Opinión

El mundo: ¿casa o cosa?

Eber Patiño Ruiz

17/01/2018 - 07:40

 

 

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha buscado la manera de mejorar su vida cotidiana, y cada nuevo avance le ha permitido optimizar sus condiciones y marcar su época (que hoy es objeto de estudio por los antropólogos, sociólogos, paleontólogos y demás interesados en la evolución sistemática de la especie humana).

Es sorprendente saber que el hecho de pasar de nómada a sedentario, marcó un avance en el desarrollo de las sociedades y que, a su vez, perfeccionó sus métodos de caza, de siembra, de recolección. Con este avance, sin que el ser humano se diera por enterado en su momento, marcó para las generaciones venideras las bases de la sociedad moderna. Y si miramos otro aspecto de la evolución del hombre, el lenguaje es, sin lugar a dudas, el mayor de los logros. Al aprender a nombrar las cosas, los objetos e introducirlos en su lengua y ser entendido por el otro, el hombre creó un sistema lingüístico único, que fue perfeccionándose con el pasar de los siglos.

Y así, cada nuevo descubrimiento potenció al anterior y se acomodaron a las necesidades de gran parte de la humanidad, para que perdurara en el tiempo. La era del bronce, del hierro, cada una fue complementando la anterior, y trajo consigo maneras distintas de interpretar el mundo hasta llegar al siglo XXI, el mundo de las cosas mediadas por la internet.

Para entender el internet de las cosas hay que entender también el otro lado de la historia, porque en la era del fuego no había otra cosa más importante que el fuego, lo mismo en las demás etapas de la evolución; hoy tenemos estas herramientas que dentro de veinte años serán obsoletas, y no hablaremos del Internet de las cosas sino de objetos o conceptos más avanzados.

Por gracia o por desgracia la tecnología nos deslumbra y no queremos ya salir de ella, y ésa es precisamente la otra cara de la moneda, porque la tecnología llega y no pregunta, solo está ahí, para usarla, y toda la población humana no está preparada para tomarla, hay limitantes geográficas, raciales, ideológicas, políticas, sociales, religiosas, etc.

De ahí una palabra muy en boga en el discurso político y económico, la llamada globalización, que no es otra cosa que romper con la autonomía de los países en su desarrollo, para clasificarlos en economías emergentes porque son unos cuantos países vendiendo lo que producen y quien no esté dentro de este siglo de crecimiento, es retirado de los círculos productivos. Esa es la idea del internet de las cosas: masificar un producto, un pensamiento, utilizando los medios de comunicación existentes.

Reflexiono y pienso que no está bien llamarse el internet de las cosas, sino la integración sistemática de varias tecnologías a fines, que nos permiten vivir en esta burbuja que parece real, pero es pura ficción y de la que todos somos actores protagonistas.

Al respecto hay una anécdota muy particular. Estando el científico Albert Einstein en su lecho de muerte, un amigo cercano le preguntó cómo sería la próxima gran guerra mundial. La respuesta no deja de sorprender: “la próxima gran guerra mundial será como en los primeros tiempos de la humanidad, con piedras y palos”.

Al pensar en esta afirmación desde hace ya seis décadas, cobra vida la teoría del internet de las cosas,  porque como bien lo han expresado conferencistas (http://www.radartecnologico.com/) una guerra tecnológica no está muy lejos de suceder, ya no se necesitan tanques de guerra y misiles de largo alcance. La misma red es la gran bomba, un algoritmo cifrado o encriptado en términos técnicos, es necesario para jaquear los sistemas financieros, de servicios públicos y todo lo que se mueva por la internet, y ese día llegará y será el fin de una era, como el día negro para el mundo, y ahí es donde la respuesta de Einstein cobrará vida: necesitaremos las piedras y los palos para podernos defender de lo poco que nos quede.

 

Eber Patiño Ruiz

@Eber01 

Sobre el autor

Eber Patiño Ruiz

Eber Patiño Ruiz

Hablemos de…

Eber Alonso Patiño Ruiz es comunicador social, periodista de la Universidad Católica del Norte Sede Medellin, Antioquia. Su gran pasión es la radio y la escritura. Tiene dos novelas terminadas y una en camino, un libro de cuentos y otro de historias fantásticas; tres libros de poesía: Huellas, Tiempos y Expresión del alma.

@Eber01

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