Música y folclor
El hijo de Diomedes Díaz que optó por el rap


Se llama Christopher Carrillo Ramón pero muchos lo conocen como Kiko y su calle, su nombre de artista. Kiko es un joven colombiano expatriado en Miami, que podría pasar desapercibido en esa gigantesca capital latinoamericana si no tuviéramos en cuenta dos aspectos importantes: canta Rap con toda la irreverencia que exige el caso y es un hijo no reconocido de Diomedes Díaz.
Las semejanzas no escasean. Piel trigueña, mirada penetrante y una sonrisa brillante adornada con 8 dientes de oro. Algo que no deja de recordar el diamante del Cacique de la Junta quien hacía temblar a más de una mujer con su sonrisa.
Con 28 años, el joven rapero se mueve en el mundo de la música con unas ganas devotas de triunfar. Su juventud no fue fácil, eso lo resalta con frecuencia, pero no se detiene en ese pensamiento y busca en las letras la forma de abrirse un camino.
En las fotos que cuelga en su twitter, posa con amigos latinos, estrellas de paso por Miami (entre ellos, Rafael Santos), amantes del arte callejero del rap, algunas veces con bebidas de alcohol en la mano, y otras, exponiendo algunos de los 50 tatuajes que adornan su piel.
“Cada tatuaje es un dolor”, manifiesta en una entrevista, un mensaje de superación. Vive entre la necesidad de emerger y la importancia de recordar. Por eso, destacan en su espalda los tatuajes de su padre Diomedes y el de Joe Arroyo con quien convivió durante más de 4 años.
La sombra de estos grandes le acompaña en los momentos difíciles y, aunque ellos hicieron vibrar una nación entera, él no se deja intimidar. El rap es lo suyo y lo vive a su manera. “Tengo un estilo de vida diferente”.
Cultiva el Rap desde los 13 años en paralelo con una multitud de trabajos que le han permitido sostenerse. Como Diomedes, el joven rapero ha experimentado de todo. Trabajó de árbitro en partidos de futbol, en hoteles como mesero, vendió zapatos, camisas, y llegó incluso laborar en la Mercedes Benz.
No se olvida de la costa Caribe de Colombia y el Valle donde estuvo algunos años. De su padre dice que heredó la lírica y el sentimiento por la música. Pero seamos honestos, sus letras son algo diferentes a las de su padre. La estética urbana se impone.
Kiko jamás conoció a su padre. Hijo de una relación oculta que mantuvo el Cacique de la Junta con su madre Jackeline Ramón –quien se casó con Joe Arroyo en 2005–, esto no le impide querer a su padre y admirarlo artísticamente.
El rapero reconoce que vio su padre por primera vez poco después de su fallecimiento, el 22 de diciembre del 2013. Lloró mucho cuando le anunciaron su muerte, y, hoy, el Cacique se sorprende al ver que uno de sus numerosos hijos se impone en el mapa musical de Florida, en un género tan moderno como el Hip Hop.
Entre las frases de Diomedes que se le han pegado, está el saludo: “Con mucho gusto” que remeda con un acento ligeramente americanizado. La influencia de una vida en Miami es innegable. También la letra de “Entro a la disco” -una de sus últimas canciones-, nos ubica en esa ciudad donde aspira a triunfar:
“Entro a la disco,
Yo la miro,
La invito a un trago
Y después de ahí nos fuimo´”
PanoramaCultural.com.co
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