Literatura

La ciudad de los caídos

Diego Niño

19/07/2016 - 06:10

 

Cementerio central de Bogotá / Foto: Bogota.gov.co

En el eje del Cementerio Central de Bogotá, se reúnen los políticos que definieron el rumbo de Colombia. Fachos y no tan fachos, progresistas, moderados, godos y cachiporros. Incluso parece que entre el rumor del aire se cuelan golpes de estado, triquiñuelas, conjuras, zancadillas y negociaciones. Pero todo quedó bajo tierra y cemento. Bajo mármol. Todo está alineado de acuerdo a la disposición de la muerte, que es juguetona, que le gusta la ironía. A la muerte que no desaprovecha la oportunidad de burlarse de las vanidades.

Detrás de la estatua de La Caridad está la tumba del ex presidente Alfonso López Michelsen. Parece como si la familia quisiera abandonarlo en las cunetas del olvido. Pasto, hierba, maleza, ladrillos y una lápida que parece que se romperá cuando la toque la llovizna que no se atreve a desprenderse de las montañas. En ella no hay fecha de nacimiento ni de muerte. Sólo tiene el periodo presidencial, como si hubiera nacido en el momento en el que subió al poder y muerto cuando salió.

En el costado sur-oriental del cementerio, en la hilera superior, hay una tumba sin lápida. Está encalada igual que la pared. Alguien escribió con carbón: “Estevan Prieto” en mayúscula sostenida. Abajo dice “te amo”, también en mayúsculas. La eme se curvó hasta parecer una E. Al lado hay un corazón y adentro dice Dios. En el borde inferior hay un clavel con el tallo amarillo. La flor nunca abrió por falta de agua.

Al verla se siente la pobreza y el dolor. La soledad. Especialmente soledad. Por alguna razón sospecho que la mamá fue la única que asistió al sepelio. La siguiente semana regresó para escribir el nombre en la tumba que desapareció detrás de la cal. Al final de oraciones y lágrimas, dejó un clavel que encontró en el piso.

Naturalmente sólo son conjeturas. Malabares de la imaginación.

En el costado sur-occidental del cementerio está la tumba de las hermanitas Bodmer. Sobre su sepulcro hay dos estatuas que representan a dos de las cuatro hermanas. Una está arrodillada con las manos entrelazadas sobre el pecho. La otra, de pie, tiene un brazo levantado, apuntando hacia las nubes al tiempo que contempla a su hermanita.

Algún visitante decidió ponerle una diadema y un babero a la niña que señala.

Sospecho que fueron las muchachas que están al lado del sepulcro. Una es delgada y silenciosa. La otra, mayor, más gruesa, morena y malhumorada. Sacan ponqués, chocolatinas, galletas y chupetas de una bolsa. La más joven se siente incómoda con mi presencia. Se va detrás de las estatuas como si quisiera esconderse. Segundos después regresa y mira a su compañera con ojos interrogantes. Ella, en respuesta, continúa sacando golosinas con actitud agresiva y luego se las pone en las manos, los antebrazos y en los pies de las imágenes. Da dos pasos hacia atrás para observar. Me mira de reojo, le hace una señal a su compañera y se van con pasos que presienten mis ojos.

Las palomas descienden para comer el ponqué que está en el antebrazo de la niña arrodillada. Ellas, las palomas, al igual que la hierba, representan la vida que crece en las grietas de la muerte. La vida que juega a los dados con la muerte. Ni a la vida ni a la muerte les interesa el resultado. Sólo quieren distraer la eternidad de nubarrones, lágrimas y milagros.

 

Diego Niño

@Diego_ninho 

Sobre el autor

Diego Niño

Diego Niño

Palabras que piden orillas

Bogotá, 1979. Lector entusiasta y autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador.

@diego_ninho

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Los caminos de la literatura colombiana

Los caminos de la literatura colombiana

  Estudiar la evolución de la literatura colombiana requiere acercarse a ciertas influencias europeas que hoy todavía perduran en m...

El gato que venía del cielo, de Takashi Hiraide

El gato que venía del cielo, de Takashi Hiraide

Confieso que amo los gatos, sólo he tenido uno, fue hace muchos años, cuando estaba en la universidad, desafortunadamente tuve que ...

Ensayo sobre la ceguera

Ensayo sobre la ceguera

Tengo que admitirlo, lo odié de entrada, me pareció aburridor, lento, nadaísta. Y al principio puede parecer tal cosa, es perfectame...

Antorchas: algunas minificciones

Antorchas: algunas minificciones

2 Frida Kahlo se acaba de cortar el cabello. ¡Está emputada! Bebe tequila a pico de botella. Toma las tijeras y la entierra varias v...

Solo vine a hablar por teléfono, el cuento de Gabriel García Márquez

Solo vine a hablar por teléfono, el cuento de Gabriel García Márquez

  Una tarde de lluvias primaverales, cuando viajaba sola hacia Barcelona conduciendo un coche alquilado, María de la Luz Cervantes s...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados