Música y folclor

Osvaldo Rojano, un aparato de voz potente

Álvaro Rojano Osorio

02/12/2022 - 05:15

 

Osvaldo Rojano, un aparato de voz potente
El cantante Osvaldo Rojano falleció el 25 de noviembre del 2022 / Foto: Juan Rincón Vanegas

 

Osvaldo Rojano conoció el éxito musical a través de El aparato, hecho que lo destacó en los años ochenta, en el Caribe colombiano, como un buen intérprete de música vallenata. Tema por el que lo llamaron como el título de la canción, y, tras su muerte, el 25 de noviembre del 2022, le aseguró la inmortalidad.

En sus inicios musicales, Osvaldo, como lo recuerda su amigo Álvaro Atencia, quería ser acordeonero, por eso, después de irse a trabajar a Venezuela, adquirió uno que pudo interpretar sin mucho éxito con el apoyo de Amaury Sarabia.  Frustrado, buscó en la tumbadora, el cencerro y la guacharaca, la manera de participar en los conjuntos vallenatos de los acordeoneros oriundos de Mahates, Benito Arrieta y Pablo Venera. Éste último le dio la oportunidad de cantar en reemplazo del cantante titular que se había emborrachado, y, desde entonces, fue exigido en las presentaciones musicales de esta agrupación.

Además, fue con quien grabó su primera canción Si la ven, incluida en un disco de 45 revoluciones por minutos, cuyo respaldo, Mi linda Marta, cantó Venera. Esto sucedió después de que se radicara en Barranquilla, para donde partió buscando mejores oportunidades laborales, pues, en Mahates, además de cantar en parrandas, era jornalero, pescador y cogedor de hicotea en el Canal del Dique.

Se fue para esa ciudad en unos carnavales, así lo aseguró en una entrevista concedida a Juan Rincones, donde, según cuenta su compadre y también músico Antonio Castillo, inicialmente hizo parte del conjunto del acordeonero Miguel Puerta, después de las agrupaciones de Los Hermanos Caraballo, y La Espuela de Oro de Manuel Niebles González.

Además, hizo parte del conjunto de Dolcey Gutiérrez, al que llegó después de ser recomendado por el acordeonero José Martínez. Reemplazó a Arturo Durán, quien cantaba las tandas de canciones vallenatas, asegura Dolcey. “Además de corista, era mi mano derecha en el conjunto, mi persona de confianza. Recuerdo que cuando volví a grabar, luego de dejar de hacerlo por problemas con las casas disqueras, él y Joe Arroyo me hicieron coros en el primer disco de larga duración que hice para Felito Récords, en Medellín”. Para entonces Osvaldo y Los Hermanos Sarmiento, estaban grabando el éxito No Llores Mujer.

Después llegó la unión musical con Virgilio De la Hoz, con el que se conoció en la calle 72, lugar donde Víctor Caicedo les cantó un verso de la canción que entonces se llamaba El susto, de Calixto Ochoa. Después de reírse de lo cantado, a manera de aprobación, Osvaldo y Virgilio le pidieron que les consiguiera la totalidad de la letra. Fue la casa disquera la que le cambió el nombre por el de El aparato.

Sin lugar a dudas, la picaresca de la letra, la melodía, un paseo con sabor sabanero, como lo identifica el acordeonero piñonero, y la forma alegre como la interpreta el aparato de voz potente, garantizaron el éxito. Esta canción, que se escuchaba continuamente en las emisoras, nos llevó a presentarnos de pueblo en pueblo, señala Virgilio.

Luego, volvió a unirse con Los Hermanos Caraballo, sus parientes, como lo indica el investigador Francisco Sarabia, familia de la que heredó su vena musical. Para entonces su canto era más maduro, sin dejar a un lado los tonos altos, sin desafinar, sin descansar, sin sufrir de disfonía o afonía, siempre afincado en su fortaleza física. Voz con la que interpretó, además de vallenatos, cumbias, rancheras y guarachas, la que le permitió grabar al lado del Debe López, con José Carranza. Con la que se hizo el rey de las parrandas, admirado por Emilianito Zuleta, reconocido como un cipote cantante, como, según José Carranza, Beto Zabaleta lo identificaba.

Aquejado por quebrantos de salud y recluido en una clínica, sin poder articular palabras, quiso interpretar El Aparato. Y mientras lo hacía, seguro que, por su mente pasaban imágenes como si fuera una película, del tiempo en la que su fortaleza física le permitía cantar dos días seguidos sin desmayar. Y mientras escuchaba la música, cada vez que debía cantar lo intentaba y lo intentaba sin que en su rostro se dibujara una expresión distinta al de la esperanza de lograrlo, pese a saber que lo que quería ya no iba a ser posible.

 

Álvaro Rojano Osorio

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

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