Literatura
Dejen a Philip Roth tranquilo
Qué ganas tienen los periodistas y medios de comunicación de forzar un acontecimiento, de entronizar a un escritor, o sacralizar a alguien con un premio.
No pasaron más de dos semanas después del anuncio –no confirmado (y siempre revocable)– de que el escritor estadounidense Philip Roth deja la escritura y enseguida decenas de medios reclaman en sus columnas, editoriales o reportajes que se le otorgue el premio Nobel, como si el simple hecho de dejar la escritura fuera un motivo para dárselo, como si este detalle ahora pudiera influenciar el jurado (entonces muy manejable).
Pero hay que hacer las preguntas correctas: ¿Realmente quiere Philip Roth ese premio? ¿Lo necesita para vivir, y para dar un sentido a su obra? ¿Gana algo ahora al llevarse ese premio? Realmente, no.
Los que quieren que se le entregue el premio son sus lectores (y no él), sus seguidores más fervorosos, su agente literario, su editorial, los que ven en él alguna bandera, algún estilo o mensaje que deba ser reconocido con esa estatuilla ofrecida por el comité noruego, pero nada más.
Y no me malentiendan. El autor de “Goodbye Columbus”, “Me casé con un comunista”, “La Mancha humana”, o más recientemente “Nemesis”, se merece todos los honores y seguramente mucho más que un premio Nobel.
Pero, los invito a que reflexionen sobre lo que puede estar pensando un escritor que llega a los ochenta años, que ha publicado unas de las obras más atractivas de los últimos cincuenta años en Estados Unidos (junto con Tony Morrisson), y que decide dejar de escribir y leer. Sí, ése es un detalle importantísimo, la ruptura de Roth no sólo es con la escritura sino también con la lectura.
El ex–escritor ha decidido cortar con el mundo de la literatura, dejar a un lado los cuentos politizados de este universo, suspirar y sentir que –llegado a este punto–, el trabajo está hecho (y bien hecho). De la misma forma que Fernando Vallejo (que dijo recientemente estar cansado con las publicaciones actuales), Roth muestra la necesidad de marcar un retiro y una independencia moral e intelectual.
Llega un momento en el que uno debe saber decir “stop”: una palabra inglesa que se acomoda perfectamente a este artículo, ya que nuestro ex–escritor es norte americano. Y cuando lo hace una persona del calibre de Roth (envuelto en un engranaje editorial enorme), es todavía más respetable.
A mi parecer, ese hombre que ahora un gran número de personas quiere entronizar está deseando que lo dejen tranquilo, porque está por encima de todas esas pequeñeces. Al igual que Jean-Paul Sartre, el único escritor en la historia que se negó a recibir el Premio Nobel por cuestiones propiamente filosóficas y de independencia, Philip Roth no quiere que lo metan ahí donde no quiere estar.
José Luis Hernández
Sobre el autor
José Luis Hernández
La Lupa literaria
José Luis Hernández, Barranquilla (1966). Abogado, docente y amante de la literatura. Ofrece en su columna “La Lupa Literaria” una perspectiva crítica sobre el mundo literario y editorial. Artículos que contemplan y discuten lo que aparece en la prensa especializada, pero aplicándole una buena dosis de reflexión y contextualización.
0 Comentarios
Le puede interesar
Los 75 años de “Cantos de sombra”: la primera gran obra poética de Léopold Sédar Senghor
Para África, el año 1945 fue también un año de grandes cambios. El término de un sinfín de atrocidades, de una guerra sin cua...
El ensayo en Latinoamérica
El ensayo en el contexto de comienzos del romanticismo en Hispanoamérica fue cultivado por los autores en diversas formas como el trat...
Quirófano
Ahora que estoy atado a la silla de mi escritorio, amordazado y con la venda semi-caída sobre mis ojos, es cuando me doy cuenta qu...
Marcos Ana, un ejemplo de coherencia poética y personal
La frase de la poeta Mar Martínez [1] que cierra la edición 2016 de la revista electrónica Tiempo de Poesía -que verá la luz el...
58
Era el año 1988 y mi hermano y yo estrenábamos colegio. Él entraba a séptimo grado o segundo de bachillerato, y yo entraba a qu...