Literatura
La reivindicación del libro
La Feria del Libro de Bogotá, que tiene 30 años sin interrupción, es un evento cultural de impacto positivo. Se trata no solamente de una oferta comercial de obras de todo género sino también de la convergencia de actores intelectuales con sus creaciones literarias y de arte vigentes en el mundo.
La Feria del Libro es el escenario que congrega las obras escritas en todos los tiempos, en todos idiomas, en todos los géneros y con las temáticas propias de la vida humana y de la naturaleza. Es reconocer el libro como el arca de los saberes, o el acopio del pensamiento expresado en la palabra viva, hasta formar ese caudal inmenso del conocimiento como patrimonio encumbrado de la humanidad.
El libro es una invención afortunada, con la cual se perpetúa lo escrito. O cualquiera otra creación del talento humano. La literatura en sus diversos géneros, el arte y la ciencia quedan impresos en las ordenadas páginas que forman volúmenes destinados a quienes saben leer y están en el interés en aprender, en salir de la ignorancia o tener la satisfacción disfrutar ese repertorio de tan múltiples vivencias y de hallazgos asombrosos a que llegan los que investigan o exploran lo que está al alcance de sus vidas.
Pero el libro necesita de la querencia de quienes saben leer. Está destinado a todos. Cuando sus páginas son recorridas, agotadas, asimiladas, comprendidas y disfrutadas por sus usuarios que lo acogen se cumple la función que se le asigna. Entonces, novelistas, historiadores, poetas, ensayistas, filósofos, en fin, los escritores de distintas vertientes, los científicos y los artistas, sienten que no están solos o que su obra no cayó en el olvido y pudo superar la barrera de la indiferencia, ese mal que deja inédito lo expresado.
Hay que fomentar y defender el hábito de la lectura de las obras impresas y no dejarse llevar a ese ejercicio abreviado de la moda digital. Es el rescate de una dinámica a la que se le ha buscado la extinción, sin que la nueva tendencia haya podido demostrar que tiene mayor alcance en el fortalecimiento de los recursos que han hecho posible un engranaje coherente y funcional de los valores de la cultura.
No se debe subestimar todo cuanto proporciona el libro en la vida de las personas. Hace parte del crecimiento intelectual. Ayuda a encontrar las claves de las certezas para la claridad en el rumbo que le da a la existencia. Es un aliado siempre indispensable, porque proporciona precisiones, resuelve dudas, deshace prejuicios, enseña y ayuda a entender posibilidades decisivas.
En las instituciones educativas, en las bibliotecas públicas, en las empresas, en los despachos oficiales, en los hogares, no debe faltar el libro. Todos los libros. Son un recurso de ayuda fundamental. En los establecimientos carcelarios hay que tener libros que contribuyan a la rehabilitación de quienes se enredaron en situaciones delictivas. En toda familia la lectura tiene que asumirse como una disciplina para contribuir al desarrollo intelectual.
El ejercicio constante de la lectura ayuda a la calidad de vida. Cuando mejora el nivel del conocimiento se conjuran prejuicios y se tiene mejor ánimo para enfrentar crisis y encontrarle salida a los problemas que se atraviesan cada día.
Leer deja gratas satisfacciones y ayuda a que la vida se asuma con mayor lucidez. El alfabeto que no lee aridece su mente.
Cicerón Flórez Moya
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