Literatura
Revolotear de mariposas
Desde Aracataca, Magdalena, tomé prestado unas alas de mariposas amarillas que revoleteaban en pleno sol, de esas calles polvorientas del imaginario Macondo de don Gabo; miles de mariposas me llevaron al sur hacia el Amazonas.
Un gran árbol como de 30 metros me hablaría diciéndome que quería que lo llevara hasta el Argentina y que, con su madera tallada, le hiciera un cajón al más grande de los escritores del surrealismo, Cortázar. La selva me dio unos grandes ojos que metí en mi mochila, de inmediato pensé en ofrecérselos al gran Jorge Luis Borges, pero éste se negó diciendo que prefería ver con ojos del Alma.
Saludé en Argentina a los más grandes escritores de ese bellísimo país, Gardel me despidió con unos de sus tangos. Alcé mi vuelo de nuevo con miles de mariposas amarillas hacia los mares de Chile y mis alas de mariposas se veían a lo lejos el crepúsculo infinito del mar y allí estaba el gran poeta Neruda en silencio escribiendo sus versos sobre el muelle y los barcos anclados, el rocío de una lluvia trémula, él estaba descalzo y las olas del mar cuando declamaba sus mejores versos las olas del mar lo reverenciaban como el rey de los poetas románticos y así, en esa travesía por el sur de la América Latina, pasé por la ciudad de los perros de Mario Vargas Llosa.
Estuve en tierra de nadie de Juan Carlos Onetti, entré en casa de los espíritus de Isabel Allende, viajé un rato a descansar frente al mar muerto de Jorge Amado, tomé un café caliente con el presidente de Miguel Asturias, escuché cantar el gallo de oro de Dionisio Pinzón, cuando desenterraba a su madre para cambiarle las chanclas de mazorca por zapatos nuevos, historia escrita por el puño de Juan Rulfo. Y esa edad de oro de José Martín de Cuba, me impresioné tanto al ver la isla con sus grandes cañaduzales, ver al gran Hemingway tomar un ron en la calle del medio con sus barbas blancas y su cinturón bien ajustado, la tregua de Mario Benedetti, me creía yo el supremo del gran Augusto Roy en esa travesía por el centro y el sur de América...
Esa América Latina donde me encontré con un mensajero de Dios y le quise dar un libro de Gabo en especial para que se lo llevara pa´ el cielo y me respondió que Dios es imposible que ya viva en el cielo, porque si viviera su biblioteca sería tan basta que se le caerían los libros y no lloverían gotas de agua sino libros y millones de hojas de poemas y literatura...
Baldot
Sobre el autor
Baldot
Fintas literarias
Uvaldo Torres Rodríguez. “Baldot”. Artista que expresa su vida, su historia, sus sueños a través del lienzo, plasmando su raza, lo tribal, lo ancestral, y deformando la forma en la búsqueda de un nuevo concepto. Redacta su vida a través de la pintura, sus fintas literarias las escribe con guantes de boxeo. Con amor al arte y a la literatura desde niño.
1 Comentarios
Felicitaciones! Es profundamente humana su obra, que con guantes de boxeo golpea las cosas malas de la vida y nos ofrece otro mundo mejor, posible en la sensibilidad de este boxeador artista.
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