Literatura
El cuento del gallo capón, el cuento muy breve de García Márquez
Los que querían dormir, no por cansancio sino por nostalgia de los sueños, recurrieron a toda clase de métodos agotadores. Se reunían a conversar sin tregua, a repetirse durante horas y horas los mismos chistes, a complicar hasta los límites de la exasperación el cuento del gallo capón, que era un juego infinito en que el narrador preguntaba si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que sí, el narrador decía que no había pedido que dijeran que sí, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que no, el narrador decía que no les había pedido que dijeran que no, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando se quedaban callados el narrador decía que no les había pedido que se quedaran callados, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y nadie podía irse, porque el narrador decía que no les había pedido que se fueran, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y así sucesivamente, en un círculo vicioso que se prolongaba por noches enteras.
FIN
Gabriel García Márquez
0 Comentarios
Le puede interesar
Historia de dos ciudades, de Charles Dickens: resumen y análisis
Una de las más célebres novelas de Charles Dickens es “A Tale of two Cities (Historia de dos ciudades), en que recuerda la Revo...
Ojos fraternos y otros poemas de Luis Mizar
Luis Mizar nació el 8 de julio de 1961 en el tradicional barrio Cañaguate de Valledupar y su niñez la vivió al lado de sus padr...
Babylone, de Yasmine Reza: Premio Renaudot 2016
La semana pasada publiqué una reseña sobre el libro ganador del Premio Goncourt 2016, Chanson Douce, de Leïla Slimani, y hoy lo ha...
Versos en una noche de luna llena en Valledupar
Cada noche de luna llena tiene su recital en Valledupar. Son momentos donde la palabra vuelve a mecer los oídos, a nutrir el alma y ex...
Virginia Woolf o la gran ruptura literaria
La primera vez que escuché el nombre de Virginia Woolf* fue en 1967 y nunca he olvidado ese momento. Mis padres me habían llevado...