Música y folclor
Todos han muerto, pero nos dejaron sus anécdotas
No sé cómo fueron conociéndose, eran de distintos lugares, pero se reunían en parrandas de las que todavía se cuentan anécdotas. Luego, se fueron casando uno tras otro, pero esto no fue obstáculo para separarlos.
Leandro Días en su soledad, y sintiéndose el solterón del grupo, lo plasmó en su canción, “A mí no me consuela nadie”: “Simón salas le sacó un son a Elvirita, y Rafael le hizo un paseo a Marina, Emilianito le contó a Carmen querida y Julio Suarez le hizo a Chavelita”.
Aunque no los mencionó a todos, en su canto se nota la nostalgia que pensaba los separaría, pero esa amistad que lideraba Rafael Escalona nadie la rompía, seguirían unidos hasta que la muerte fue pasando lista y se los llevó al infinito uno por uno. A Beltrán Orozco, “el querido” como lo llamaba Alfonso Cotes, Alfonso Murgas, el de siempre, Andrés Becerra, el de la chispa rápida y desbordante, Miguel Canales, el ermitaño que por castigo de su padre lo mandó a su finca en la montaña, cerca de La Paz.
Escalona, nostálgico y preocupado por su amigo, le hizo una de sus canciones más emotivas para demostrarle su gran amistad: “Cuando viene de La Paz algún amigo, le pregunto si han visto a Miguel Canales, dicen que en la montaña está perdido y que tiene mucho tiempo que no sale. Qué le estará pasando al pobre Migue, ay, decile que lo espero aquí en la paz, que si él no viene aquí, yo voy allá…”.
Indiscutiblemente, el más ocurrente era Andrés Becerra, era poseedor de una chispa innata para decir las cosas. En una ocasión, invitó a su amigo, el reverendo padre Oñate, a un almuerzo en su casa. Después de disfrutar de un delicioso sancocho, se fueron a reposar acostados en unas hamacas que tenía en un kiosco en la parte de atrás de su residencia. Estaban solos los dos, conversaban alegremente sobre anécdotas de los amigos, de repente, Andrés sintió un olor nauseabundo, se puso de pie repentinamente y dirigiéndose a su invitado lo recriminó: “Nojoda, padre, qué peo tan 'jediondo', y aquí solo estamos los dos, de modo que usted fue el que se pió”.
En otra ocasión, se encontró con su pariente Álvaro Morón Cuello, éste iba con los vidrios de su vehículo alzados para que no le vieran la morena con quien andaba. Andrés, que conocía muy bien el carro de Álvaro, le hizo señas para que se detuviera, como así fue, no había bajado Álvaro bien el vidrio del pasajero, cuando Andrés al ver la acompañante exclamó, ¿quién es este chimpancé?
Todos fueron hombres de excelente conducta, no pecaban ni cometían delito nunca, de modo que por su actitud de ser parranderos y mujeriegos nadie podía juzgarlos. Cumplidas sus jornadas en la vida, así como fueron casándose uno por uno, la muerte también los fue llamando para reunirlos de nuevo en el cielo.
Nostálgica y sentida es la canción de Ponchito Cotes Maya, 'Almas felices':
Solo es un homenaje a nuestros juglares
Que nunca se los llevará el viento.
Dicen que allá arriba cerca a Manaure
En un paraje que se llama la tomita
Se escuchan cuentos, se escuchan cantos se oyen parranda y mucha risa.
Y cuenta la gente que son espantos
Que son almas que habitan en las sabanas
Que son felices en sus encantos
Y que mantienen la alegría de la montaña…
Con este tema musical gravado por la voz tenor del vallenato, mi pariente, Iván Villazón, hasta después de muertos quedó plasmada esa amistad que perduró para siempre.
Arnoldo Orlando Mestre Arzuaga
Sobre el autor
Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
1 Comentarios
Todo iba bien hasta la broma "¿quién es este chimpancé?". El autor debe reflexionar. Hay que condenar el racismo de antaño y de hoy.
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