónica y 90 del coro y del ensamble representativo. La idea de este proceso es ampliar la formación musical en el Cesar. Hay mucho talento y los jóvenes son muy dedicados, pero necesitamos abarcar una mayor parte de la población. Sin embargo, eso no lo podemos hacer solos. Necesitamos de los entes gubernamentales y las empresas privadas para que apoyen e inviertan en la cultura y la educación musical”, comentó el director de veintiséis años, quien es Licenciado en Música de la Universidad Industrial de Santander.
Junto a Rivero Galvis, trabaja un grupo enorme de directores y profesores en función de los niños, quienes se convierten en guía y gestores para alcanzar el resultado final que presentan con orgullo a los valduparenses.
Uno de ellos es Juan Manuel Hernández Morales, tutor coral encargado de los departamentos de Santander, Norte de Santander, La Guajira y, por supuesto, Cesar.
Según Hernández Morales, el proceso en nuestro departamento va muy avanzado y es por esto que Batuta escogió a Valledupar como uno de los programas más importantes del país. “Los niños de los barrios más vulnerables son los que están acá. La música de este concierto está realizada por los niños de esos barrios. Éste es el producto de un trabajo arduo que tiene como objetivo darles a los pequeños una oportunidad de hacer música”, expresó.
En la actualidad, esa tarea se realiza en dos centros musicales ubicados en Valledupar y uno en el municipio de Agustín Codazzi, donde se le da cabida a todas las experiencias musicales que beneficien a los menores.
Así lo expresó María Teresa Guillén Becerra, Directora del Plan Nacional de Desarrollo Coral de Batuta, quien exaltó la importancia del canto como forma de interiorización y cambio social. “El canto coral no solamente forma a los niños de manera musical, sino que también tiene implícito un gran componente social, pues se aprende a convivir, a tener en cuenta a los demás, a respetar la diferencia. El trabajo socializador del canto coral es absoluto”, aseguró.
Además, destacó el talento de los integrantes del programa. “El talento que hay aquí es admirable. Son niños afinados, expresivos, disciplinados, y están acompañados por un grupo de maestros sin los cuales no sería posible lograr este resultado”, puntualizó Guillén Becerra.
Lo cierto es que, gracias a este proceso, Valledupar seguirá disfrutando de su primera Orquesta Sinfónica, que con sus acordes hacen un llamado de igualdad, de armonía, y de paz y que, a través de ellos, mantiene vivo el sueño de la música.
Milagros Oliveros
@milakop
Sobre el autor

Milagros Oliveros
Ágora
Milagros Oliveros Cordoba. Vallenata. Comunicadora Social interesada en la divulgación de la cultura y las artes colombianas, y en la investigación de la compleja relación entre comunicación, cultura y tecnología.
Con el objetivo de ampliar mis conocimientos y descubrirme como comunicadora social y periodista, he trabajado en distintos medios masivos a lo largo de mi carrera, participado en procesos de comunicación para el desarrollo y en proyectos de investigación sobre comunicación y cultura. Este viaje por los diferentes campos de la comunicación me ha servido para confirmar mi pasión por la escritura y la investigación. Veo el periodismo como un género literario y siento que, a través de crónicas, reportajes e historias de vida, muestro el reflejo del mundo a los lectores que, en última instancia, son los que pueden identificarse con mis textos. Eso es lo que me mueve como periodista.
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